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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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“El gobierno tiene que romper esa abulia porque es peronista”

¿Quién es? Nombre completo:Hernán Brienza. Profesión: Es politólogo y periodista. Colabora para varias revistas en su país. Nacionalidad: Argentino. Fecha de Nacimiento: Nació en Buenos Aires en 1971.

“Aunque la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ponga al Papa de candidato, (los diarios) Clarín y La Nación van a encontrarle la vuelta para denunciar la vez en que Francisco se robó una golosina de un kiosquito cuando tenía ocho años”.

El analista político, historiador y periodista Hernán Brienza bromea sobre la sucesión que se abrirá en el seno del kirchnerismo después del revés en las primarias del domingo pasado y de los próximos comicios legislativos del 27 de octubre. El escenario político argentino tiene hoy una sola certeza: la presidenta no podrá aspirar a un tercer mandato consecutivo, prohibido por la Constitución, en las presidenciales del 2015.

Brienza, cuyo libro “El loco Dorrego” sobre el militar y político Manuel Dorrego fue elogiado públicamente por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, cree que en el 2015 Argentina vivirá una gran interna peronista en la que se debatirá “una vez más entre proyectos de candidatos emergentes del aparato peronista”. Sentado en un bar del barrio porteño de Villa Crespo, donde vive desde hace 13 años, Brienza recibe a EL TELÉGRAFO.

¿Cuál es su lectura de las elecciones internas y el revés del kirchnerismo?
Es innegable que el kirchnerismo hizo la menos buena elección de su historia política. Esto muestra un desgaste en cierta apreciación de parte de la sociedad respecto del proceso político nacional. No es absolutamente nada dramático. Es una elección de medio término que no tiene consecuencias políticas pero sí un gran peso simbólico. En función de eso hay muchas respuestas para dar el día después con el diario del lunes, algunas cuestiones económicas, algunas que tienen que ver con el comportamiento electoral clásico en las elecciones de medio término, donde la gente vota alguna otra alternativa que le parezca más afín o quiera ponerle algún límite al poder ejecutivo. Incluye el tema re-releccionario. Quizás si la presidenta hubiera dicho en abril “yo no voy a hacer reelecta”, la elección posiblemente la ganaba porque siempre hay una cuestión contradictoria. La gente no quiere la re-releección, pero si vos preguntas quien quiere que sea presidente en el 2015, vota a la presidenta. Pero la cuestión de la re-relección da la impresión de una angurria de poder, de una ambición de poder desmedida, incontrolable, que termina siendo ideal para el discurso de este tipo de elecciones que no juegan el poder político real.

¿Cuánto influyeron el poder mediático opositor y cuánto los errores propios del gobierno?
No soy muy amigo de hacer un análisis lineal entre los medios y la realidad. Los medios son brutales, influyen fundamentalmente en el humor social. Pero con todos los medios en contra, la presidenta ganó con el 54 por ciento de los votos en el 2011. Por lo tanto no se puede ser incoherente al medir esa influencia de los medios en la población. No sé si el gobierno cometió errores. Lo que sí creo es que la situación económica es otra y posiblemente la respuesta que dio el gobierno no estaba acorde con las respuestas que pretendía la sociedad. Y ahí se produce un cortocircuito claro. No termino de entender cuál es la profundidad de la fractura entre cierto sector del electorado y el gobierno nacional. Da la impresión de que si la presidenta mañana tomara un barco a Montevideo y dejara de ser la presidenta, la mirada de la sociedad hacia Cristina Fernández de Kirchner sería el 80 por ciento positiva. Hay que ver algunas cuestiones de la fatiga de la sociedad con respecto a los procesos políticos, cuestiones que tienen que ver con cierto agobio donde sí influyen los medios para la construcción de esas figuras. Si bien hay un núcleo muy duro de rechazo, de odio, de bronca contra la presidenta y lo que es el kirchnerismo, después lo que veo es un decir entre 20 y 30 por ciento que no tiene ese odio irreductible. Tal vez lo que ocurre es que cierto desgaste termina horadando esa simpatía que es fácilmente reconstruible.

¿Cómo hace el kirchnerismo para recuperar el protagonismo?
Fundamentalmente tiene que volver a pensar en ganar y no en perder sin prometer nada. Tiene que volver a soñar, a enamorar. No pasar tantas facturas de las cosas que se hicieron porque todos sabemos las cosas que hizo el kirchnerismo. Ninguna sociedad es tan boba de no darse cuenta. Por suerte las sociedades quieren más y a veces en ese más se equivocan en quién es el que puede darle más. El (lema oficialista) “nunca menos” fue  transformado en “ya hicimos todo”. El kirchnerismo tiene que volver a plantearse esto. Cuando no haces soñar a una sociedad, no la enamoras, ahí está una de las respuestas de por qué se generó esa especie de abulia. Y el gobierno tiene que romper esa abulia porque además es peronista y en el peronismo no hay lugar para candidaturas testimoniales. El peronismo gana y conduce el que gana. El que pierde y tiene la razón en el peronismo es poco menos que nada.

Una de las cosas que dejó en claro esta elección es que Cristina Kirchner, al no poder reformar la Constitución, no va a ser presidenta en el 2015. ¿Cómo se abre la sucesión en el kirchnerismo?
Es un proceso arduo. El kirchnerismo tiene dos opciones importantes. Una es la cuestión testimonial que es poner un candidato kirchnerista puro que puede perder o ganar, o tiene la posibilidad de generar un gobierno en disputa donde la conducción sea retenida por Cristina pero que sea un gobierno de sociedad, con lugares más amplios que el peronismo, que puede aglutinar a los gobernadores, los alcaldes...
Una salida como la que encontró Lula con Dilma Rousseff en Brasil...
Sí, pero hay que ver cual es el nivel de aceptación política que tiene la presidenta a fines del 2014.

¿Qué dirigentes ve capaces de tomar esa bandera?
Hay gobernadores que ganaron en sus provincias como (el de Entre Ríos, Sergio) Urribarri o (el del Chaco, Jorge), Capitanich. O el mismo  (gobernador) de Buenos Aires (Daniel) Scioli. Y después hay gente en el propio gabinete que puede surgir como candidato propio. Se habla mucho de (el secretario Legal y Técnico de la presidencia, Carlos)  Zanini o algún que otro ministro. Si la presidenta tiene la capacidad de elegir a su sucesor y ese sucesor gana, va a estar “in pectore” hasta poco tiempo antes de las elecciones porque aunque la presidenta ponga al Papa de candidato, (los diarios) Clarín y La Nación van a encontrarle la vuelta para denunciar la vez que Francisco se robó una golosina de un kiosquito cuando tenía ocho años...

Scioli es un candidato incómodo para el gobierno. ¿Cómo queda posicionado?
Es raro, ¿ganó o perdió en las primarias? (perdió en legisladores nacionales por cinco puntos ante la lista del Frente Renovador de Sergio Massa pero revirtió el resultado con legisladores provinciales).  Sin embargo, la imagen lo posiciona.

¿El kirchnerismo aceptaría un candidato como él, que es visto con desconfianza dentro del propio gobierno que lo acusa de tener un discurso ambiguo y no comprometerse con ciertas políticas oficiales?
El kirchnerismo que viene del peronismo comprende el fenómeno Scioli. Quizás el segmento progresista sea el más resistente.

Que lo relaciona con el menemismo...
Exacto. El tema es si Scioli es o no una barrera de contención contra Massa y (al alcalde derechista de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio) Macri. El tema es qué es lo que decide la conducción del kirchnerismo. O elige un gobierno de transición con disputa en el interior del poder para no perder todo, o decide perder todo para después volver y ganar las elecciones en el 2019. Perder todo tiene sus riesgos. Pero en un gobierno en disputa también hay riesgo que se dispute la conducción. Y esa es una decisión que solo lo puede tomar la conductora del kirchnerismo.

¿Por qué el kirchnerismo no ha sido capaz de crear figuras de peso en estos 10 años?
Nadie crea figuras de peso. Lo pudo hacer Lula vaya a saber por qué. Pero no lo pudo hacer (Hugo) Chávez. Nicolás Maduro queda como un resultante de la muerte de Chávez. La presidenta es una líder de segundo término porque el conductor era Néstor Kirchner, que murió. Y el kirchnerismo sobrevivió a su líder natural. Pero (Juan Domingo) Perón no pudo construir un líder natural que lo continuara, Carlos Menem tampoco, aun cuando fueron experiencias diferentes. Es muy difícil que los liderazgos fuertes creen sus propios sucesores. Quizás hasta por una cuestión de narcisismo.

¿En el 2015 todo será una mera interna peronista?
Hay que ver cómo crece el radicalismo (la Unión Cívica Radical), si la centroizquierda se une y puede construir una alianza. Pero todo indica que en 2015 se debate una vez más entre proyectos de candidatos emergentes del aparato peronista.

¿La única salida sería por derecha?
Hay algo raro ahí porque toda maquinaria hegemónica tiene péndulos. Lo tuvo el PRI, después de Lázaro Cardenas vino un presidente moderado (Manuel Ávila Camacho). Hay ciertra lógica a moderar. El massismo tiene en su interior gente de la derecha peronista como el “duhaldismo” (del expresidente Eduardo Duhalde, 2002-2003). Eso sí sería cerrar por derecha. Pero no sé si el aparato peronista de los gobernadores sería exactamente cerrar por derecha. Me da la impresión de que sería un cierre más moderado, de menos profundización.

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