La ciudad de Guangzhou, al sur de China tiene 16 millones de habitantes y sus autoridades resolvieron cerrar el distrito más grande, mientras trata de controlar un importante brote de COVID19, al suspender el transporte público y exigiendo a los residentes que presenten una prueba negativa si quieren salir de sus hogares.

El brote ha puesto a prueba el intento del gobierno de aportar una política más específica a su estrategia COVID cero, mientras enfrenta varios brotes impulsados ​​​​por variantes de Omicron de rápida propagación. China es el único país del mundo que todavía intenta frenar la transmisión del virus mediante estrictas medidas de confinamiento y pruebas masivas.

El distrito de Baiyun el más grande de la urbe con 3,7 millones de personas de Guangzhou, también suspendió las clases presenciales en las escuelas y cerró las universidades. Las medidas están destinadas a durar hasta el viernes, anunció la ciudad.

Mientras tanto, en Beijing, la capital reportó dos muertes más relacionadas con el COVID-19. El domingo, la ciudad reportó la primera muerte por COVID-19 en China en más de seis meses.

A principios de este mes, el gobierno anunció el relajamiento de algunas de sus políticas de COVID cero, como la suspensión de vuelos de aerolíneas que habían traído una cierta cantidad de pasajeros que dieron positivo. También redujo el tiempo requerido en cuarentena centralizada para llegadas internacionales de siete a cinco días.

La relajación de algunas medidas fue un intento de hacer que las políticas sean más “científicas y precisas”, ha dicho este lunes un vocero de la Comisión Nacional de Salud. Este fin de semana el aeropuerto internacional de Pekín canceló todo los vuelos domésticos desde la tarde del domingo hasta este 21 de noviembre, como medida de prevención de posibles casos de pasajeros que vienen del interior del país.