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El Crimen Perfecto

El Crimen Perfecto
18 de febrero de 2015 - 00:00

Ha transcurrido más de un mes del ataque terrorista a la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo que le quitó la vida a 12 de sus integrantes el 7 de enero pasado en París. Un atentado que conmocionó a la sociedad francesa y a gran parte del mundo en lo que es considerado un crimen a la libertad de expresión.

Esto que parece un imperativo indubitable, nos plantea —a modo de reflexión— que más que un crimen a la libertad, este fue un crimen a la realidad. Este concepto fue acuñado en 1996 por el filósofo francés Jean Baudrillard en su libro El Crimen Perfecto. Una definición impecable en la que el poder político y mediático empujan a la realidad a un precipicio mortal.

Por esas horas la capital francesa se convirtió en una zona liberada, abierta a cualquier ataque fundamentalista. La redacción ya había sufrido en el pasado continuas amenazas de grupos fundamentalistas y lo que antes era una advertencia se convirtió en una cruel tragedia.

En este sentido, vuelve a colocarse sobre la mesa la tesis elaborada por el periodista francés Thierry Meyssan sobre el 11-S, en la que aseveraba que el mayor ataque terrorista de la historia norteamericana fue un autoatentado perpetrado para emprender las invasiones de Afganistán e Irak en 2001 y 2003, respectivamente.

El planteo toma fuerza en un doble contexto en el que la “islamofobia” ha crecido visceralmente en Europa producto del factor inmigratorio que viene cambiando paulatinamente la fisonomía del viejo continente, sumado al papel imperialista de Francia en Medio Oriente y Libia donde mantiene un estoico control sobre zonas estratégicas en el reparto occidental con EE.UU. y Gran Bretaña.

En efecto, el atentado terrorista en París fue una coartada para que Francia profundice su escalada bélica en Irak y legitime su ocupación imperialista con el “cuentico” de la lucha contra el terrorismo islámico. La auténtica matriz del terrorismo global proviene del imperialismo y los efectos colaterales son consecuencia de su devastador accionar a lo largo de la historia. Ergo, Charlie Hebdo es el correlato de la dominación imperialista francesa en África y Medio Oriente.

Una invención, un simulacro planificado que se cobró con 12 vidas y que se ungió en el asesinato de la libertad de expresión como bandera de los líderes mundiales que con hipocresía y cinismo la levantaron en esas marchas multitudinarias en las calles parisinas con la leyenda ‘Je suis Charlie’. Una proclama manchada con sangre por la historia genocida del imperialismo francés que hoy se rasga las vestiduras de “¡Libertad, igualdad, fraternidad!”. Un acontecimiento construido con el sacrificio de seres humanos que nos lleva a pensar que en este mundo capitalista todo es posible.

Que quede claro: no asesinaron a la libertad de expresión. Una vez más han atentado contra la realidad que es mucho peor y no sabemos si estamos viviendo en ella o contemplando su tétrico cadáver.

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