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Familias enteras con niños duermen en alguna estación de tren

El drama del desempleo agobia a los argentinos

La asistencia de personas a comedores comunitarios aumentó en el último año en Buenos Aires.
La asistencia de personas a comedores comunitarios aumentó en el último año en Buenos Aires.
Foto: El Intransigente
13 de junio de 2017 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Buenos Aires

Tiene 40 años y su voz se oye apagada pero firme. Su nombre se pierde entre el ruido del tren subterráneo, sin embargo, su historia queda marcada en los pasajeros que la escuchan. “Tengo tres hijos y me quedé sin trabajo hace seis meses. No les pido limosna para comer. Mis chicos van a un comedor social. Solo les pido que me ayuden a levantarme. Quiero comprar algo de mercadería para salir a vender en el ‘subte’ (metro). Si Dios quiere y ustedes me dan una mano, la próxima vez que me vean será trabajando en este mismo lugar y no pidiendo como ahora”.

Su historia conmovió a muchas personas en ese vagón de la línea B del subterráneo de Buenos Aires. Unos diez pasajeros sacaron su billetera y le dieron algo de lo poco que tenían. Una semana después, ese mismo hombre devastado por el desempleo que agobia a miles de argentinos estaba otra vez en el metro, pero vendiendo pañuelos descartables, sobreviviendo en la economía informal con la ayuda de la gente.

La exclusión y el desempleo son las caras más visibles de la crisis argentina bajo el gobierno de Mauricio Macri. La primera se palpa ya en la orgullosa Buenos Aires, donde hay cada vez más personas viviendo en situación de calle, no solo individuos expulsados del sistema y en desgracia por adicciones. También familias enteras con niños durmiendo en colchones en alguna estación de tren, una esquina luminosa o una plaza, o simplemente al abrigo de un alero para protegerse del frío y la lluvia, lugares que en estos días se visten peligrosamente con las ropas de un crudo invierno austral.

La desocupación también crece. El miedo de perder el trabajo es una de las preocupaciones más mencionadas por los argentinos. Pero también se palpa en las calles.

Una iniciativa llamada Expo Empleo Joven congregó a decenas de miles de desocupados entre 18 y 29 años en el predio de la Sociedad Rural de la ciudad de Buenos Aires. En el primer día las filas para ingresar al evento medían tres cuadras. Seis horas tardaron en ingresar los ‘aspirantes’. Todos iban en búsqueda de un trabajo prometido. Pero la mayoría se fue con las manos vacías tras llenar un formulario que les abría las puertas a 11.000 puestos ofertados.

El diario Página/12 estimó que unos 200.000 jóvenes desempleados pasaron por la feria durante los dos días en que estuvo abierta a fines de mayo. Este sector ostenta el récord de desempleo, que afecta al 24,9% de los jóvenes, un promedio que más que duplica al desempleo general del país, según datos del Centro de Investigación para los Trabajadores (Citra).

Solo uno de cada 10 participantes de la feria pudo acceder a un empleo, en su enorme mayoría de escasa calificación, como por ejemplo en algún local de McDonalds o en otras aéreas de servicios.

La Confederación General del Trabajo (CGT) estima que en lo que va de la gestión de Macri se perdieron 400.000 empleos en el país. La cifra fue ratificada en febrero pasado por uno de sus secretarios generales, Juan Carlos Schmid.

“El problema es la destrucción de trabajo. Hay despidos como consecuencia del derrumbe de la actividad económica y la caída del consumo”.

“Y el consumo cae porque la gente se está empobreciendo”, terció Sergio Massa, diputado y excandidato presidencial del Frente Renovador. Argentina lleva 15 meses consecutivos de caída de ventas en supermercados y shoppings, el mayor derrumbe desde la crisis de 2001/2002.

El desempleo está hoy en boca de todos. En la rica Ciudad de Buenos Aires trepó oficialmente al 9,4% en el primer trimestre del año, según la Dirección General de Estadística y Censos local. El crecimiento fue del 0,8 % en relación al trimestre anterior. Entre las mujeres la desocupación trepa al 11,6%. Pero hay un dato más que agrava la situación: el 24,9% del empleo en la capital es informal, o sea no registrado. Y Buenos Aires es la ciudad más rica del país y ostenta los mejores índices sociales.

Pero el Gobierno nacional minimiza el impacto de la desocupación. El propio Macri dijo que “hace meses que crece el empleo en la Argentina. Miles de puestos de trabajo se van creando mes a mes”.

Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), la desocupación se situó en 7,6% a fines de 2016, una disminución de 0,9 puntos en relación a los 8,5 puntos del tercer trimestre de ese mismo año. Entonces, ¿cómo se explica que el crecimiento del desempleo se palpe en cada rincón del país?

La respuesta la dio el propio Indec, un organismo normalizado que no oculta la realidad cruda de los datos, como sucedía durante el anterior gobierno kirchnerista que maquillaba estadísticas o simplemente no las divulgaba: hoy en Argentina disminuye la desocupación porque el trabajador desempleado deja de buscar empleo, cansado de no encontrar una salida laboral. Una triste realidad que termina en la exclusión. (I)

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