César Acuña, el "candidato xerox" a la presidencia de Perú
El empresario de la educación que aspira a ser presidente de Perú empieza a sentir los efectos de, como él menciona, “haber sido golpeado como una piñata”. Las últimas semanas fueron una pesadilla para César Acuña, líder de Alianza Para el Progreso (APP), partido con el que compite por el voto popular.
Hasta finales del mes pasado, un promedio del 10% del electorado creía en sus propuestas de campaña. Su figura de emprendedor provinciano capaz de triunfar a nivel nacional generó expectativa e identificación, en un país que ese paradigma encarna el progreso y el ascenso social de gran parte de la población. Pero el 10 de febrero ese porcentaje que lo llevó a ocupar el segundo lugar en preferencia electoral empezó a erosionarse. Ahora ocupa el cuarto puesto en las encuestas reveladas por Datum Internacional.
Las razones para el descenso tienen que ver con la mentira. El 27 de enero, la Universidad Complutense de Madrid emitió un comunicado en el que difundió una investigación para aclarar si César Acuña había plagiado la tesis con la que, en 2009, obtuvo el grado de doctor en esa casa de estudio. Con esto, la universidad madrileña legitimaba una serie de denuncias en las que se aseguraba, usando software especializados en detectar copias académicas, que Acuña, el dueño de la Universidad César Vallejo (UCV), la segunda institución privada con más estudiantes en el país, había mentido en su tesis doctoral.
En la carrera política, como en la vida, un revés hunde o saca a flote a la persona. Los asesores de Acuña, el brasileño Luis Favre a la cabeza, apostaron por lo segundo. Escudado por sus candidatos al congreso, César Acuña declaró ante la prensa haber omitido, “por error”, el proceso adecuado para la cita de fuentes en su documento académico. Pedir disculpas a los autores agraviados era, en teoría, el paso siguiente para emerger del ojo del huracán en el que esa denuncia había dejado a su candidatura.
Una serie de criterios condicionaban el valor de sus declaraciones. Los otros 18 candidatos presidenciales (el número más alto en la historia del país) prefirieron mirar el otro lado de la culpa, ese que tanto parentesco guarda con el engaño. Las voces de Toledo, Fujimori, García, los más experimentados de la contienda política, apuntaron a este como el momento adecuado para disminuir al contrincante, acusándolo de mentiroso e incitándolo, en nombre de la decencia y la moral, a renunciar a su candidatura presidencial. Pero Acuña, hijo de una familia de agricultores, decidió adelantárseles: viajó hacia el interior del país y sostuvo numerosos mítines con los pobladores de los lugares más alejados de la capital. Allí, quien fuera rector de la UCV, se declaraba víctima de la clase política tradicional, de esa especie de poder hegemónico que “no admite que en el Perú un cholo sea presidente”.
Puede que en la biografía de Acuña, esta campaña sea comparada con un campo minado. Apenas intentaba alzar cabeza, desmintiendo aquí y allá una supuesta actitud consciente para el plagio, una nueva denuncia estallaba y echaba por los aires todos sus esfuerzos. El 5 de febrero, el profesor universitario Otoniel Alvarado Oyarce, denunció a la unidad de investigación de diario El Comercio, de Lima, que su exalumno y amigo César Acuña se había apropiado por completo del libro titulado ‘Política Educativa’, publicación que agrupaba una serie de artículos de autoría de Alvarado Oyarce.
Frente a los micrófonos, Acuña declaró que, entre él y Alvarado Oyarce, había una relación de coautoría, que incluyó el insólito acuerdo de publicar dos ediciones similares, diferenciadas apenas por el nombre del autor.
“No hace falta que César Acuña haya escrito el libro para que sea coautor -dijo Vladimir Paz de la Barda, uno de los más férreos defensores del candidato de APP- es suficiente que haya intercambiado ideas con el profesor Alvarado Oyarce”.
El “candidato xerox”, como es llamado ahora, parece que, para llegar a ser presidente -sin espacio para la ironía- tendrá que repetir el intento. (I)