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El Frente Renovador y su dirigencia “pendular”

El Frente Renovador y su dirigencia “pendular”
03 de noviembre de 2013 - 00:00

“Hay que hacerse el boludo (estúpido)...”. Felipe Solá, con un cigarro en la mano, acababa de dar la fórmula del  éxito para permanecer durante interminables años apegado al poder. La confesión de este exfuncionario provincial, exministro, exlegislador nacional, exgobernador de Buenos Aires y hoy diputado electo y referente del Frente Renovador peronista, fue hecha hace tiempo ante las cámaras de TV.

Solá, de 63 años, es un claro ejemplo de dirigencia pendular que se balancea de un lado al otro según como sople el viento en el microclima peronista. Hoy teje sus redes en el Frente Renovador del alcalde de la localidad bonaerense de Tigre y también diputado electo, Sergio Massa, de 41 años, el gran triunfador de las elecciones parlamentarias del 27 de octubre con su clara ventaja de 12 puntos sobre el postulante kirchnerista Martín Insaurralde en la estratégica provincia de Buenos Aires, donde vota el 37% del electorado.

Solá fue funcionario de la entonces renovación peronista a fines de los 80 que buscó refundar el partido tras la derrota en las elecciones presidenciales de 1983 a manos del radical Raúl Alfonsín (1983-89);  en esa época fue ministro del gabinete del entonces gobernador bonaerense Antonio Cafiero, que era el líder de la renovación peronista. Pero Cafiero, contra todos los pronósticos, perdió la elección interna ante el caudillo Carlos Menem, que asumiría en el período 1989-99 la presidencia. Enseguida, Solá se sumó al gobierno neoliberal como secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos y también tuvo un paso como diputado.

Cuando el menemismo se apagó, Solá se incorporó a las filas del expresidente de la derecha peronista Eduardo Duhalde (2002-2003), acérrimo enemigo de Menem. Fue primero vicegobernador y luego gobernador bonaerense. Pero cuando el duhaldismo se disipó pasó a ser un dirigente de primera línea del kirchnerismo, el ala progresista del peronismo liderado por Néstor Kirchner (2003-2007).

Solá encabezó la lista de diputados nacionales de la provincia de Buenos Aires por el oficialista Frente para la Victoria (FpV), pero renunció en 2008 descontento con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, tras votar contra un proyecto de aumento de las retenciones a las exportaciones de granos. Era el peor momento del gobierno kirchnerista y muchos vaticinaban el naufragio. Entonces abandonó el barco y se alió con el empresario peronista de derecha Francisco de Narváez.

En 2009 formó parte de la alianza Unión-PRO entre el peronismo denarvaísta y la derechista Propuesta Republicana del alcalde porteño, Mauricio Macri, que venció en las elecciones legislativas de aquel año en territorio bonaerense. Solá sobrevivió como diputado en las filas del peronismo disidente. Pero este año dejó a De Narváez, que marcaba muy mal en los sondeos, y pasó al Frente Renovador de Massa. Acaba de ser reelecto diputado nacional y estará otros cuatro años en el Congreso, con mandato hasta 2017, todo un récord de permanencia en los ámbitos de poder.

Hoy el Frente Renovador está colmado de Felipes Solá. El propio Massa se inició en las filas del partido liberal UCeDe, fue un alumno aplicado del menemismo, recaló en la derecha duhaldista, giró a la izquierda hacia el kirchnerismo, del que llegó a ser su jefe de gabinete, y hace solo un par de meses viró otra vez hacia la derecha creando el Frente Renovador.

“Ahora su desafío es tratar de extender su victoria hacia el resto del país. Porque Massa, en la intendencia de Tigre pudo hacer crecer su autonomía política y presentar a la sociedad su gestión de gobierno. Pero ahora tiene que obtener el apoyo de los gobernadores del peronismo, que es un territorio bastante árido para obtener lealtades. Es difícil preverlo porque para ello necesitaría la descomposición política del kirchnerismo. Pero lo cierto es que Massa ya parece más un candidato presidencial que un futuro gobernador de la provincia de Buenos Aires”, dice a EL TELÉGRAFO el escritor y analista político Marcelo Larraquy, autor de varios libros sobre el peronismo y que acaba de editar una biografía sobre el papa Francisco.

Y agregó: “Hasta ahora su principal capital político fue haber organizado una oposición en dos meses y haber vencido al Gobierno por más de diez puntos en el principal distrito del país. El peronismo se presenta como renovador, pero con el reciclaje de los mismos dirigentes. En el peronismo cambian los jefes, pero las estructuras y los dirigentes siguen siendo más o menos lo de siempre, aunque sean menemistas, duhaldistas o kirchneristas”. 

Pero, ¿cuál es el pensamiento político y económico de un Frente Renovador que aspira a ser gobierno en 2015? La repuesta la dio el propio Massa en una cena con 200 grandes empresarios nacionales pocas semanas antes de las elecciones, según reveló el diario Página/12.

En síntesis, Massa impulsó en su discurso la “seguridad jurídica para las empresas privadas, desideologización y desregulación, reformulación de alianzas internacionales, generación de confianza para atraer inversiones y superación de fricciones con el campo (la oligarquía agropecuaria)”.

Además, según el periódico, esbozó un plan de mejora de la competitividad industrial tocando el tipo de cambio; mirar al futuro y no al pasado (al contrario del kirchnerismo que impulsó los juicios a jerarcas y represores de la dictadura) y volver a endeudarse en el mercado financiero internacional, haciendo a un lado la política de desendeudamiento actual.

Pero no fue todo. Dijo que permitirá que los bancos vuelvan a intervenir en el sistema jubilatorio estatizado por Cristina Fernández y que buscará establecer una política de metas de inflación, lo cual implica ajuste sobre salarios y gasto público, según Página/12. Luego, se comprometió a luchar contra la corrupción, replantear la política energética y garantizar la independencia de la Justicia. “Quiénes son nuestros socios en el mundo”, instó a repensar Massa, aunque sin brindar mayores precisiones. Primero Kirchner y luego Cristina Fernández hicieron de la región el principal eje de su política exterior, todo lo contrario del menemismo, que apostó durante su gobierno a tener “relaciones carnales” -una frase textual del entonces canciller Guido Di Tella- con Estados Unidos.

Ahora, este joven dirigente que -según Larraquy- “aprovechó la grieta entre el gobierno y la sociedad y la expresó electoralmente desde el peronismo en un acto de astucia política”, tendrá la difícil misión de construir una alianza nacional fuerte para buscar alzarse con la presidencia en dos años.

Pero al mismo tiempo, deberá lidiar con algunos personajes que deambulan en su Frente Renovador con muy mala imagen, como su antiguo padrino político, que lo llevó al peronismo menemista en los 90, el gremialista gastronómico y exlegislador Luis Barrionuevo, famoso por pronunciar una frase que aún hoy se recuerda con una mueca tragicómica: “Tenemos que tratar de no robar por lo menos dos años”.

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