Fujimoristas por todos lados en el parlamento peruano. El periodo legislativo 2016 - 2021, se instaló con el juramento de los 130 congresistas electos que tiene una mayoría absoluta a favor de Fuerza Popular, partido político encabezado por Keiko Fujimori, representado por 73 parlamentarios.

La distancia con la segunda fuerza política es vasta. El izquierdista Frente Amplio sumó 20 congresistas para dejar el tercer lugar a los 18 representantes de la tienda gobiernista Peruanos por el Kambio, y más atrás todavía a los 9 legisladores de Alianza para el Progreso, los 5 de Acción Popular, y los 5 del Apra.

Esta configuración de fuerzas políticas hizo que, en el debate nacional, el Congreso ocupe el lugar del principal obstáculo ha superar para el cumplimiento de las metas trazadas por el presidente electo, Pedro Pablo Kuczynski. No es para menos. Tras su apretada derrota en las urnas, el fujimorismo se encargó de emitir señales reiteradas de su escasa vocación para el diálogo y el acuerdo con los nuevos actores políticos. Las declaraciones de sus voceros (desde frases como “Ya saben de quién es el Congreso”, hasta “No estamos para escuchar a las minorías”) anticipó las condiciones complejas que el Ejecutivo hallará a la hora de proponer leyes o atributos especiales que faciliten la gobernabilidad.

De cara a la posesión de la mesa directiva del 27 de julio, dos temas se causaron inquietud.

Por un lado, y como ordena la Ley, el congresista con mayor votación a nivel nacional fue el encargado de tomar juramento a sus colegas previa instalación de la primera sesión del parlamento. Ese lugar fue ocupado por Kenji Fujimori, hijo menor de Alberto, “El Chino”, condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad.

De entrada esta circunstancia incomodó a más de uno. La movilización masiva que se vivió los últimos días de campaña para evitar el retorno del fujimorismo al Poder Ejecutivo dejó la clara impresión de que en el país la tensión entre distintas fuerzas políticas se asienta, con especial fuerza, en lo simbólico. Juramentar frente al hijo del exdictador, responsable de uno de los gobiernos más corruptos que se recuerda en las últimas décadas, es un tema que activó posiciones irreconciliables. Los congresistas del Frente Amplio, por ejemplo, dejaron clara su posición al mencionar que, si de ellos dependiera, no hubieran jurado en esas condiciones. Pero, de no hacerlo, la Ley impide que ellos puedan ejercer el rol para el que fueron electos.

Por otro lado, pero en la misma línea, una vez posesionado el Congreso eligió a sus principales autoridades, encabezadas por quien ejerza la Presidencia. Luz Salgado, una de las congresistas más leales a Alberto Fujimori, ocupará ese cargo.

Con la mayoría absoluta a su favor, Salgado es la Presidenta del Congreso del Perú. Su nombramiento, sin embargo, activó una serie de críticas que hallan justificación en el pasado.

Salgado es la parlamentaria con más años en el Congreso, su primera elección data de 1992. Asidua defensora del fujimorismo frente a denuncias de corrupción e irrespeto a los Derechos Humanos. También ocupó de forma transitoria la Presidencia del Congreso en 2001, en plena caída del régimen fujimorista y ahora, quince años después retomó la dirección del parlamento.

En una reciente entrevista concedida al diario peruano El Comercio, Salgado se mostró alterada al ser consultada por su presencia en uno de los vladivideos, filmaciones hechas por Vladimiro Montesinos en las que se grabaron a decenas de políticos peruanos recibiendo coimas y señaló “no voy a seguir en el tema del pasado...”. (I)