El 9 de noviembre se conmemoran 25 años de la reunificación de alemania
“El pueblo alemán se levantó de las ruinas pagando la culpa de otros...” (Infografía y Galería)
Las palabras de Carmen Naumann se escapan justo antes de conmemorar la caída del Muro de Berlín, ocurrida el 9 de noviembre de 1989: “25 años para mí no es historia, para mí 25 años es ayer”.
Nacida en 1956, la vicerrectora del colegio Alemán Humboldt habla con orgullo de la idiosincrasia de su país. “El pensamiento cultural de los alemanes es distinto al de cualquier pueblo del mundo porque se levantaron de las ruinas pagando la culpa que otros causaron”, afirma con un español muy claro que ha perfeccionado durante 23 años que lleva viviendo en Guayaquil.
Naumann es una mujer de mirada firme, gestos fuertes, pero a la vez con rasgos sutiles. Fue miembro del Partido Socialista alemán y dice pertenecer a una generación quedada en el olvido, la misma que quería construir una Alemania nueva con un modelo social más justo y equitativo, pero que se estancó debido a la falta de oportunidades y de capacidad económica de la República Democrática Alemana (RDA).
Hace 25 años residía en las cercanías del muro en Berlín junto a su esposo, un representante de RDA, quien -según la docente- por ser amigo personal de Mijaíl Gorbachov tenía arresto domiciliario y no podía militar en ningún movimiento político. “El 9 de noviembre los que habitábamos en el lado de República Demócrata Alemana teníamos 2 opciones: estar en la calle o estar pendientes del televisor, así que elegimos la segunda opción, por seguridad. La incertidumbre era grande gracias a la tensión de los días previos en los que hubo varias marchas; se sentía miedo de que la parte de los federales sacara sus armas... no lo hicieron, pienso que fue el sentido de patriotismo, ya que todos teníamos una parte de nuestras vidas al otro lado del muro...”, rememora.
Eran las 23:14, cuando uno de los policías estacionados en el Checkpoint de la calle Bornholmer, abrió la puerta de la verja que separaba a las dos berlines. “Pueden pasar... se escuchaba en la radio...”.
Menciona que el papel más importante de ese hecho lo construyeron Mijaíl Gorbachov (en ese entonces Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética) y el canciller federal Helmut Köhl, quienes tuvieron una reunión previa en la que se decidió abrir el paso a partir del 10 de noviembre.
Fue el portavoz y líder político Günter Schabowski quien durante la rueda de prensa se confundió al leer las notas con los nuevos comunicados y le dio otro giro a esa noche.
“En medio del largo discurso de Schabowski rebuscó en sus papeles y luego proclamó: Hoy se abre el muro, la creación de un marco que haga posible que todo ciudadano de la RDA pueda viajar fuera de las fronteras...”.
Naumann recalca que el texto era “Se abrirá el muro...”, pero cuando un periodista le preguntó ¿desde cuándo?, él se volvió a confundir y dijo “inmediatamente”. Ya no había marcha atrás.
“El pueblo estaba encerrado, se desconocía si los guardias estaban informados de este hecho y era peligroso porque el sistema de vigilancia era muy estricto e inhumano. Te mataban si intentabas cruzar la frontera, muy parecido a lo que ocurre actualmente en la frontera entre México y Estados Unidos. No había certeza, pero el pueblo se volcó hacia el muro”, recuerda.
Para los alemanes era un hecho poco creíble, atrás quedaba la división física que existía entre el Este y el Oeste desde 1961, que nació al final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 cuando Berlín fue ocupada por los soviéticos. Dicho territorio se declaró como República del Este de Alemania en 1949. Poco después la capital en sí misma fue dividida entre el Oeste, denominada República Federal Alemana (RFA) y ocupada por las fuerzas de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, y el Este denominada República Democrática Alemana (RDA) y ocupada por las fuerzas de la Unión Soviética.
Posteriormente la división fue reemplazada por un muro de material de hormigón de 155 km de largo y 3,6 metros de alto. A lo largo del mismo fueron edificadas trampas y zanjas. Desde que fue construido mucha gente trató de pasar de la RDA a la RFA. De acuerdo con la Fiscalía de Berlín, 270 personas murieron en el intento.
“Esa noche helada de otoño fue diferente a cualquier otra en Berlín... La gente se abrazaba y lloraba. Todos buscaban botellas de champagne y cervezas, era un momento de celebración que se prolongó por toda la semana... Estábamos alegres pues todos teníamos una parte de nuestras vidas al otro lado que queríamos recuperar”, relata Naumann.
Su alegría se completó al siguiente día, cuando su hermano mayor timbró la puerta de su casa y le dijo: “Ves, te dije que nos veríamos en algún momento...”.
Él, al contrario del resto de su familia, tenía otra posición política, no estaba de acuerdo con un régimen comunista y como activista fue a prisión dos veces, cumpliendo condenas por 8 años y 6 meses (7 años y 6 meses la primera ocasión y l año la segunda).
Para la docente este hecho fue impactante ya que ella era miembro activo de la sociedad comunista, porque creció en el proyecto de la Unión Soviética cuyo sistema de la educación pública y la salud se consideraba excelente.
“La RDA me dio oportunidades que a lo mejor no podía haber gozado porque mis padres no tenían recursos. Mi hermano nació en otra década y su ideología era muy diferente, pero respetable. El problema común de ese tipo de modelos era que un pueblo con educación puede reforzar o abolir un sistema. No nos faltaba el pan, pero no había la riqueza y el ser humano no solo vive del pan... Los beneficios sociales no eran suficientes y el modelo de capitalismo de los federales atraía mucho a la nueva generación. No creo en las luchas de clases, pero creo en los hechos y esto es lo que la historia me mostró”, explica.
La mentalidad no ha cambiado
Para Christa L (desea proteger su apellido), de 77 años, residente de la República Federal Alemana, el 9 de noviembre de 1989 fue un día como cualquier otro. Resalta que las consecuencias fueron catastróficas, ya que los jóvenes se mudaron al Oeste y esto hizo que colapsaran las plazas de trabajo.
A pesar de la caída del muro, Christa continúa pensando que las diferencias siguen siendo importantes: “Los del Este se consideran perezosos y los del Oeste prepotentes. Tal vez una parte de la razón es el “impuesto de solidaridad” que todos pagan sobre sus ingresos y que va destinado a la reconstrucción y desarrollo del Este”, precisa.
La logopeda alemana Martina Onißeit, de 52 años, proveniente de Dresden (en la antigua RDA), pero residente de Güstrow, recalca que ella no perteneció a esa parte de la población que ansiaba la caída del muro, pues se sentía satisfecha con la vida comunista. Luego de 25 años considera que los cambios en la economía regional son un progreso.
“La región ha evolucionado positivamente, eso me alegra y lo disfruto; además nos podemos movilizar sin restricciones, pero no puedo evaluar todos los cambios como buenos, ya que en el ámbito social y en la educación resultaron negativos. Muchas empresas cerraron, me quedé sin empleo y la educación perdió calidad”, enfatiza.
Para el alemán Uwe Wittmeyer lo importante de este hecho histórico no es la caída física del muro, sino que esto significó el final simbólico de la Guerra Fría sin derramamiento de sangre.
Wittemeyer es originario de Leipzig (en la antigua RFA) y vivió una década después de la caída del muro en su país, actualmente radica en Guayaquil.
Destaca que para la sociedad el cambio fue extremo en los centros educativos, ya que modificaron los contenidos académicos y muchos docentes del Este pasaron al Oeste.
Estima que el modelo socialista da grandes oportunidades por lo que considera que la propuesta de la Unión Económica Euroasiática del presidente ruso, Vladimir Putin, ayudará a crear mejoras para la región europea.