Decreto Obama: El imperio contra el Estado Nacional

El decreto del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, según el cual Venezuela sería “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad y la política exterior de EE.UU.”, es la más reciente agresión de una espiral de presiones y desestabilización que ejecuta el gobierno estadounidense contra la Revolución Bolivariana desde hace 16 años. Su objetivo es socavar metódicamente los pilares de la soberanía e inhibir el funcionamiento del Estado Nacional en Venezuela.

El decreto de Obama es una intimidación no solo contra el gobierno, sino contra los poderes que legalmente constituyen el Estado venezolano. Se busca quebrantar el apoyo que este tiene, minar sus instituciones y perturbar la paz social con fines políticos. Cuando EE.UU. sanciona a una fiscal venezolana por hacer su trabajo, a un militar o policía por restablecer el orden, la medida constituye un acto de injerencia en los asuntos internos de Venezuela, se violan los derechos al debido proceso, la defensa y la presunción de inocencia. El irrespeto por el Estado de Derecho en Venezuela y el acoso a sus funcionarios es una muestra del extralimitado poder imperial de EE.UU.

Se aspira a reeditar el Chile de 1973, al instigar a la violencia vandálica bajo la fachada de disidencia pacífica, a la desestabilización económica y el caos que presione un golpe de Estado afín a sus intereses e inversiones por la vía violenta, ante la imposibilidad de lograrlo por mecanismos democráticos. La guerra económica es parte integral de esta última estrategia. Al sabotear el buen desarrollo de la economía, provocando acaparamiento, especulación, contrabando y escasez de los bienes necesarios para la vida, se altera la vida cotidiana de los ciudadanos y se pretende desmoralizarlos para que se rebelen contra el gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro, e inducirlos a que voten contra sus propios intereses en las próximas elecciones parlamentarias a realizarse a finales de este año.

El politólogo y sociólogo argentino Atilio Borón asegura que EE.UU. ha instigado a la violencia y se ha convertido en cómplice de las acciones vandálicas de la oposición, al desconocer el triunfo del presidente constitucionalmente electo Nicolás Maduro. Pese a que el sistema electoral venezolano ha sido definido por el expresidente estadounidense Jimmy Carter como “el mejor del mundo”, el subsecretario adjunto para América Latina del Departamento de Estado de EE.UU., Alex Lee, expresó recientemente en relación a las próximas elecciones parlamentarias que se celebrarán en Venezuela: “Unos resultados creíbles de las elecciones podrían reducir las tensiones en Venezuela”.

¿Qué son unos resultados creíbles para el Departamento de Estado? Si la credibilidad de las elecciones parlamentarias depende para EE.UU. de la victoria de la oposición ¿gritarán fraude al enterarse de la nueva victoria popular bolivariana que se avecina? ¿Utilizarán este pretexto para continuar promoviendo una revolución de colores en Venezuela, tal como lo hicieron en Serbia, en Georgia o en Ucrania? ¿O buscan con estas declaraciones el apoyo de funcionarios del CNE para tergiversar los resultados? Infortunadamente, las pruebas fehacientes de injerencia por parte de EE.UU. hacen posible todas estas tesis.

En su afán por acabar con el modelo socialista, antineoliberal e impulsor de un mundo de múltiples polos de poder, el Premio Nobel de la Paz obvió que en Venezuela la base principal del proceso socialista reside en el Poder Popular, y que las mujeres y hombres que lo conforman no se dejarán ni presionar ni sobornar. Inspirados en la grandeza de Bolívar y Chávez ante la adversidad, hemos debido prever múltiples escenarios, no obstante, como defensa primera del Estado Nacional apelamos a la verdad, la sensatez y la diplomacia de paz.