El fracaso de la política de EE.UU. frente a Cuba abre camino a una infinidad de logros
Era cerca del mediodía del 17 de diciembre. En la embajada de Cuba, una veintena de cubanos y ecuatorianos tenían clavada su mirada sobre la pantalla del televisor que transmitía en vivo la intervención del presidente estadounidense, Barack Obama. Cuando terminó su alocución estallaron en vivas a Cuba y a la Revolución, con el puño en alto. En la sala había lágrimas de alegría, gritos de victoria, compromisos y aplausos.
Allí estaban funcionarios de la embajada e inmigrantes. Estaban: Hernán Rivadeneira, presidente del Comité de Solidaridad por la libertad de los 5 antiterroristas; las asambleístas María Augusta Calle, presidenta nacional de la Coordinadora de Solidaridad con Cuba; y Kerlly Torres, del Grupo Parlamentario de Solidaridad con Cuba; José Zapata, militante permanente de la solidaridad con la isla. Hasta allí había llegado Pablo Guayasamín, presidente de la Fundación Guayasamín, presuroso, como si se retrasara a una cita a la que no debía faltar.
El embajador Jorge Rodríguez compartía emociones. Al término de la intervención de Obama dijo en tono pausado, pero firme: “Aquí se confirma una vez más que cuando no se ceja en los principios, cuando estamos dispuestos a defender ideas justas y lo que más queremos, que es nuestra patria, se puede vencer”.
Agregó que ahora, los cubanos tenían más justificación para seguir trabajando sin descanso por desarrollar su país.
El diplomático reconoció la valentía del mandatario estadounidense al tomar la decisión que había anunciado minutos antes y reflexionó con mesura: “Ahora, no podemos tampoco humillar a nuestros adversarios, porque han actuado con razón y sensatez”, dijo.
Recordó que se había cumplido el presagio del líder de la Revolución, Fidel Castro, quien en 2001 aseguró que los 5 antiterroristas retornarían a su país, y abrió tribuna para quien quisiera hablar.
El pintor Luis Alberto Saavedra, presidente de la Asociación de Cubanos Residentes en Ecuador, saltó a la palestra. Se sentía tabaquero de Tampa, en alusión a los trabajadores cubanos en la industria tabacalera de Florida, Estados Unidos, que apoyaron con armas y medicinas la causa independentista de su país, en el siglo XIX.
Saavedra anunció que los colectivos de la inmigración cubana en varios países de América trabajan en el proyecto ‘Fe por Cuba’, que se prepara a entregar en septiembre de 2015, una réplica de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la isla en 36 países, para abogar por el levantamiento del bloqueo estadounidense. La iniciativa incluirá a Michelle Obama, esposa del presidente Barack Obama, como destinataria número 37.
Hernán Rivadeneira sostuvo que el reconocimiento de Obama del fracaso de la política de su país respecto a Cuba “abre una infinidad de logros que vendrán, entre los cuales está el término del bloqueo”. Añadió que la liberación de los tres cubanos “no es más que el inicio de una transformación, que ya no pudo ocultar, incluso Obama”, tanto que el mandatario había anunciado que “va a intentar dar curso a algunas de las cuestiones que están pendientes”.
Pablo Guayasamín recordó que Cuba ya salió victoriosa de la batalla que libró por Elián González y, tras reconocer que Obama, “después de habernos desilusionado, ha dado un paso importante”, hizo votos porque esa decisión “no lo lleve a la muerte, porque también dentro de Estados Unidos existen fuerzas retrógradas y extremistas, y no sería nada extraño que le apliquen la misma política que utilizaron contra John F. Kennedy”, asesinado en 1963, al parecer por una conspiración.
En una cubana presente en la sala había una mezcla de fe, cábala y razón. Recordó que la liberación de los tres antiterroristas se había producido el 17 de diciembre, Día de San Lázaro, santo venerado en su país, y eran 17 el número de años que los tres antiterroristas permanecieron en prisión en EE.UU. Después, mirándose al cuello notó que el pañuelo que llevaba puesto, era del mismo color morado, distintivo del santo. Finalmente, reflexionó que tras la liberación había años de lucha de su país y de todos quienes fueron solidarios con la causa.
Había lágrimas, mientras el embajador Rodríguez volvía a intervenir para reconocer el apoyo del presidente Rafael Correa a su país, e improvisar un brindis.
Tras el acto en la sede diplomática, quedaron flotando en el ambiente las palabras del embajador Rodríguez: “No todo ha terminado, todavía hay muchas cosas por hacer”, porque “el bloqueo está allí”, aunque “se abren nuevas posibilidades”. “Es una lucha dura porque hay muchas fuerzas en EE.UU. que se oponen”.