Delegados marcan las diferencias
Oslo.-
Con la mediación de Noruega y Cuba, el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) iniciaron ayer formalmente, en Oslo, la segunda fase de una negociación en la que mostraron las diferencias que deberán zanjar para firmar un acuerdo de paz y poner fin al conflicto armado que se extiende por casi medio siglo.
La jefa de la sección de paz y reconciliación del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega, Tone Allers, dio la bienvenida a la apertura del proceso de paz, que se trasladará a Cuba partir del 15 de noviembre. Mientras el representante de Cuba, Carlos Fernández de Cosío, garantizó que, en su papel de garante, se “regirá por el espíritu de solidaridad, respeto y discreción”.
Durante sus intervenciones en el acto de constitución de la mesa de diálogo en Hurdal, a las afueras de Oslo, los negociadores del Gobierno de Colombia y de las FARC dejaron ayer patentes sus discrepancias sobre las políticas de Estado y del sistema económico.
“Quiero reiterar a propósito de la cuestión minero energética que no estamos discutiendo el modelo de desarrollo económico, no estamos discutiendo la inversión extranjera”, dijo el jefe del equipo del Gobierno, Humberto de la Calle. “Para que eso se discuta en la agenda colombiana las FARC tienen que dejar las armas, hacer política y ganar las elecciones, pero en este momento eso no hace parte de la mesa”, advirtió el jefe negociador.
Luego de una combativa intervención inicial de las FARC, de la Calle tuvo que manifestarse para exigir el respeto de los cinco puntos previamente establecidos en la agenda de la negociación.
En el proceso, y bajo el principio de “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, las partes discutirán políticas de desarrollo agrario, garantías para el ejercicio de la oposición política, el fin del conflicto, la solución del narcotráfico y la reparación de las víctimas, explicó el jefe negociador. “Este es un momento de esperanza, no es una esperanza ingenua, sabemos que hay dificultades enormes, tenemos una dosis de optimismo, pero es un optimismo moderado”, aseguró previamente.
Igualmente volvió a mencionar que considera crucial la “confidencialidad” en las negociaciones para evitar que se filtre información que pueda malograr el proceso. También reiteró llegar con una “dosis de optimismo moderado” sobre el éxito de los diálogos de paz.
Durante su participación, de la Calle invitó a las FARC a ser parte del cambio social que necesita Colombia para iniciar realmente el proceso de paz. “No queremos catequizar ni convencer de nuestras ideas políticas. Queremos convenir en una agenda para que las FARC expongan sus ideas y tengan la oportunidad de participar en la transformación de la realidad social de Colombia”, afirmó el vocero de la delegación del gobierno colombiano.
FARC
El jefe de los negociadores de la guerrilla de las FARC, Luciano Marín, alias “Iván Márquez”, manifestó que su organización había ido a Oslo, desde el Macondo de la injusticia, “con un sueño colectivo de paz, con un ramo de olivo en nuestras manos”. Sin embargo, realizó una enérgica crítica a las políticas capitalistas del gobierno colombiano e instó al pueblo a que participasen en el proceso del cambio.
Márquez, a quien se considera como el segundo jefe del grupo detrás de Rodrigo Londoño, alias "Timochenko", hizo énfasis en que la paz no consiste solo en silenciar los fusiles, sino en lograr una profunda transformación del Estado, que debe incluir cambios económicos, sociales y militares. Además, de que su país deje la “sumisión” frente a Estados Unidos.
Al profundizar en el último aspecto, Márquez dijo que el gasto militar en Colombia equivale al 6,4% del Producto Interno Bruto, al que catalogó como “uno de los más altos del mundo”, y criticó que por lo menos 90.000 efectivos de las Fuerzas Militares estén asignados a tareas de vigilancia vinculadas con las firmas multinacionales.
Asimismo, dijo que EE.UU. entrega anualmente a Bogotá 700 millones de dólares en el marco del Plan Colombia, una estrategia que busca luchar contra el narcotráfico y que ha involucrado también el combate a los grupos guerrilleros.
“No más sumisión a Washington, no más subordinación al Comando Sur (del Ejército de Estados Unidos)”.
Márquez también dedicó gran parte de su intervención a criticar a las multinacionales, a las que acusó de explotar de forma irregular los recursos naturales colombianos y de provocar daños ambientales.
El portavoz de las FARC, que en los años 80 fue congresista y también cumplió un papel protagónico en el anterior proceso de paz durante el gobierno de Andrés Pastrana, expresó que la paz no depende de un diálogo entre dos partes enfrentadas, sino que debe dar cabida a todo el país, al pueblo. "La paz no dependen de un acuerdo entre voceros de las partes contendientes, le corresponde al pueblo", dijo Márquez, tras lo cual comentó que la negociación no debe ser "contrarreloj", pues eso la conduciría "a un precipicio de frustración".
Las palabras de Márquez fueron interpretadas como un mensaje al gobierno, que ha insistido en que la negociación no debe durar años sino meses.
En otro orden de ideas, Márquez dijo que el líder guerrillero Simón Trinidad, quien se encuentra encarcelado en Estados Unidos, ha manifestado su disposición a participar en los diálogos, y añadió que Washington “haría un gran aporte a la reconciliación de la familia colombiana facilitando la participación de Simón de cuerpo presente”.
Por último, le pidió a la prensa que no siguiera “actuando como juez inicuo del proceso” e hizo un llamado a no permitir “que los manipuladores de opinión desvíen el rumbo de esta causa.
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