Apertura comercial, lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, creación de centros de inteligencia, cooperación del Comando Sur. Esos son los ítems de la nueva alianza estratégica entre Buenos Aires y Washington que alejan a Argentina de la política exterior que durante los últimos 12 años tuvo una fuerte mirada hacia América Latina.

Ambos países firmaron acuerdos bilaterales durante la visita del presidente norteamericano Barack Obama el 23 y 24 de marzo. El gobierno del presidente Mauricio Macri apenas los enumeró y la Casa Blanca, en su sitio digital, ahondó poco en detalles. La prensa argentina estaba exultante por la posibilidad de que Washington remueva el visado obligatorio para los viajes a Estados Unidos, como ya ocurrió durante las ‘relaciones carnales’ que el expresidente neoliberal Carlos Menem entabló con el entonces mandatario George Bush en los 90.

Con la mesa servida, Macri y Obama sellaron una alianza estratégica que, a juicio del Gobierno argentino, vuelve a colocar al país austral en el mundo. “Se viene una enorme corriente de inversión de Estados Unidos”, celebró Macri. “La visita -agregó- enciende una luz sobre Argentina y abre las puertas en todos lados”.

Pero los acuerdos firmados y que no fueron publicados en Buenos Aires abren más interrogantes que puertas. En la página oficial de la Casa Blanca se aclara que EE.UU. fortalecerá la capacidad militar argentina para que sus unidades puedan participar en misiones de paz en África a través del “entrenamiento y la modernización de la flota de aviones de transporte y carga C-130”. También, el país austral recibirá a refugiados, en especial sirios, que escapan del Estado Islámico y de los bombardeos de la coalición internacional liderada por Washington.

También hay un acuerdo para el combate conjunto contra el narcotráfico y el crimen organizado. EE.UU. asistirá a las fuerzas argentinas de seguridad sobre terrorismo y financiamiento en la Triple Frontera, uno de los puntos más conflictivos en el límite con Paraguay y Brasil, donde se asienta una importante comunidad árabe. Funcionarios argentinos se capacitarán en la Academia Internacional de Policía,  en la DEA y el FBI.

El FBI ayudará a montar una red de centros de fusión de inteligencia, cuya misión es detectar y golpear al terrorismo. El Senado estadounidense, escribió el diario Página/12, alertó en 2012 sobre el riesgo para las libertades civiles que significa este tipo de estructuras.

Pero hay más: en mayo próximo, el Pentágono realizará un encuentro de trabajo con las Fuerzas Armadas argentinas. La agenda incluirá operaciones de paz, preparación y respuesta ante desastres y cooperación en defensa hemisférica.

Además, Argentina participará en un  programa de cooperación con la Guardia Nacional. “En todos estos casos Estados Unidos propone y la Argentina acepta borronear los límites entre las tareas de Seguridad Interior y Defensa Nacional, separadas en forma nítida por tres leyes y un decreto suscritos a lo largo de tres décadas por los gobiernos de (Raúl) Alfonsín, (Carlos) Menem, Fernando de la Rúa y (Néstor) Kirchner”, escribió el periodista y director del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Horacio Verbitsky, en el diario Página/12.

El acuerdo sobre delitos graves, la cooperación de seguridad y combate al terrorismo facilitará el intercambio de información sobre potenciales y conocidos delincuentes y terroristas. También se adoptarán medidas de protección de aviones argentinos, con un programa de funcionarios a bordo (no se precisa de qué nacionalidad). La oficina estadounidense de aduana y protección fronteriza ayudará a mejorar la seguridad en las fronteras argentinas. Todos estos ítems apuntan al ingreso de Argentina al programa de excepción de visados para viajar a Estados Unidos que cautivó a la prensa nacional. Por ahora, esta excepción incluirá a los menores de 16 años y mayores de 65. A cambio, Argentina deja de cobrar la tasa de reciprocidad de $ 160 que pagan los turistas estadounidenses.

También hay un acuerdo comercial. El convenio fomentará el diálogo sobre propiedad intelectual y el acceso a los mercados, combatiendo las “barreras no científicas al comercio”. Al mismo tiempo, las aduanas de ambos países simplificarán trámites a través de un programa de ventanilla única. Buenos Aires tuvo en 2015 un déficit comercial con Estados Unidos de $ 4.200 millones. (I)