La procuraduría de méxico realizó una inspección a la casa hogar tras denuncias de abusos
“Deseo que se haga justicia porque aquí viví una pesadilla” (Galería)
Hacinados en un edificio de 3 pisos, con serias deficiencias de construcción y diseño, en unos 100 cuartos (los más grandes de 20 metros cuadrados), la mayoría de los aproximadamente 600 moradores de la casa hogar La Gran Familia ha tenido que tolerar maltratos, golpes, castigos, humillaciones y miseria.
Hay mujeres y niños pequeños que han sido víctimas de abusos sexuales y violaciones y todos fueron privados de su libertad.
En un recorrido por el interior del albergue, 2 niños, uno de 10 años y otro de 5, buscaban algo de valor en uno de los cuartos, entre la basura y escombros, como cajas y ropa regada en el piso. Al preguntarles si se sentían prisioneros, el mayor de ellos respondió: “Más que una cárcel esto es una perrera”.
El más pequeño dijo: “Aquí nos pegan y nos encierran. Nos dan comida apestosa”. El más grande lo interrumpió: “Yo le pido a Dios que me deje salir de este lugar porque nos lastiman y no nos quieren”.
En 2 días se han sacado 30 toneladas de basura de la casa hogar, administrada por Rosa Verduzco, de 80 años, quien fue detenida el pasado martes, durante una operación especial que realizó en el lugar la Procuraduría tras varias denuncias de abusos contra los menores. Según los médicos del hospital San José, de la ciudad de Zamora, ‘Mamá Rosa’, como llaman a Verduzco, está bajo observación por un padecimiento del corazón. “Pero no tiene nada”, comentó un agente federal que guió el recorrido de los reporteros dentro del albergue.
Los niños, adolescentes, jóvenes y adultos, que tampoco los han dejado salir del albergue, saben que algunos abusos cometidos tuvieron un desenlace fatal. Aseguran que en el terreno baldío de la parte trasera de la casa hogar, propiedad de Rosa Verduzco, fueron enterrados varios menores y fetos producto de abortos forzados. En 2 habitaciones se pudo constatar que había 4 ataúdes.
Víctor Verduzco, de 54 años, fue entregado a ‘Mamá Rosa’ junto con 3 de sus hermanos. Tenía 6 meses y logró escapar de la casa hogar a los 8 años, él recuerda que los inquilinos fabricaban cajas de madera para los pequeños muertos. “Decían que a unos los enterraban en el patio de atrás y a otros en el panteón municipal, no entendí por qué”, cuenta Víctor.
Vivió en la calle muchos años, actualmente reside en Guadalajara, es mecánico y tiene familia. “Pero deseo que se haga justicia porque aquí viví una pesadilla, aunque sufrí y viví solo en las calles, era mucho mejor vida”, comenta el hombre.
Fátima Trejo Vázquez tiene 23 años, llegó por su cuenta al albergue de ‘Mamá Rosa’ porque quería dejar las drogas y estudiar para atender a su hija de 2 años. “Es el encierro y solo salgo cuando nos pagan por labores de limpieza. Nos dan 200 pesos al mes y nos llevan a una tienda de aquí cerca y luego nos vuelven a meter”.
Dice que no tiene nada en contra de Rosa Verduzco, pero sí en contra de su ayudante, Luis Gerardo Bretado Reyes, quien, con la promesa de que iba a dejarla en libertad, le pidió tener relaciones sexuales. “Cuando vi que no hacía nada por sacarme, me negué a estar con él, pero me golpeaba fuertemente y más cuando se enteró de que estaba embarazada”.
Le pidió que abortara y para provocar la suspensión del embarazo la golpeaba con saña. “Estuve 2 veces a punto de morir. En una ocasión se tuvieron que meter unos compañeros para quitármelo. Me amenazó de muerte a mí y a la niña. Si no hubiera entrado la Policía no sé qué nos hubiera pasado.
Su hija mayor tiene 7 años y la menor, año y medio. Es originaria de Uruapán, pero nunca le interesó a su familia. Sabe que su mamá tiene 15 hijos. “Antes me drogaba, pero quise dejar esa vida, por eso vine aquí para poder estudiar. Terminé la preparatoria y quiero sacar adelante a mis hijas”, cuenta ahora la joven.
El albergue tiene 2 patios. El de acceso, que está más o menos presentable, incluso tiene dibujos en los muros y una pequeña sala de música, denominada Alberto Sahagún, en honor a esa familia benefactora. Los invitados no rebasaban ese espacio. Al patio trasero, donde se encuentra el edificio y las habitaciones de los niños y jóvenes, se entra a través de una pequeña puerta de metal, como si fuera cárcel. Había un control estricto de entradas y salidas.
Luis Gómez comenta que lo encerraron en el cuarto de castigo llamado ‘Pinocho’ durante una semana, porque cortó a uno de sus compañeros. “A veces me daban de comer y otras no. Me la pasaba aburrido, sin hacer nada, acostado y a ratos dormido”. Tiene 21 años, lo trajeron de 10 años de las dependencias del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de Guadalajara. No conoció a sus padres.
José González, de 16 años, asegura que llegó a ver cómo los encargados o custodios del lugar abusaban sexualmente de los niños pequeños. “‘Mamá Rosa’ se hacía la desentendida, pero a veces, por miedo, los niños y las muchachas negaban que eran violados”.
Carlos Pantoja nació en Morelia hace 18 años, a los 10 su padre lo llevó al albergue por su mal comportamiento. “Me escapé en 3 ocasiones, regresé a mi casa, pero mi papá me regresó a putazos. Está separado de mi mamá y no quiere saber nada de mí”, dice el joven.
Él era el encargado de recoger los cheques de benefactores, y era enviado por la propia ‘Mamá Rosa’. Hoy cuenta que no entendía por qué Verduzco guardaba dulces, juguetes, ropa, medicamentos y comida, que muchas veces se echaba a perder, en lugar de repartírselos.
Al momento, la Procuraduría recoge testimonios de quienes vivían en la casa, mientras que los custodios estás detenidos.