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El excampeón de motonáutica fue una figura destacada en el gobierno de Carlos Menem

Daniel Scioli, defensor del kirchnerismo y favorito para ser presidente de Argentina

El gobernador de Buenos Aires y candidato presidencial por el gobernante FPV, Daniel Scioli, durante un mitin en Quilmes, provincia de Buenos Aires. Foto: AFP
El gobernador de Buenos Aires y candidato presidencial por el gobernante FPV, Daniel Scioli, durante un mitin en Quilmes, provincia de Buenos Aires. Foto: AFP
21 de octubre de 2015 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Buenos Aires

Excampeón mundial de motonáutica, criado en una familia de clase alta porteña y de escaso carisma pero de un gran pragmatismo, Daniel Scioli está a un paso de convertirse en presidente electo de Argentina que dará 16 años ininterrumpidos de kirchnerismo, el progresismo peronista que llegó al poder en  2003 de la mano del fallecido presidente Néstor Kirchner, del que fue su vice.

Scioli, a los 58 años, es hoy el gran favorito para ganar las elecciones del 25 de octubre como candidato del oficialista Frente para la Victoria (FPV), que lo miró siempre con desconfianza y debió aceptar su candidatura a regañadientes por el peso de las encuestas. De ganar, sucederá el 10 de diciembre a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) tras sus 2 mandatos consecutivos. Su principal rival es Mauricio Macri, el alcalde de la ciudad de Buenos Aires y candidato de la alianza derechista, Cambiemos, con quien curiosamente mantiene una amistad de 25 años, algo resquebrajada por la campaña electoral.

Tal vez el principal mérito de Scioli desde que se lanzó a la política en 1997 haya sido su capacidad para ubicarse siempre en los primeros planos y reciclarse como un dirigente exitoso en el cambiante universo ideológico del peronismo. Primero comenzó en las filas del menemismo (de la mano del exmandatario neoliberal Carlos Menem, a quien le profesa aun hoy su “cariño”), luego se pasó a las huestes del duhaldismo (del derechista exmandatario provisional Eduardo Duhalde) y recaló finalmente en el kirchnerismo, un movimiento donde siempre fue visto como “sapo de otro pozo” y debió enfrentar peleas con el matrimonio Kirchner, en sus distintas presidencias y con sus máximos dirigentes.

Pero ¿quién es y qué piensa Daniel Osvaldo Scioli, considerado por muchos un “kirchnerista light”? Nació el 13 de enero de 1957 en una familia rica de la ciudad de Buenos Aires. Su padre, que se llamaba igual que él, fue dueño de la cadena de electrodomésticos Casa Scioli. A los 20 años, en 1977, en plena dictadura militar, debió afrontar el secuestro de uno de sus hermanos (José) por parte de un grupo armado. Scioli tuvo que asumir el rol de negociador. Finalmente su hermano fue liberado tras el pago de un rescate.

Scioli se codeó siempre con el sector acomodado de la sociedad porteña. Abandonó sus estudios universitarios de marketing (que completó recién este año) para dedicarse de lleno a un deporte que le apasionaba: la motonáutica. En 1986 empezó su carrera deportiva y enseguida escaló varias categorías obteniendo el subcampeonato mundial de la clase 6 litros del offshore. Pero 3 años después un hecho marcaría su vida: perdió su brazo derecho durante una carrera en el delta del Río Paraná en un grave accidente con su lancha.

Sin embargo, siguió compitiendo y conquistó varios torneos en diferentes categorías de motonáutica, entre ellos clase II (1992), Superboat (1994), Production A y Superboat (1995) y Sportman B y Superboat (1996). En esos años su lancha La Gran Argentina era conocida por todos y él mismo era un personaje popular. En 1997 se retiró de la actividad e hizo el salto a la política, aunque nunca se alejó del deporte y aun hoy se hace lugar en su agenda para jugar al fútbol 5 con su equipo, La Ñata.

Eran los años más fuertes del neoliberalismo y el entonces presidente Menem necesitaba figuras populares para ganar la elección de medio término de aquel año. Scioli aceptó la invitación presidencial y en los comicios fue electo diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires. Su esposa, Karina Rabollini, era por entonces una conocida modelo y empresaria, con quien no tuvo hijos; se divorció en 1998 y se volvió a unir en 2003. Sin embargo, Scioli tiene una hija, Lorena, nacida en 1978, a la que tuvo que reconocer tras un juicio de filiación cuando era una adolescente y que le dio una nieta, Camila.

En los años noventa Scioli se convirtió en un férreo defensor del modelo neoliberal impuesto por Menem. Videos con sus posturas políticas, como su defensa de las privatizaciones de las empresas del Estado, circulan aun hoy en las redes sociales. Ya en la cámara de Diputados, Scioli fue elegido presidente de la Comisión de Deportes. Cuatro años después fue reelecto en el cargo.

Tras la salida de Menem del poder, Scioli se reacomodó en la estructura peronista en las filas del duhaldismo, el sector liderado por Eduardo Duhalde, enemigo acérrimo del expresidente y que asumió la presidencia provisional en 2002 tras la caída del gobierno de Fernando de la Rúa en la peor crisis social y económica de la historia argentina. Scioli fue designado entonces secretario de Turismo y Deportes.

En las elecciones presidenciales de 2003, Duhalde eligió al entonces ignoto gobernador de la patagónica provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner, como su candidato para enfrentar a Menem dentro del peronismo y colocó a Scioli como su vice. La fórmula Kirchner-Scioli triunfó sobre el caudillo neoliberal.

Pero pronto Kirchner impuso su impronta progresista y se enfrentó con Duhalde, que encaraba la derecha peronista. Scioli no dudó: abandonó el duhaldismo y se unió al movimiento naciente, aunque pronto comenzaron los cortocircuitos. En concreto Kirchner le reclamaba su falta de “alineamiento” a ciertas posiciones de la Casa Rosada, en especial en materia de revisión del pasado y los juicios a los genocidas, y algunas “ambiguedades” ideológicas.

La relación siguió con altibajos en los 4 años de mandato. Con perfil propio y siempre con alta medición en las encuestas, Scioli fue el candidato kirchnerista a la gobernación de la provincia de Buenos Aires en 2007, las que ganó con holgura, y ratificó su cargo en el 2011.

En estos últimos 8 años, la relación con la sucesora de Kirchner, su esposa Cristina Fernández, tuvo los mismos cortocircuitos de los primeros años. En general, el “kirchnerismo puro” siempre le criticó sus posturas dialoguistas, su acercamiento al empresariado y al sector del campo más enfrentado al gobierno y su relación cordial con el Grupo Clarín, el emporio mediático que se ha convertido en el vocero de la oposición. Sin embargo, Scioli nunca abandonó el barco kirchnerista, ni siquiera en los momentos más difíciles, como en 2008 en pleno lock out patronal del campo o en vísperas de las elecciones de 2013, cuando un sector importante de dirigentes kirchneristas se pasaba a la oposición siguiendo la estela de las encuestas.

En ese entonces se produjo la salida del exjefe de gabinete y hoy candidato presidencial opositor Sergio Massa, quien durante meses coqueteó con Scioli para que se sumara a su emergente frente Renovador peronista. Pero Scioli siguió fiel al kirchnerismo y debió soportar furiosas críticas del massimo. De hecho, la esposa de Massa, Malena Galmarini, lo tildó de “forro” (un fuerte insulto en el país austral que alude a un preservativo) por no abandonar al gobierno cuando ambos se cruzaron en un pasillo de un canal de televisión. Luego, debió pedirle disculpas públicas.

Y es esa “fidelidad” la que hoy le reconocen los “kirchneristas puros”, más allá de las dudas que aún mantengan. “Scioli atravesó los últimos 12 años dentro de la experiencia kirchnerista y en momentos críticos mantuvo la fidelidad al proyecto político”, aseguró el secretario nacional de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional y fundador del espacio Carta Abierta, Ricardo Forster.

Pero la aceptación de su candidatura presidencial fue un recorrido muy extenso. Varios dirigentes kirchneristas lanzaron su postulación para frenar a Scioli. Solo quedó en pie, hasta último momento, la del ministro del Interior, Florencio Randazzo. Pero las encuestas —que favorecían por amplio margen al actual gobernador bonaerense— terminaron de convencer a los descreídos. Finalmente Cristina Kirchner, imposibilitada por la Constitución de aspirar a un tercer mandato, bendijo su candidatura presidencial, pero a cambio lo blindó con su mano derecha, el secretario Legal y Técnico, Carlos Zanini, como su candidato a vice, y con una amplia gama de dirigentes “puros”, en especial del ala juvenil La Cámpora, en las listas para el Congreso de la Nación.

Hoy Scioli defiende el modelo kirchnerista y elogia a Néstor y Cristina Kirchner, quien “hicieron —dice— todo lo que faltaba” hacer en el país. “Voy a cambiar lo que haga falta cambiar y profundizar lo que haya que profundizar”, sostiene.

“Scioli —resume Forster— cambió su discurso y definió metas. Su propia idiosincrasia se verá en la cancha”. (I)

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