Aficionado a los golpes de efecto, el aspirante a la presidencia de Cataluña, Artur Mas, sorprendió ayer en  con una propuesta dirigida a los 10 representantes de la CUP para convencerlos de que lo apoyen y así desbloquear su investidura para un nuevo periodo.

Mas ofreció a los independentistas de izquierda un pacto en el que se incluía el sometimiento periódico de su gobierno a un examen parlamentario para comprobar el nivel de cumplimiento de los objetivos comunes, es decir, los avances soberanistas y las políticas económicas que no tienen que ver con el neoliberalismo aplicado en su anterior administración.

En otras palabras, la situación política del candidato conservador se ha vuelto tan angustiosa que ayer obsequió al partido menos representativo de Cataluña la posibilidad de tumbar a su Ejecutivo si, llegado el caso, lo considera oportuno. Pese a ello la respuesta de la CUP fue no. Es cierto que fue una negativa educada y de ningún modo definitiva, pero el portavoz del grupo, Antonio Baños, dejó claro que sin Artur Mas todo sería más fácil. “Tienen todo nuestro tiempo y toda nuestra voluntad para buscar acuerdos porque las elecciones no es nuestro deseo”, recalcó al anunciar el voto negativo de los 10 parlamentarios de su partido.

Esta situación deja al candidato oficial de la lista Junts pel Sí al borde de la retirada política y con los tribunales de justicia pisándole los talones por desobedecer el mandato del Estado para detener el proceso de independencia. Ahora se arriesga a ser inhabilitado para ejercer cualquier función pública de por vida.

Curiosamente, la decisión del Tribunal Constitucional de suspender la declaración “de desconexión de España” solo mereció un pequeño comentario por parte de Mas, al apuntar que “la capacidad de decisión en Madrid contrasta con esta lentitud en Cataluña”.

Tras casi cuatro horas de declaraciones y réplicas, la segunda oportunidad para ser presidente de Cataluña se le iba de las manos a Artur Mas. El resultado de la votación fue igual al del pasado martes: 62 a favor y 73 en contra. Si no se produce un milagro en las próximas horas, Cataluña está abocada a celebrar elecciones antes del mes de marzo.

Quien habló ayer, por primera vez, fue el rey de España. Y lo hizo en tono solemne durante las acreditaciones a embajadores honorarios del país. Acompañado del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, Felipe VI aseguró que el pueblo español “no está dispuesto a que se ponga en cuestión su unidad territorial, que es la base de su convivencia en paz y libertad” antes de remarcar que los principios constitucionales “se mantendrán plenamente vigentes”.

Fue un mensaje clarificador a los independentistas de Cataluña. “No habrá negociación de ningún tipo porque la Constitución prevalecerá, que nadie lo dude”, indicó el rey de España.

Tribunal notificó resolución

El Tribunal Constitucional (TC) español ordenó ayer la suspensión temporal de la resolución catalana de secesión y advirtió a Mas y sus aliados que podrían exponerse a cargos penales si desafían su decisión.

Sin embargo, la vicepresidenta del Gobierno catalán, Neus Munté, aseguró que el Ejecutivo no piensa frenar el proceso de secesión y acusó al gobierno de “utilizar” el TC para poner “una mordaza” a los “anhelos de libertad” de los catalanes.

“La voluntad política es tirar adelante el mandato del Parlamento y la resolución aprobada el lunes, en el que los grupos discutieron la propuesta, que finalmente se votó”, dijo Munté, quien advirtió que el inicio del proceso de independencia cuenta con “toda la legitimidad”. (I)