El cambio climático: Ese gran eufemismo del siglo XXI

El “cambio climático” es un eufemismo para hablar científicamente de la mayor crisis civilizatoria que pone en riesgo el futuro de la vida sobre la Tierra. A primera vista, se plantea como un problema ambiental, sin embargo, es sobre todo un problema geopolítico y económico.

Según Bernardo Kliksberg, profesor de la U.B.A., se  estima que el cambio climático   produce 300.000 muertes por año y el número de refugiados climáticos se acerca a los 50 millones. Además,  los estudios demuestran que los habitantes de los países pobres tienen 78 veces más posibilidades de resultar afectados por el cambio climático que los de las naciones ricas. Obviamente estas potencias mundiales son las que producen la mayor cantidad de toneladas de CO2 a nivel global. Tanto así, que la tasa de emisión media per cápita de las naciones ricas es de 12,8 toneladas de CO2, mientras que en la mayoría de los otros países, la huella anual per cápita es de 2 toneladas.

¡300.000 muertes por año!  ¡50 millones de refugiados climáticos! ¡Miles de especies en extinción cada año! Los datos científicos evidencian que la temperatura media global ha aumentado, la cantidad de las masas de hielo y nieve ha disminuido y el nivel del  mar se ha elevado. Las concentraciones de gases efecto invernadero aumentaron en las últimas décadas de manera drástica.

Según varios informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el origen de la contaminación es antropogénico. Es decir que estos niveles de contaminación pudieron ser evitados con otro tipo de modelos de desarrollo nacionales y acuerdos internacionales. Lo urgente, hoy en día, es reconocer la problemática y que cada país contribuya de forma efectiva para enfrentarla.

El economista y académico Fander Falconí ha insistido que la conservación y la sustentabilidad ambiental son ante todo una opción ética y que el cambio climático requiere el establecimiento de compromisos internacionales vinculantes y de gran alcance. En cifras, Ecuador genera alrededor del 0,1% de las emisiones globales, sin embargo es uno de los países que más se ha preocupado por colocar el tema en el debate mundial y por implementar políticas concretas.

Entre los logros de Ecuador se pueden destacar la aprobación de una nueva Constitución (derechos de la naturaleza), metas y acciones concretas en la planificación nacional de conservación y  sustentabilidad ambiental, el histórico juicio contra Chevron, la propuesta  del impuesto Daly-Correa, los mecanismos de emisiones netas evitadas, entre otros. Pero también existen déficits y errores, entre los que se puede destacar que Ecuador sigue siendo un país excesivamente dependiente del petróleo, los resultados de la Iniciativa Yasuní-ITT, los problemas ambientales a nivel local, pero sobre todo, que no se ha podido transitar aún al cambio de la matriz productiva y al cambio de la matriz de consumo de la sociedad ecuatoriana.

Finalmente, cabe mencionar que este año se darán dos hitos fundamentales: la primera encíclica del Papa sobre ambiente y la Cumbre sobre Cambio Climático (París, diciembre 2015). Más allá de sus “cartas solemnes”,  los grandes poderes globales deben comprometerse con acciones concretas para enfrentar esta problemática de orden civilizatorio que tantas vidas está cobrando. (O)