Divorcio a la peruana
Mario Naranjo, desde Lima
La sociedad y la clase política peruana están divorciadas. Al menos eso se desprende de la crisis de esta semana que terminó con el Congreso disuelto, un gabinete renovado y una presidenta efímera.
Cuando el presidente Martín Vizcarra, un tecnócrata de 56 años, resolvió cesar a los parlamentarios a inicios de semana, y éstos replicaron nombrando a una nueva presidenta, apenas cientos de personas salieron a las calles.
"Eran los fujimoristas, ellos quieren el caos", explica Erick, mientras conduce su taxi hacia el centro de Lima en medio de un mar de autos. "Los políticos deben entender que ya no tienen impacto en la sociedad", añade y pide saber sobre la situación de Ecuador.
"Con el tiempo van a entender que es mejor quitar los subsidios, cuando eso pasó acá comenzaron a mejorar las cosas", sentencia mientras cobra el equivalente a tres dólares por una carrera que en Ecuador no bajaría de los cinco. En las gasolineras de Lima, el galón de gasolina se promedia en cinco dólares, dependiendo de la calidad y el octanaje.
Poca sintonía
En las calles del Perú poco se comenta de esta crisis política, cuyo antecedente más remoto se remonta a inicios de los 90, cuando Alberto Fujimori también disolvió el Congreso.
El encarcelado mandatario, de origen japonés, era el mandamás del Perú, país donde ahora se reniega del pasado fujimorista y todo lo relacionado a su movimiento político, el cual ha vivido episodios de traición y peleas entre los dos herederos, Keiko y Kenji.
Es tal la apatía de la sociedad que incluso el concierto del músico norteamericano Bon Jovi, el miércoles en la noche, se dio sin ningún tipo de inconveniente.
Varias encuestadoras presentaron estudios realizados a raíz de la decisión de Vizcarra, y los resultados fueron contundentes y concluyentes. El 90 por ciento de peruanos aborrece a los congresistas y por eso apoya la disolución del desacreditado parlamento.
"Solamente el trabajo salva al Perú, salir a chambear duro cada día y de eso saben poco los congresistas que nunca le han trabajado nada a nadie", reniega Marco Huamán, vendedor de ropa en una tienda del mercado de Gamarra. "El día que no abro, no como, así de simple", afirma, antes de interrumpir el diálogo para ofrecer ropa del afamado algodón peruano a unas potenciales clientas. "Los políticos son vagos, cobran mucha lana sin chambear", insiste mientras se santigua con los billetes que obtuvo fruto de la primera venta del día.
Primavera en Lima
Para muchos habitantes de la frenética capital peruana, una de las principales preocupaciones es la ola de frío que parece haberse ensañado con la ciudad.
Los días grises, típicamente limeños, han sido acompañados de una brisa helada, que termina en una copiosa lluvia las tardes y las noches. "Es raro, porque es primavera", afirma Carlos, un empleado de hotel en la acomodada zona de Miraflores, quien confía en que el clima cambie y que con el calor vengan turistas y la situación mejore un poco.
Sobre la crisis política, poco y nada. "Disolvieron el Congreso, se merecían" sostiene, sin abundar en su argumento sobre un impasse que se ventiló en los pasillos políticos y que disputó titulares en los medios de comunicación, por un momento. (I)