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El PSOE rechaza cualquier acercamiento con Podemos y deja solo a Pedro Sánchez

Pablo Iglesias (izquierda) se reunió en La Moncloa con Mariano Rajoy (derecha). El primero ratificó que no apoyará a un nuevo gobierno del Partido Popular.
Pablo Iglesias (izquierda) se reunió en La Moncloa con Mariano Rajoy (derecha). El primero ratificó que no apoyará a un nuevo gobierno del Partido Popular.
Foto: AFP
29 de diciembre de 2015 - 00:00 - Gorka Castillo

El PSOE, la formación política más antigua de España, se enfrenta a la crisis interna más grave en sus 136 años de historia. La de ayer había sido calificada como la jornada crucial para conocer el rumbo del partido ante el escenario dejado por las elecciones del 20 de diciembre y todo terminó en un completo fracaso.

Su actual líder, Pedro Sánchez, tiene los días contados como secretario general después de que su propuesta de negociar la creación de un frente progresista con Podemos para desbancar a los conservadores del gobierno fue literalmente humillada por el Comité Federal reunido ayer en Madrid. Como era de esperarse, la presidenta territorial de Andalucía, Susana Díaz, se erigió en la principal rival de un Sánchez abandonado a su suerte por los más poderosos dirigentes del partido. El único aval que arrancó del máximo órgano de dirección de su partido fueron “dos o tres semanas” como máximo para cerrar un posible pacto de gobierno y someterlo a votación antes de rubricarlo.

En realidad, se trata del margen que necesita Susana Díaz para reunir los apoyos requeridos para la convocatoria de un congreso extraordinario que fulmine a Pedro Sánchez y le catapulte a ella, o a alguno de sus seguidores, a la secretaría general. “Vamos camino del Congreso y Díaz dará el primer paso”, señaló a poco de salir de la sala del Comité José Blanco, exportavoz del último gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Si se confirma su previsión, los socialistas votarán negativamente en las dos sesiones de investidura que Mariano Rajoy consumirá en vano para ser presidente del Gobierno, pero tampoco invertirán un solo minuto en conformar una alternativa, por lo que España está abocada a repetir elecciones generales, posiblemente en mayo.

Aunque algunos miembros del órgano directivo socialista expresaron su inquietud por esa estrategia y que 49 de los algo más de 200 representantes que conforman el Comité Federal pidieron la palabra, cuando lo excepcional era escuchar a no más de 25 delegados, no hubo apenas debate sobre el futuro que aguarda al PSOE en caso de volver a acudir a las urnas. En declaraciones previas, Susana Díaz, cuyo territorio es uno de los bastiones electorales del partido, no dejó pasar la ocasión para recordar a Pedro Sánchez que “la línea roja es la unidad de España y eso significa que no habrá referéndum en Cataluña ni en ningún otro lugar”. La presidenta de Andalucía se refería a la posibilidad de incluir la petición de Pablo Iglesias sobre el derecho a decidir como llave para solucionar los problemas identitarios que existen en varias regiones del Estado. “Nada de medias tintas y nada de palomas con quien no ama a España”, añadió Díaz.

Entre los incondicionales de no pactar con Podemos como la mejor opción, por no decir la única, se encuentran desde el presidente de Valencia, que llegó al cargo con el apoyo de Podemos, Ximo Puig; al de Extremadura, Aragón, Asturias y Castilla La Mancha. Enfrente se sitúan Madrid, Euskadi, Cataluña, aunque sin excesivo entusiasmo, y los miembros pertenecientes a la minoritaria corriente interna Izquierda Socialista. Uno de sus integrantes, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, José Antonio Pérez Tapias, considera como “una cuestión de dignidad” la posibilidad de que su partido alcance un pacto con Podemos e IU. Su defensa cerrada de los valores históricos de la socialdemocracia le empujó a presentarse con escaso éxito a las primarias que ganó Pedro Sánchez en 2014 y a romper con uno de sus sacrosantos principios de los socialistas, como es criticar el poder en la sombra de personajes como Felipe González y considerar que el acercamiento político con el PP es insostenible.

Para muchos ciudadanos, hablar de los socialistas y de su alternancia con el PP es hablar de décadas de frustración, de votos pagados con puestos en consejos de administración de empresas energéticas transnacionales repletas de exministros del PSOE, de sueldos estratosféricos y de sindicatos mudos y corrompidos. Incluso este mismo año que termina ha podido visualizarse en Andalucía, la tierra donde Susana Díaz gobierna con mano de hierro gracias a los votos del conservador Ciudadanos y a su rechazo a Podemos, un tic de los viejos tiempos con presiones a los jueces que instruyen una millonaria red de corrupción política vinculada a los socialistas. “Ahora exige a Podemos que renuncie a la posibilidad de las consultas territoriales para negociar, pero sabemos que es la misma excusa que, con otros términos, utilizaron en Andalucía para pactar con Ciudadanos. Susana Díaz nunca firmará un acuerdo con Pablo Iglesias”, resume un destacado dirigente territorial del PSOE, que prefiere no revelar su nombre.

El PSOE, que en 2004 ganó las elecciones con el 43% de los votos y que en 2008 revalidó su triunfo con aún más apoyo, se arriesga a ser borrado del mapa si se convocan nuevas elecciones generales con Susana Díaz como candidata. “El todavía secretario general y candidato a la presidencia decidió marcar distancias con el PP. Aceptó los errores de su antecesor en materia económica, los recortes al estado del bienestar, y Díaz se lo ha reprochado de forma carroñera cada vez que ha tenido oportunidad”, asegura el político socialista.

Quizá la presidenta andaluza fuerce las elecciones ahora pensando que ganará, pero eso mismo sucedió con el histórico Pasok en Grecia y hoy es un partido desmembrado. (I)

En Cataluña tampoco hay acuerdo

En Cataluña se vive una situación similar. Desde hace 3 meses las agrupaciones políticas negocian un acuerdo para elegir al presidente de la Generalitat, el Ejecutivo de esta región autonómica.

El cabeza de lista de JxSí a las elecciones catalanas del 27-S, Raúl Romeva, aclaró que su grupo no hará ninguna nueva oferta a la CUP para conseguir su apoyo a la investidura de Artur Mas, y esperará “respetuosamente” a que los anticapitalistas tomen una decisión final el sábado 2 de enero.

El político recordó que la oferta original de JxSí no ha sido rechazada por la asamblea de la CUP, ya que esta acabó en empate técnico. “Han puesto la fecha del 2. Nosotros, de manera respetuosa, esperaremos. No podemos añadir nada más. Ellos tampoco han hecho un posicionamiento claro”.

Según ha indicado Romeva tras finalizar una reunión del grupo parlamentario de JxSí, la coalición que ganó las elecciones del 27-S ha estado “muy pendiente” de la asamblea de la CUP, y a la vista del empate en la votación final. “Nosotros entendemos que la propuesta negociada sigue siendo válida”.

Preguntado por si JxSí está dispuesto a cambiar a Mas por otro candidato si los anticapitalistas rechazan investir al presidente el día 2, ha rehusado valorar este escenario. Si no hay acuerdo hasta el 4 de enero, Cataluña deberá repetir elecciones y el proyecto secesionista quedará seriamente afectado. (I)

Datos

El presidente en funciones de España, Mariano Rajoy, busca que el PSOE se abstenga en la sesión de investidura. Ciudadanos (la cuarta fuerza política) aceptó esta petición, pero los socialistas no. Con eso el PP no podrá seguir gobernando.

Pedro Sánchez, del PSOE, necesita el apoyo de Podemos para gobernar. Pero la formación de Pablo Iglesias impuso como condición previa la convocatoria de un referendo de pertenencia en Cataluña. Los socialistas rechazan esta opción.

Para convocar ese referendo se necesita una reforma constitucional, pero el PP podrá bloquear cualquier iniciativa de este tipo debido a la cantidad de curules que maneja.

De esta forma, casi todas las posibilidades han sido agotadas en el espectro político español.

La única alternativa en España será repetir las elecciones generales en mayo próximo. Hasta tanto, Rajoy seguirá en el cargo.

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