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La participación latinoamericana es nula en esta zona productiva

China presume su músculo industrial nacionalista

China presume su músculo industrial nacionalista
Fotos: Omar Jaén / EL TELÉGRAFO
24 de octubre de 2017 - 00:00 - Omar Jaén Lynch. Enviado especial a Pekín.

El escenario confuso se pintó de la siguiente manera: Un tropel de unos 80 periodistas provenientes de distintas latitudes del mundo se trepó a autobuses para recorrer “una provincia cercana a Pekín (Hebei)”.

Las dudas, así como las preguntas, bombardearon de inmediato a las señoritas que este lunes se hicieron cargo de las traducciones en el recorrido. Se limitaron a contestar que iríamos a una provincia vecina de la capital en donde “hay bastante producción”.

La realidad demostró que -luego de una hora y 45 minutos de trayecto- el grupo de comunicadores se encontró con un mundo distante al de Pekín. Caminos amplios y sin tráfico - de 8 carriles cada uno- en donde van y vienen camiones con productos. Vehículos que en muchos casos van por su tercer ‘flete’.

Cinco minutos después se descubrió ante los ojos de los pasajeros de los autobuses un mundo en donde los centros de acopios, vegetales, frutas y servicios primaban por doquier. Era el Parque Logístico de Productos Agrícolas Hebei Xinfandi, uno de los innumerables proyectos coordinados en la región de Pekín-Tianjin y la provincia de Hebei.

En la actualidad abarca 1,4 kilómetros de longitud; esta zona especial de comercio se nutre de centros de almacenamientos, comerciales, bloques de condominios, edificios repletos de empresas locales y unas cuantas internacionales (como Dole) y, sobre todo, rodeados de súper autopistas que permiten trasladar la producción que se cifra en 8.000 toneladas diarias.

Este sitio, que en su primera etapa tuvo una inversión local y extranjera de 5,4 mil millones de yuanes ($ 964 millones aproximadamente), arrancó sus operaciones el 29 de octubre de 2015 y creó más de 3.000 puestos de trabajo.

Las cifras escalofriantes y rentables a la vez dictan que hoy por hoy en esta zona hay 5.300 negocios que tienen influencia en 13 de las 23 provincias chinas.

Básicamente en este lugar se cristaliza esa vieja aspiración del ‘Granero de América”. A más de 16.700 kilómetros han hallado la fórmula para en un solo lugar concentrar la producción (16.000 toneladas al día) que luego servirá para alimentar a cerca de 500 millones de personas. Un esfuerzo inmenso, pero con ganancias similares: Se estima que en este cuadrante de 1,4 kilómetros se generan transacciones por 124 millones de yuanes ($ 19 millones) diarios.

La zona más ‘mimada’ por los líderes del proyecto es la del almacenamiento de frutas. Ahí, nuevamente entre el ir y venir de camiones, se apuntalan 72 bodegas exclusivamente para albergar banano. “¿Cuántas cajas del fruto provienen de Ecuador?”, es lo primero que se consultó. La repuesta tarda, pero llega. “Por el momento no hay banano ecuatoriano en el complejo”, atajó uno de los supervisores de los centros de acopio. Ante el desaire reflejado en los reporteros ecuatorianos, el directivo chino soltó una frase de consuelo: “Aún no hay, pero estamos negociando para ver si pueden venir en los próximos meses”.

No son invisibles, preferimos lo nuestro

Pero la desazón no es solo propia de los ecuatorianos presentes en la zona industrial, que genera 6.200 trabajos directos y 13.000 indirectos. Otro de los líderes del proyecto confesó que la participación en general de Latinoamérica es nula debido a la preferencia del proyecto a los productos nacionales. En cifras generales, el 80% de los productos que se comercializa en el Parque Logístico de Productos Agrícolas Hebei Xinfandi son chinos, el porcentaje restante viene de otros países asiáticos como Filipinas y Tailandia.

Mientras que, Latinoamérica se decide (o anima) a llegar a estos proyectos, el parque en el corazón de Hebei tiene previsto desarrollar una segunda fase en la que se invertirán 32,9 mil millones de yuanes ($ 5.600 millones) para implementar zonas de tratado comercial con otros países y áreas de turismo urbano. Así, las cabezas de este imperial proyecto estiman que generarán 150 mil millones de yuanes en transacciones ($ 23.000 millones), reducirán la cantidad de extranjeros en Pekín en 300.000 personas y bajarán las entradas de vehículos a la capital en 10 millones al año. Cifras estratosféricas para un proyecto digno de ese adjetivo.

Recientes estadísticas muestran que el Producto Interno Bruto (PIB) de Pekín, Tianjin y Hebei superaron el 10% del total nacional en 2016, con 7,46 billones de yuanes.
Y a 10 minutos en bus se llega a un condado llamado Dingxing que alberga a más empresas, no tan titánicas como las que hay en el proyecto del Parque de Xinfandi, pero igual de alucinantes.

En un perímetro de 20 cuadras se concentran cinco gigantescas empresas (Boadin Huai Mao Food Technology, Sister Mar Food and Development Project Base, Hebei Sea Mild Foodstuff, Hebei Strong Food Company y Boading Wu Heijao Company).

Decir “gigantescas” no es una venia gratis a estas fábricas, en realidad son complejos que ocupan -al menos- cinco cuadras cada uno y que emplean en promedio a 1.000 personas por marca oriundas, la mayoría, a la provincia donde radican y las zonas de influencia.

Producción de vegetales, distribución de salsa de soya, confites, jugos, gelatinas, licores de granos autóctonos son distribuidos a China entera con el esfuerzo de miles de manos oriundas de Hebei, sus alrededores y también -por si fuera poco- por una tecnología que cada vez más incluye a la robótica en sus sistemas.

Bajo esta nueva estrategia, el área Pekín-Tianjin-Hebei pronto se convertirá en una megaciudad de clase mundial y potencia económica. (I)

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