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La guerrilla del ELN suspendió acciones ofensivas y no descartó negociar un pacto de pacificación en Ecuador

Colombia inaugura la paz

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos (centro) y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, se dan la mano durante la firma del histórico acuerdo de paz en Cartagena.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos (centro) y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, se dan la mano durante la firma del histórico acuerdo de paz en Cartagena.
Foto: AFP
27 de septiembre de 2016 - 00:00 - Rafael Croda, corresponsal en Bogotá

En una emotiva ceremonia atestiguada por 13 mandatarios latinoamericanos, el presidente colombiano Juan Manuel Santos y el jefe máximo de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Timoleón Jiménez, Timochenko, firmaron el lunes en Cartagena un histórico Acuerdo de Paz que pone fin a 52 años de guerra.

Ante unos 2.500 invitados vestidos de blanco, entre los que figuraban cientos de víctimas del conflicto armado y al grito de “¡sí se pudo!”, Santos aseguró que a partir de este día en Colombia deben cesar los jóvenes sacrificados y las muertes de soldados, policías, campesinos y guerrilleros.

“Lo que firmamos hoy es una declaración del pueblo colombiano ante el mundo de que nos cansamos de la guerra, de que no aceptamos la violencia como medio para defender las ideas, de que decimos, fuerte y claro, ¡no más guerra!”, señaló el Mandatario.

“Colombianos”, dijo Santos, “cesó la horrible noche, cesó la horrible noche de la violencia que nos ha cubierto con su sombra por más de medio siglo”.
Timochenko, por su parte, pidió perdón a las víctimas que provocaron las FARC. “Ofrezco sinceramente perdón -dijo- por todas las víctimas del conflicto, por todo el dolor que hayamos podido causar en esta guerra”.

El jefe guerrillero dijo que la firma de la paz es, para las FARC, el paso definitivo de la forma de lucha clandestina y armada a la vida política legal, en la cual, a partir de ahora, defenderán sus ideas y su plataforma social. “Que nadie dude de que vamos hacia la política sin armas. Preparémonos también todos para desarmar las mentes y los corazones”, aseguró.

Dijo que, en lo sucesivo, la clave está en el cumplimiento de los acuerdos. “Nosotros vamos a cumplir y esperamos que el gobierno cumpla”, acotó Timochenko, quien vestía una guayabera blanca y un pantalón oscuro.

El jefe guerrillero reconoció la voluntad del presidente Santos para negociar la paz. Lo llamó “un valeroso interlocutor, capaz de sortear con entereza las presiones y provocaciones de los sectores belicistas, y a él le reconocemos su comprobada voluntad de construir el acuerdo que hoy se firma”.

También agradeció a Cuba su papel de garante del proceso de paz y de anfitrión de los diálogos. Mencionó al comandante Fidel Castro y al presidente Raúl Castro. Y dijo que el fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez fue un factor decisivo en el inicio de las conversaciones con el gobierno colombiano.

Cuando el jefe guerrillero estaba terminando su discurso, aviones de guerra de la Fuerza Aérea surcaron el cielo de Cartagena haciendo rugir sus motores, lo que hizo a Timochenko interrumpir su mensaje y alzar la vista. “Esta vez venían a saludar la paz y no a descargar bombas”, comentó con humor.

Santos reconoció la voluntad de las FARC para llegar a un acuerdo de paz y recordó que él fue, como ministro de Defensa, un “implacable adversario” de esa guerrilla. “Pero hoy, les reconozco que fueron dignos negociadores en la mesa de conversaciones, y que trabajaron con seriedad y voluntad, sin las cuales hubiera sido imposible llegar a este momento”.

Tanto el presidente colombiano como Timochenko evocaron al Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia y la frase concluyente de “Cien años de soledad” como definición de lo que significa este acto de paz: una “segunda oportunidad sobre la tierra”.

Santos y el jefe de las FARC sellaron así el fin de la guerra, y lo hicieron con el aval de la región y del mundo, a través del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon; de presidentes como Raúl Castro (Cuba), Michelle Bachelet (Chile), Rafael Correa (Ecuador), Enrique Peña Nieto (México) y Nicolás Maduro (Venezuela), del secretario de Estado estadounidense John Kerry y del enviado especial de la Unión Europea, Eamon Gilmore.

Entre los invitados había dos exguerrilleros que lucharon por sus ideales con las armas, que las dejaron para ingresar a la política legal, y que llegaron al poder por la vía electoral: el presidente salvadoreño Salvador Sánchez Cerén y el exmandatario uruguayo José Mujica.

Y estaban, también, 250 víctimas de la guerra que viajaron desde Bogotá, Medellín y Cali para atestiguar un hecho que les emocionó hasta el llanto, como también a muchos de los presentes. “¿Cómo no emocionarse con la paz después de tanto sufrimiento?”, dijo Beatriz Londoño, quien perdió a su esposo y a su hijo en la guerra, uno ejecutado por paramilitares y otro por guerrilleros.

Este conflicto, según el Centro de Memoria Histórica, ha dejado 218.000 muertos, 25.000 desapariciones forzadas, 27.023 secuestros, 1.982 masacres y 6 millones de desplazados, el 12% de la población del país. Y el hecho de que la guerra con las FARC se haya cerrado y de que al menos por ese conflicto no morirá un solo colombiano más, es lo que estuvo detrás de la celebración en la explanada del Centro de Convenciones de Cartagena.

Pero este día fue también de fiesta en todo el país.

En las plazas públicas de las grandes ciudades, de los poblados del interior, en las universidades, y hasta en los campamentos guerrilleros, varios miles de colombianos celebraron con música, baile, marchas y actos culturales.

Y es que los acuerdos de paz que se firmaron en Cartagena deberán ser ratificados en las urnas el próximo domingo durante un plebiscito en el cual medirán fuerzas los partidarios y los opositores de las negociaciones con las FARC.

Según todos los sondeos, el ‘Sí’ al acuerdo se impondrá este 2 de octubre y el fin de la guerra con la mayor guerrilla de Latinoamérica tendrá toda la legitimidad política.

Pero los partidarios del ‘No’, encabezados por el expresidente Álvaro Uribe, rondan, según las encuestas, el 30%. De hecho, ayer se hicieron presentes en varias de las celebraciones de la paz que se llevaron a cabo en todo el país.

En Cartagena, el propio Uribe y el ultraconservador exprocurador Alejandro Ordóñez encabezaron por la mañana un mitin a favor del ‘No’ a los acuerdos. Mientras en la explanada del Centro de Convenciones se daba la ceremonia, ellos hicieron un acto de repudio a la firma de la paz.

Por su parte, el presidente ecuatoriano Rafael Correa se refirió a la posibilidad de que la otra guerrilla colombiana, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), inicie pronto una negociación de paz con el gobierno de Santos. “Ojalá sea así, se han avanzado conversaciones. Ojalá sigan el ejemplo de las FARC”, dijo Correa.

El domingo, el comandante del ELN, Pablo Beltrán, anunció que esa guerrilla suspenderá acciones ofensivas durante el plebiscito de este domingo para permitir la participación de la gente, y dijo que ya hay una “hipótesis de acuerdo” para iniciar la fase pública de las negociaciones en Ecuador.

En esa misma ciudad, el senador Roy Barreras, uno de los negociadores del gobierno en La Habana –sede de los diálogos con las FARC— advertía a los promotores del “No” que los acuerdos no son renegociables, como ellos argumentan, y que si triunfa esa opción en el plebiscito todo lo pactado “se irá a la basura”.

Si gana el “No”, dijo Barreras, la mañana del 3 de octubre habrán quedado sin efecto el cese definitivo del fuego y el desarme de las FARC pactados en La Habana “y habrá que esperar a que llegue otro gobierno o a que pase una década para volver a sentarse con la guerrilla”.

De alguna manera, el acto de la firma de los acuerdos de paz y las celebraciones que se replicaron en el país se convirtieron en actos a favor del “Sí”, y no porque hubiera discursos y consignas de proselitismo político, sino porque en esos escenarios los hechos del fin de la guerra hablaron por sí solos.

Las víctimas hablan de reconciliación

Por ejemplo, las 250 víctimas del conflicto armado que acudieron a la ceremonia encabezada por Santos y Timochenko hablaron, con su sola presencia, de la necesidad de reconciliar al país y doblar la página de la confrontación, los odios y los ciclos de la venganza.

Marisol Garzón, hermana del humorista y activista por la paz Jaime Garzón, quien fue asesinado en 1999 en Bogotá, dijo que el mejor homenaje que se les puede rendir a los muertos en la guerra es la paz, para evitar que esos episodios se repitan.

El mismo secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, habló de que la verdadera paz requiere la reconciliación de Colombia. Y aseguró que el pacto con las FARC debe ser el inicio de un proceso de cambio profundo en el país que requiere “el aporte de todos”.

Así lo dijo en una misa que ofició en la Iglesia de San Pedro Claver en Cartagena y a la cual acudieron el presidente Juan Manuel Santos y los 15 mandatarios latinoamericanos que llegaron a esa ciudad caribeña para atestiguar la firma de la paz.

Los 3.000 guerrilleros de las FARC que se encuentran concentrados en los Llanos del Yarí, al sur de Bogotá, celebraron ayer, como la mayoría de los colombianos, la firma de la paz en Cartagena.

En pantallas gigantes de televisión instaladas en una gran tarima, los insurgentes siguieron en vivo la ceremonia y después bailaron hasta altas horas de la noche al ritmo de la Orquesta Aragón de Cuba, de Totó la Momposina y de la banda de rock y ska Doctor Krápula.

Es, para ellos, el inicio de una nueva vida. En los próximos días deberán comenzar a concentrarse en 27 zonas de ubicación donde una misión de Naciones Unidas verificará el cese definitivo del fuego y recibirá las armas que dejarán los guerrilleros. (I)

CRONOLOGÍA

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Correa alerta sobre nuevos problemas

Ecuador se prepara para el posconflicto

El acuerdo de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC podría desencadenar nuevos problemas para Ecuador, expresó el presidente Rafael Correa, antes de partir hacia Cartagena.  

Correa alertó que en esta clase de procesos se estima que cerca del 30% de las personas alzadas en armas no las dejan, sino que se dedican a actividades delincuenciales, creando nuevos grupos. Por ello Ecuador, con Colombia, ya se prepara para el posconflicto. El país destina anualmente $ 120 millones y despliega hasta 11.000 uniformados para proteger la frontera.

El Presidente rescató que siempre el costo de la guerra será mayor y “teniendo una frontera en paz sería el 80% menos de los recursos”. (I)

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