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El auge de la extrema derecha en Europa y el conflicto en Ucrania

El auge de la extrema derecha en Europa y el conflicto en Ucrania
25 de mayo de 2014 - 00:00

En virtud de una disputa geopolítica global, Estados Unidos y la Unión Europea (UE), junto a la propia Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), no han dudado en interferir en la política interna ucraniana. Son muchas las voces que alertan o lanzan la pregunta de si estaremos ante un nuevo periodo de “guerra fría”. Antes del inicio de la Guerra Fría, Europa brindó, durante los años 30, un fuerte apoyo internacional a regímenes totalitarios y fascistas en países como España, Alemania e Italia. El objetivo en aquel momento era crear un contrapoder en Europa ante las ideas socialistas y marxistas en expansión por Europa tras el triunfo de la Revolución de 1917 en el antiguo imperio zarista.

Hoy, más de ocho décadas después de que occidente basara su estrategia en el apoyo a la extrema-derecha para contener a la expansión de las ideas del este, Estados Unidos y la Unión Europea vuelven a repetir la estrategia al apoyar golpes “duros”, disfrazados de “blandos” y alentar el auge de la extrema-derecha en el continente. Esta vez no es, sin embargo, con el objetivo de contener una ideología en auge. Esta vez se trata de un conflicto entre potencias capitalistas que buscan incrementar su poder una a costa de la otra.

El proceso de deterioro progresivo que el Estado ha tenido en el marco de las políticas neoliberales de la Unión Europea, unido a la crisis económica y financiera que arrasa Europa desde el año 2007, y el retroceso democrático en las instituciones, han minado las políticas sociales del Estado de bienestar europeo.

Esta falta de legitimidad política en Europa y el aumento de la desigualdad y la pobreza constituyen el caldo de cultivo perfecto para el auge de la extrema-derecha en Europa. “Amanecer Dorado” en Grecia, el “Frente Nacional” en Francia, el PVV en Holanda, son solo algunos ejemplos de partidos de extrema-derecha que comienzan a ser alternativas de gobierno en sus países.

En las elecciones europeas de este 25 de mayo, que coinciden además con las elecciones presidenciales ucranianas, el auge de estos partidos de extrema-derecha va a ser considerable a pesar de no comulgar con el proceso de integración europea. En Francia, el Frente Nacional aparece en las encuestas como primera fuerza política, por delante de los conservadores del UMP y del gobernante Partido Socialista. En Holanda, el PVV de Geert Wilder aparece muy cerca de los liberales, disputándose entre ambos la primera posición.

Los resultados de la extrema-derecha muestran cómo ganan terreno en toda Europa: 29% en Suiza (Partido Popular Suizo), 23% en Noruega (Partido del Progreso), 18% en Francia (Frente Nacional), 15,5% (Partido de la Libertad), 9% en Bulgaria (Ataka), 8% en Italia (Liga Norte), 7% en Grecia (Amanecer Dorado).

Sobre esto, hay que tener en cuenta que el gobierno de facto de Ucrania tiene como uno de sus principales socios al partido de extrema-derecha Svoboda. Este no ejerce cargos de tercera o segunda línea dentro del ejecutivo, sino cargos de primera línea y de gran responsabilidad política. Svoboda cuenta actualmente con el Ministerio de Defensa (el que dirige las operaciones militares contra la población del este y el sur de Ucrania), la jefatura de los servicios de seguridad, la Fiscalía General del Estado, el Viceprimer Ministro y la presidencia de la Comisión Anticorrupción, entre otros.

Estos cargos son el reconocimiento por el papel desarrollado en las protestas contra Yanukovich, donde el ‘Sector Derecho’, grupo de extrema-derecha, abiertamente fascista y muy cercano a Svoboda, protagonizó las protestas más violentas, llegando a atentar contra los propios manifestantes del Maidán mediante francotiradores para culpar de violencia extrema al gobierno de Yanukóvich.

Teniendo en cuenta la escalada de la extrema-derecha que se está viviendo en Europa, resulta aún más llamativa la defensa europea del régimen pro-fascista ucraniano, que firmó el pasado mes de marzo el acuerdo de asociación con la Unión Europea. Es indudable que la batalla geopolítica instalada en el este europeo no es un conflicto entre ideologías, sino que responde meramente al afán imperialista de las potencias mundiales, sin importar la ideología y dándole la espalda a la historia.

En esta pugna global el máximo perdedor está siendo el pueblo ucraniano. Si Europa sigue ignorando la historia y manteniendo estas posiciones, quizás, serán todos los ciudadanos europeos los que pierdan, tal como sucedió en la década de 1930.

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