El gobernante obtendrá un nuevo mandato de 5 años
China eleva el pensamiento de Xi Jinping al nivel de Mao Zedong y lo convierte en mito
Nunca antes el salón de espera del Gran Palacio del Pueblo de Beijing vio a tantos extranjeros ir y venir. En este espacio, de 103 pasos de largo por 27 de ancho, se concentraron ayer centenas de periodistas de distintas latitudes del mundo, ávidos de conocer lo que sería el epílogo del XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCC).
En el centro de las conversaciones -y luego en el escenario principal- estaba Xi Jinping, el político que ha motivado esta oleada de comunicadores en el sitio sagrado de la política china. Periodistas locales y funcionarios confiesan que en esta ocasión se registró un récord de solicitudes para participar en la clausura del cónclave comunista (más de 600, según cifras oficiales).
El día histórico se sentía por toda la capital. El tráfico vehicular estuvo más pesado de lo normal y la entrada de la Plaza de Tiananmén -legendario sitio rodeado por el Gran Palacio del Pueblo, el Museo Nacional de China, la Ciudad Prohibida y el Mausoleo de Mao Zedong- estaba militarizada al extremo. Todo aquel que participó de la clausura del congreso pasó obligatoriamente por 6 puntos de revisión.
Así, como filas de hormigas, los asistentes tuvieron que esperar pacientemente para ingresar al salón del segundo piso.
Tras una hora y quince minutos de espera, los comunicadores llegaron al escenario principal del Gran Palacio, imponente, solemne como todo lo sagrado en la cultura china.
Para ese momento los participantes de la sesión -como Xi Jinping a la cabeza- ya estaban en su sitio para arrancar con la jornada. Solo faltaban los medios, invitados de lujo para un momento que será recordado en los libros de historia como clave en la historia de la República Popular China.
Tras el llamado al orden a los asistentes de las dos gradas (capacidad de 1.000 personas cada una), la voz del también secretario del PCC irrumpió para dar paso a la lectura de la secretaria del congreso. Ella sería la encargada de informar a los más de 2.287 delegados sobre las conclusiones de la cita que arrancó el miércoles anterior.
En total leyeron tres resoluciones: El informe presentado por el Comité Central de la organización, el informe de trabajo de la Comisión Central del Control Disciplinario y sobre el proyecto de revisión de los estatutos del partido.
Tras su conocimiento, Xi Jinping consultó a los delegados si tenían alguna objeción, a lo que las cabezas de los representantes respondían que no había negativas a las propuestas. Luego de la aprobación de documentos (todas de forma unánime) el salón se envolvía con aplausos sincronizados de los participantes del congreso que -por reloj- no superaban los 5 segundos.
Mientras las votaciones se daban, en las gradas se perdía la solemnidad del momento. Los cientos de periodistas -no los comunicadores fotográficos o multimedia, que estaban en la otra orilla del salón- conversaban, reían, se paraban en medio del discurso para tomarse una foto con un diminuto Xi Jinping en la parte posterior... La situación irritó a más de 10 guardias de seguridad que controlaban el lugar.
¿Qué motivó esta situación incómoda y hasta irrespetuosa? Siguiendo el nacionalismo tan arraigado de los chinos, la sesión no tuvo ningún tipo de traducción en auriculares o en pantallas de otro salón. Los cientos de comunicadores presentes tuvieron que ‘calarse’ la hora entera de sesión en mandarín y generó que más de uno olvidara la importancia de la ceremonia.
Solo cuando el mandatario tomó la palabra y extendió su discurso más de dos minutos fue cuando en las gradas se supuso que “había sido reelecto en el cargo”. En realidad nada más lejos de la verdad.
Xi Jinping habló sobre la importancia histórica que tuvo el congreso en el que se privilegiaron los proyectos que hace cinco años se establecieron: lucha implacable contra la corrupción, liberalización comercial con características chinas y el fortalecimiento del partido.
Este miércoles se conocerá (aunque en realidad es un hecho) si Xi Jinping es reelecto como secretario general del PCC y si extiende otros cinco años su comando al frente del país más poblado del mundo. En esa misma jornada se sabrá quiénes ocuparán las cinco vacantes que se abren en el Comité Permanente, los 11 asientos libres que quedarán en el Politburó y los cerca de 100 que se registrarán en el Comité Central.
Tras el discurso, la banda nacional de las Fuerzas Armadas chinas entonó el himno nacional. Un momento sublime para el Comité Central del partido y los delegados provenientes del país. Sin embargo, los músicos tuvieron que soportar las cámaras y filmadoras de los invitados extranjeros que nuevamente rompieron el protocolo para captar el ‘momento para el recuerdo’.
Delegados, miembros del Politburó, del Comité Permanente y el propio Xi Jinping abandonaron el lugar de forma rápida, casi coreografiada. Luego el turno le correspondió a los extranjeros en el sitio que, antes de abandonar el Gran Palacio, fueron dispuestos otra vez en filas para recibir los documentos del evento.
Las copias distribuidas estaban redactadas en los idiomas de todos los asistentes. Ya en las decenas de buses que permitieron desalojar inmediatamente la Plaza de Tiananmén, los cientos de periodistas pudieron comprender a cabalidad lo que habían presenciado.
No solo había sido el final del congreso del PPC más mediático jamás visto, sino que en esa sesión se había elevado a Xi Jinping a los altares políticos de China. Si bien su figura ya es omnipresente en el país, desde la tarde de ese martes el poderoso mandatario ahora se codea con el propio Mao Zedong y al líder teórico Deng Xiaping.
Retomando la parte medular de las resoluciones del congreso, el Comité Central del partido habla ya de “un pensamiento de Xi Jinping” que “supone una continuación y desenvolvimiento del marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Zedong, la teoría de Deng Xiaping, el importante pensamiento de la triple representatividad y la concepción científica del desarrollo”.
En buen romance -y como reafirmó el mismo documento párrafos más adelante- el “pensamiento de Xi Jinping es la guía de acción del socialismo con peculiaridades chinas de la nueva época”. Además “exige al partido unificar criterios y las acciones a la luz” de la filosofía del mandatario. (I)
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El PCC elige a su nueva directiva para 5 años
El Partido Comunista de China (PCC) dio a conocer ayer un nuevo liderazgo y eligió el Comité Central para dirigir el partido en los próximos cinco años. Alrededor de 200 miembros, más 170 suplentes, dirigen el partido gobernante.
El congreso también aprobó incluir en la Constitución del partido el pensamiento del presidente de China y líder del partido, Xi Jinping, sobre el socialismo con características chinas para una nueva era.
El congreso acordó enmendar los estatutos para incluir el concepto de “seguir el principio de lograr el crecimiento compartido a través de la discusión y la colaboración, y promover la Iniciativa de la Franja y la Ruta”, de acuerdo con la resolución.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta, propuesta por Xi Jinping en 2013, es con el objetivo de establecer una red de comercio e infraestructuras que conecte Asia con Europa y África a lo largo y más allá de las antiguas vías comerciales de la Ruta de la Seda. Se compone de la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI.
El cierre del XIX Congreso Nacional del PCC inició el martes, pero como es costumbre, el nuevo Comité Central mantendrá hoy su primera sesión plenaria el día siguiente a la conclusión del cónclave.
Al inaugurar el congreso el 18 de octubre, Xi Jinping calificó la corrupción como “la mayor amenaza” que afronta el PCC, que cuenta con más de 89 millones de miembros. (I)