Conmoción social por la quema a lo bonzo de un sacerdote maya en Guatemala
El video de un hombre corriendo en llamas por un campo en Guatemala conmociona a parte de la sociedad, que pide castigo para quienes lincharon al sacerdote maya Domingo Choc, acusándolo de brujería. La fiscalía de ese país ya inició las investigaciones para dar con los responsables.
El hecho ocurrió el sábado por la noche en la comunidad de Chimay, en San Luis Petén, al norte de la capital, cuando un grupo de hombres llegó a casa de Choc, de 55 años, y se lo llevó acusándolo de haber hecho brujería sobre la tumba de un familiar fallecido.
Los agresores lo habrían torturado durante más de 10 horas. “Lo pasaron golpeando toda la noche. En la mañana le rociaron gasolina y le prendieron fuego”, dice Yulma Rojas, auxiliar fiscal que lleva el caso.
El video muestra a Choc corriendo en llamas pidiendo auxilio, sin que nadie intente detenerlo y apagar el fuego. Tras unos minutos cae al suelo.
Domingo Choc Chen era un científico maya, dice Mónica Berger, antropóloga médica de la Universidad del Valle de Guatemala, quién lo conoció y le llamaba “Abuelo Domingo”. Agrega que era parte de la Asociación de Concejos de Guías Espirituales Releb’Aal Saq’E (ACGERS), con la que trabajaba en temas de medicina natural.
El Ministerio Público solicitó siete órdenes de aprehensión contra los posibles responsables del linchamiento. Por lo menos cinco son miembros de una sola familia, además de un hombre identificado como Ovidio Ramírez, quién le habría dicho a la familia que fue Choc quién lo envió a dejar tierra a la tumba de su familiar para hacer brujería.
El sacerdote participaba en varios proyectos de investigación científica sobre medicina maya para elaboración de documentos y libros que acrediten y sean un legado sobre el conocimiento ancestral maya de las medicinas naturales en colaboración con universidades de Suiza e Inglaterra, dice Berger.
Según Berger, Choc era un Ajilonel, especialista médico maya, una especie de terapeuta experto en medicina natural, que estaba elaborando investigación para otros ensayos científicos con caminatas en bosques en busca de medicina natural, “pero por el coronavirus se suspendieron las caminatas y el trabajo de campo”.
“Haberlo asesinado es como que hubieran quemado una biblioteca. Tenía un conocimiento vasto y antes de poder documentarlo todo lo asesinaron, es una pérdida enorme”, expresa la antropóloga entre lágrimas.
La profesional asegura que espera que se haga justicia “Sobre todo para dejar muy claro ese mensaje de que los herbalistas no son brujos”, dice. Además que hay que concientizar de esto a ciertas comunidades, que les cuesta entender por prejuicios que los estigmatiza.
Berger dijo que en la comunidad hay otros herbalistas y sacerdotes mayas que ahora temen por su vida.