Pekín.-

Donald Trump fue agasajado ayer a su llegada a Pekín con la exhibición de pompa y ostentación en un reflejo de la categoría “superlativa” que las autoridades del país pretenden otorgar a la visita del mandatario estadounidense.

El avión de Trump aterrizó en el aeropuerto de Pekín, procedente de Seúl, para una visita de menos de 48 horas a China, país al cual criticó antes de su elección, hace un año justamente, acusándolo de “robar” millones de empleos a Estados Unidos.

En las últimas semanas, Trump elogió sin embargo a Xi Jinping, del que espera ayuda en su cruzada contra Corea del Norte y una reducción del excedente comercial de China respecto a Estados Unidos.

El propio Xi Jinping y su esposa, Peng Liyuan, fueron los guías de la pareja Trump en su visita privada a la famosa Ciudad Prohibida, situada en la Plaza de Tiannamen, donde en un guiño a la pretensión china por limar asperezas en la relación bilateral la pareja presidencial pudo apreciar los tres espacios más conocidos del complejo: el Salón de la Armonía Suprema, el de la Armonía Central y el de la Preservación de la Armonía.

Trump y Melania disfrutaron de un té y una exhibición de ópera.

En un sentido menos lúdico los representantes norteamericanos y su contraparte china firmaron acuerdos por el valor de $ 9.000 millones, en lo que el viceprimer ministro de economía local, Wang Yang, dijo que solo era un “precalentamiento”.

Esta cantidad es un guarismo minúsculo con relación al déficit comercial que arrastra EE.UU. respecto a China y que ascendió a $ 347.000 millones en 2016. (I)