Derrame de crudo en el Golfo de México, un año después
El presidente Barack Obama recordó ayer a los 11 trabajadores muertos cuando, hace un año, se incendió y hundió la plataforma de perforación petrolera Deepwater Horizon en el Golfo de México, calificado como el peor desastre ecológico en la historia de EE.UU.
El Mandatario prometió, además, hacer “lo que sea necesario” para restaurar la costa del Golfo de México, donde se derramaron alrededor de 4,9 millones de barriles de petróleo y resultaron afectados 4.800 kilómetros de costa.
El crudo se filtró al mar durante tres meses antes que que el pozo dañado pudiera ser sellado, y el derrame tuvo un efecto devastador en los residentes de la costa del Golfo, en el ecosistema y en las vitales industrias del turismo y la pesca. La marea negra fue 19 veces más grande que la causada en 1989 por Exxon Valdez.
Doce meses después, el Golfo sigue padeciendo una economía rengueante y los pescadores continúan sin levantar cabeza, pero unos pocos han logrado lo que parecía impensable: hacer negocio con las secuelas del vertido. El otro capítulo pendiente es la batalla por salvar el ecosistema que seguirá librándose aún por décadas, según predicciones científicas.
Aunque la mayoría de las playas se han abierto ya al turismo y los rastros de alquitrán son prácticamente invisibles, no se puede descartar nuevos estragos en la costa afectada.
En alta mar, apenas 2.500 de los 220.000 kilómetros cuadrados que se cerraron a la pesca siguen clausurados, aunque el deterioro de las marismas impide que prosperen las gambas y ostras que solían sostener la economía de la costa. Tampoco levantan cabeza las más de 400 tortugas en peligro de extinción que resultaron contaminadas, aunque otras especies se han recuperado casi por completo, como los pelícanos, cuyas alas manchadas de negro protagonizaron millones de fotografías.