El avance sunita muestra las debilidades del régimen iraquí
Algunos analistas consultados por la BBC y agencias piensan que la crisis en Irak es el resultado de la invasión que dirigió Estados Unidos en 2003. Otros dicen que es culpa del actual gobierno en Washington por haber retirado demasiado pronto a sus fuerzas. Lo cierto es que el grupo yihadista Estado Islámico de Irak y el Levante (EILL) sigue avanzado y la meta es llegar a la capital iraquí, Bagdad.
Para entender el conflicto es necesario saber que Irak es azotado por la violencia desde hace más de una década. Cuando Sadam Hussein fue derrocado, en 2003, se desataron las agresiones del movimiento insurgente sunita, que había controlado el país aún bajo el régimen de Hussein. Esto motivó ataques de grupos chiítas.
Ambos grupos islámicos, sunitas y chiítas, están separados por diferencias de forma y fondo en el credo del Islam. El Estado Islámico de Irak y Siria nació de la rama iraquí de Al Qaeda y de la fusión con el grupo jihadista sirio Frente al Nusra, de orientación sunita.
Los combatientes del EIIL controlan amplios territorios en Siria, así como en el oeste y norte de Irak. El objetivo es establecer un Estado islámico entre el Mar Mediterráneo y el Tigris.
El gobierno iraquí del primer ministro Nuri Al-Maliki no puede parar el avance de EIIL. ¿Por qué? Según el experto en política Falki Walde, de la Fundación Friedrich Naumann, en Bagdad hay un vacío de poder, porque desde las elecciones parlamentarias, en abril, Al-Maliki está buscando un socio de coalición.
A esto se suma que Estados Unidos, a pesar de abandonar Irak, mantiene presión en el territorio y ha anunciado que suministrará armas al gobierno de Al-Maliki.
La crisis afecta directamente a Europa, opina Myriam Benraad, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, consultada por el portal web alemán DW. Indica que al igual que en Siria, el número de yihadistas que regrese de Irak aumentará visiblemente. También se incrementará el número de refugiados.
