El caso Cristina Cifuentes aísla más al PP de Rajoy
La crisis política desatada por la presunta falsificación del expediente académico de la presidenta de Madrid, la conservadora Cristina Cifuentes, sitúa al Partido Popular (PP) cerca del abismo. Ni el inesperado balón de oxígeno que le lanzó este fin de semana Mariano Rajoy parece que frenará su caída.
Madrid, el último de los grandes bastiones electorales del PP, se apresta a cambiar de manos en los próximos días cuando el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) anunciará una moción de censura con todos los visos de prosperar.
Los socialistas cuentan con el apoyo de Podemos y, probablemente, también de Ciudadanos (aliado del PP en el gobierno central).
El mazazo de su expediente académico falsificado, delito tipificado en el Código Penal, fue demasiado contundente, incluso para una política como Cifuentes, indemne entre los múltiples casos de corrupción que golpean a su partido.
“En España dimitir es fatal; resistir es lo que se lleva”, dijo Esperanza Aguirre, su archirrival en la dirección regional del PP. El tiempo y los hechos corren en contra de la presidenta madrileña.
Cada día que pasa se descubren datos más truculentos sobre la forma como obtuvo su máster en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Por ejemplo, el viernes trascendió que una profesora fue amenazada para que estampara su firma en un acta académica elaborada años después de completarse.
Hasta ahora Cifuentes se dedica a atacar sin compasión la dirección del centro, una universidad privada creada en 1996 por académicos afines al PP para neutralizar el influjo socialista que provocaba la Universidad Carlos III.
El problema es que la defensa de la presidenta madrileña puede arrastrar a la URJC a su hundimiento. La primera víctima es el director del máster, Enrique Álvarez Conde, suspendido de sus funciones tres semanas después de desatarse el escándalo.
Lejos de aplacarse, los efectos sobre la opinión pública también comienzan a ser destructivos para la presidenta de Madrid.
Sondeos publicados este fin de semana reflejan que el 90% de los madrileños considera que la dimisión es irrevocable. Ciudadanos, partido en ascenso que no decide nada importante sin leer las encuestas, captó la indignación de la ciudadanía.
Al PP no parece importarle esta situación. Pero la realidad es que la conducta de Cifuentes rivaliza con Cataluña en la cabecera del ranking de las crisis políticas de España.
El partido conservador prioriza el acuerdo que tiene firmado en Madrid con la formación de Albert Rivera, a quien colocó en la compleja tesitura de mantener su apoyo a Cifuentes o “entregar el gobierno de la comunidad a la izquierda”, como el sábado anunció Rajoy.
El caso de Cifuentes es visto como un insulto a la meritocracia y al prestigio de las universidades españolas.
Esta misma semana se puso bajo la lupa las titulaciones de los políticos del país y nadie se salva. El primero en caer fue un diputado gallego de Podemos que dimitió tras desvelarse que se inventó un título de ingeniero industrial. También el líder del PSOE en Madrid rectificó que no terminó la licenciatura de matemáticas que figura en su ficha profesional.
De igual manera, en el PP el portavoz, Pablo Casado, tiene una semana que intenta capear el temporal ante las acusaciones de exagerar su currículum académico con un curso en la prestigiosa Universidad de Harvard, que en realidad realizó en la localidad madrileña Aravaca.
Y así uno tras otro hasta alcanzar a nueve políticos en activo, la mayoría de los grupos parlamentarios. Pero la gran diferencia con la presidenta de Madrid es que nadie expuso su credibilidad a una evaluación pública.
Al menos eso es lo que piensa una experta en gestión de la comunicación, como Isabel González, para quien “no decir la verdad cuando estalla una crisis, carecer de un protocolo de actuación ante un conflicto, rechazar las ambigüedades en sus explicaciones y descontrolar su estrategia de defensa” se convirtieron en losas demasiado pesadas para reflotar una carrera política.
Actualmente, desbordada por el escándalo de Cristina Cifuentes solo le auguran su retirada. La inquietud en el PP por las repercusiones electorales no tardará en llegar. (I)