China a Occidente: No soy (ni quiero ser) el ‘nuevo imperio’
Beijing luce opaca: el ambiente propio de la entrada del otoño llevan a la megametrópoli a tener una imagen lúgubre, gélida (hasta 6º centígrados se registraron este domingo). Pero en la misma ciudad, en su corazón, hay un hervidero político que definirá al mundo -al menos- por los próximos 30 años.
El rostro de Xi Jinping -presidente omnipresente que está al tiro de igualar en influencia al mítico Mao Zedong- te recibe en las pantallas del aeropuerto, de los hoteles, de las casas de cambio, de los restaurantes... Es que el mandatario, de 64 años -nacido en Beijing, pero forjado política y filosóficamente en la aldea de Liangjiahe, en el norte del gigante asiático- acapara la atención de su país y del planeta mientras comanda -en su rol de secretario general- el XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCC).
Atrincherados en el Gran Palacio del Pueblo de Beijing están desde el pasado miércoles 2.287 delegados, elegidos por las distintas asambleas del partido, debatiendo lo que será el futuro del país, considerando que la planificación de los chinos -fiel a su cultura milenaria- no es a 5 o 10 años, sino de décadas.
Así el propio Xi Jinping, en el discurso de tres horas en la inauguración del congreso, marcó el territorio de lo que serán los debates y cuyos resultados se podrían dar a conocer entre el martes y miércoles de esta semana. China y su líder máximo no dejan nada al azar y desde ya proyectan sus metas para 2035 y 2050.
Más que un discurso, una teoría
Las más de 60 páginas que leyó Xi Jinping el pasado miércoles “condensan todo un pensamiento, una teoría que va a complementar el socialismo con características chinas”, comentó Milton Reyes, doctor del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN).
Es justamente esa frase “socialismo con características chinas” la que más se difundió en esa intervención y es una de las más utilizadas a la hora de entender el sistema político-económico de China.
Reyes explicó que en esa frase se sintetizan los pensamientos de Mao Zedong (marxismo-leninismo), la teoría de Deng Xiaoping (liberalización de la economía socialista) y la visión de la triple representatividad (rol del Partido Comunista en el proceso de modernización). Es esta receta la que mejor aclara la visión ideológica china, según el docente ecuatoriano.
Pero más allá de la retórica, Reyes destacó que Xi Jinping sentó las bases claras de lo que China desea ser para celebrar dos centenarios fundamentales: La creación del Partido Comunista (2021) y de la Revolución China (2049).
Teniendo en la mira esas fechas, en el XIX Congreso del PCC se discute cómo reducir la pobreza y lograr ser un país innovador y llegar a los límites del progreso en materia de ciencia y tecnología.
No hay socialismo sin una sociedad desarrollada
El mexicano Romer Cornejo es probablemente uno de los docentes de la región con mayores conocimientos sobre qué es la China actual y, sobre todo, su vínculo con Latinoamérica.
Cornejo, en su rol de habitual seguidor de los congresos del Partido Comunista chino, consideró que el discurso del miércoles anterior no trajo muchas novedades. La lucha contra la corrupción (solo en 2016 hubo 2.862 personas sentenciadas por este tipo de delitos), la apertura comercial y la reintegración económica del centro y oeste del país serán los pilares de lo que se prevé será el nuevo mandato de 5 años de Xi Jinping.
Para el profesor del Colegio de México, el Partido Comunista saldrá más robustecido del encuentro y proseguirá “en sus metas nacionalistas de desarrollo y recupera este axioma marxista en el cual no existe socialismo como tal sin una sociedad desarrollada, porque sin desarrollo el socialismo no pasa de ser un autoritarismo vulgar. La meta de China es sacar a millones de la pobreza para lograr una ‘sociedad acomodada’ con las que se podrían retomar metas del real socialismo”.
El axioma de no intervenir
Cornejo y Reyes coinciden en que la actual situación geopolítica de por lo menos la última década han llevado a China a ser una súper potencia, un sitial que no le agrada por completo.
“Ellos saben que han ascendido en estatus de poder global, lo que no les interesa es ser considerados como un actor que pretende crear hegemonía y peor buscar un liderazgo unilateral”, manifestó Reyes mientras reflexionó sobre el aumento de las relaciones políticas y comerciales entre China y América Latina.
Entre 2003 y 2006 los capitales de empresas chinas han aterrizado en la economía latinoamericana en cifras que bordean los $ 110.000 millones. El propio Xi Jinping ha prometido que hasta 2025 esa cifra llegará a los $ 250.000 millones.
Pero a pesar de esta inyección multimillonaria, Cornejo explicó que China “no se va a meter en asuntos políticos internos de ningún país y eso es un axioma” para ellos.
Este comentario es secundado por Reyes, quien recordó que las negociaciones hechas con Ecuador, por ejemplo, han tenido reglas paritarias entre ambos Estados. Agregó que los comentarios de sectores de la derecha latinoamericana que intentan hacer lucir a China como un ‘chulquero’ no tienen estudios que “comprueben que hay una afectación real porque también hay que contar con los costos de oportunidad”.
Para él, China no busca ser un Estados Unidos de las décadas del 80 o 90, sino que quiere ser visto como una potencia que “busca un destino común de la humanidad, pero no quiere decir que sea como la globalización, como un camino único, sino que con base en todas las diferencias todos los países se incluyan en un destino común de mayor bienestar”. (I)