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Cerca de 500 sobrevivientes están hacinados en cárcel

Cerca de  500 sobrevivientes están hacinados en cárcel
18 de febrero de 2012 - 00:00

Temerosos y aún bajo conmoción, unos 500 reos sobrevivientes del atroz incendio que dejó 356 muertos en el penal hondureño de Comayagua pasan los días en la incertidumbre, hacinados en las celdas, corredores y patios que no fueron devorados por las llamas.

Las autoridades decidieron por ahora mantener a los reos en lo que quedó de la cárcel de Comayagua, 90 km al norte de Tegucigalpa, casi la mitad de la cual fue consumida por el fuego en la noche del martes al miércoles por causas que se investigan con la participación de expertos estadounidenses.

Desde una torre a lo lejos es posible observar a grupos de reos, algunos pocos con tapabocas porque persiste el hedor a muerte, que tratan de acomodarse en las celdas que quedaron en pie, sobre cuyos techos hay colchones que se secan al sol, tras la acción de los bomberos.

Varios de los presos sobrevivientes tienen teléfonos celulares y llamaron a sus familias el día del siniestro para advertirles de lo que ocurría y, luego para avisarles de su estado.

“Yo no quiero que me mantengan en este penal, tiene una maldición que ya habíamos advertido, sabíamos que ese incendio iba a ocurrir tarde o temprano”, expresó  Marco Valladares  mediante un celular desde el cual se comunica con su esposa, Marta Abigail López, apostada en los portones de la prisión.

Valladares, quien purga una pena de 12 años por robo a mano armada e intento de asesinato -de los cuales aún le falta cumplir la mitad-, dice que insistirá en que lo trasladen de prisión.  Mientras recogía basura en el contorno del penal bajo la vigilancia de policías, otro de los sobrevivientes, Héctor Martínez, afirmó a periodistas que ha perdido definitivamente la tranquilidad.

“Antes que todo esto ocurriera me sentía tranquilo, pero hoy no deja de dar miedo a sabiendas que las instalaciones han quedado con daños. Si me trasladan, mejor”, consideró López.  Como él, otros reos también son autorizados a salir de sus celdas para alguna labor de rehabilitación de la penitenciaría.

“La cosa es que nadie está seguro cuando está en la cárcel, todos llegamos a sentir miedo en un momento, no sabemos si vamos a morir, hoy fue el incendio, mañana puede ser un motín, no sabemos”, sostuvo Jacinto Portillo, de 53 años. 

La prisión de Comayagua es una granja que albergaba a 852 presos -el doble de la capacidad del penal- acusados de asesinatos, secuestros, pandillaje y otros delitos, el 60% de los cuales no había recibido condena. El trágico saldo del incendio subió ayer a 356 reos muertos al fallecer uno que era atendido en un hospital. Algunos  reclusos  fueron enterrados ayer. AFP

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