Discrepancias en la UE para tratar crisis griega
Las divergencias en la zona euro sobre la respuesta a la crisis de la deuda se acentuaron ayer en torno a la convocatoria de una cumbre extraordinaria para detener el contagio a más países, enfrentando a Alemania y Francia.
La opción de convocar la cumbre, probablemente para mañana, en un gesto para tranquilizar a los mercados en plena tormenta financiera, fue filtrada el martes. Sin embargo, ayer se hizo patente que la idea no genera unanimidad, con lo que Europa volvió a sumirse en la cacofonía y la indecisión.
Alemania, primera economía europea, no ocultó ayer su falta de entusiasmo ante la posible convocatoria de una cumbre europea sobre Grecia. “No hay un proyecto concreto de cumbre extraordinaria de la eurozona, como piden el presidente de la Unión Europea (UE), Herman Van Rompuy, y Francia”, aseguró una portavoz del gobierno alemán.
A diferencia de Alemania, Francia se declaró ayer favorable a la celebración de esa cumbre extraordinaria para evitar un contagio de la crisis griega a Italia y España.
El presidente (Nicolas Sarkozy) recordó que su país siempre apoyó la celebración de reuniones del Eurogrupo en caso de necesidad, declaró la ministra portavoz del gobierno francés, Valérie Pécresse.
En ese contexto de incertidumbre, Herman Van Rompuy no descartó convocar esa cumbre, pero indicó que la decisión no había sido aún tomada y sería anunciada en el momento adecuado, aseguró su portavoz. Según una fuente diplomática, la incertidumbre obedece al hecho de que los dirigentes europeos quieren estar seguros de que salga algo consistente de una eventual reunión del más alto nivel.
Y, en efecto, siguen sin ponerse de acuerdo sobre el problema que origina la tormenta financiera que se abate sobre el continente: cómo concretar un segundo programa de préstamos ya prometidos a Grecia (aproximadamente de 100 mil millones de euros) y evitarle así la bancarrota.
Alemania, Holanda y Finlandia exigen la contribución de los bancos acreedores de Grecia, una condición necesaria según ellos para que sus opiniones públicas nacionales acepten nuevos préstamos.
Sin embargo, el Banco Central Europeo (BCE), Francia, y todos los países en dificultades de la zona euro, temen que ello alimente el contagio de la crisis. “Hay un acuerdo sobre el objetivo. No hay aún un acuerdo sobre cómo conseguirlo”, resumió el presidente del Banco Europeo de Inversiones, Philippe Maystadt.
El primer ministro griego, Yorgos Papandréu, por su parte, aseguró que Grecia necesita rápidamente una nueva ayuda de la eurozona y del Fondo Monetario Internacional (FMI), o de lo contrario sus reformas económicas fracasarán.
El FMI consideró ayer que el debate en la zona euro sobre la ayuda adicional a Grecia y la participación de los acreedores privados en el segundo paquete de rescate al país es un “enorme problema” para generar confianza en la economía helena.
El Fondo prevé que la economía griega se contraiga un 3,9 % este año y que la deuda alcance un récord del 172 % del Producto Interior Bruto (PIB) en 2012, para comenzar a contraerse a partir de entonces. “Grecia necesitará más tiempo para recuperar el acceso a los mercados de capitales y precisa ayuda externa adicional”, señaló el organismo en su último informe sobre el país.
Poul Thomsen, responsable de la misión de Grecia del FMI, insistió en la urgencia de alcanzar una conclusión sobre el segundo paquete de ayuda, que se sumaría al primer rescate conjunto de la Unión Europea y el Fondo por valor de 110.000 millones de dólares aprobado en 2010. El Fondo calcula que Grecia necesitará 71.000 millones de euros adicionales de la Unión Europea y 33.000 millones de euros de acreedores privados antes de regresar a los mercados en 2014.