Carrera presidencial republicana toma forma detrás de bravuconadas de Trump
Donald Trump estuvo en el centro de la escena del primer debate republicano el jueves para las primarias hacia las presidenciales de Estados Unidos, pero sus rivales, menos temerarios, tuvieron sólidas intervenciones, lo que revela que el combate político será feroz.
Trump, quien dijo que no podía comprometerse a apoyar a quien resulte ungido candidato o a descartar lanzarse como independiente, sembró abucheos de una audiencia que se esperaba le fuera simpática.
Probablemente Trump obtuvo más publicidad que puntos en las encuestas durante el debate de 2 horas.
Mientras tanto, sus rivales -desde el ex gobernador de Florida Jeb Bush, pasando por el gobernador de Wisconsin Scott Walker, el senador Marco Rubio y el gobernador de Nueva Jersey Chris Christie- cimentaron la imagen de serios contendientes.
El debate del jueves ofreció a los aspirantes la oportunidad de destacar en la atestada carrera partidaria, en la que muchos de los candidatos aún deben lograr dos dígitos en las encuestas por el momento encabeza Trump.
El primer debate de la carrera republicana para los comicios de 2012 logró unos tres millones de televidentes. Las estimaciones para el debate del jueves apuntan a 15 millones, por lejos la mayor audiencia jamás registrada en una primaria.
Pero, con tanto en juego, la mayoría eligió jugar a lo seguro, dejando que los moderadores desafiaran a Trump, mostrándose ellos sustanciales y con talla presidencial.
"Ninguno cometió una gaffe capaz de poner fin a su carrera", dijo Geoffrey Skelly, del Centro Político de la Universidad de Virginia.
Solo Rand Paul, que proviene del ala más liberal del partido, se enfrentó directamente con Trump, al que acusó de "comprar" políticos.
El resto se enfocó en presentarse a sí mismo ante los votantes.
Walker, quien se hizo de un nombre al luchar contra los sindicatos, se posicionó como un político "agresivamente normal" del medio-oeste, una región que podría resultar clave en la elección.
También pareció superar algunas de sus carencias en materia de política exterior, al subrayar la necesidad de tejer alianzas con los países árabes del Golfo.
"Quizás superó las expectativas en materia de política exterior, y para él eso es bueno", dijo Skelly.
"Probablemente haya referentes en el establishment Republicano y entre los donantes que aún se sientan inseguros respecto a él", agregó no obstante.
El senador de Florida Marco Rubio, quizás el más fiero político entre los aspirantes republicanos, se presentó a sí mismo como la personificación del sueño americano, el hijo de inmigrantes que forjó una nueva vida en Estados Unidos tras abandonar Cuba.
Con un ojo en la elección general, logró marcar un claro contraste con la probable candidata demócrata Hillary Clinton.
"Rubio hizo realmente un buen trabajo al puntualizar que sería un buen oponente de Hillary Clinton, de erigirse en la candidata demócrata, al señalar que intentaría impulsar una campaña del futuro versus el pasado", señaló Skelly.
"La suya sería el futuro, la de ella el pasado", puntualizó.
El principal recaudador de fondos de campaña, Jeb Bush, llegó al debate trastabillando tras una semana difícil en la que fue blanco de críticas por expresar incertidumbre respecto a la necesidad fondos para temas de salud de las mujeres.
Pero en el debate, como hermano e hijo de ex presidentes, se apoyó en su propia experiencia como ex gobernador de Florida para desmarcarse del legado familiar.
"Bush tenía un objetivo en mente, que era convencer a los votantes de que él no es su hermano ni su padre, que es él mismo y que tiene su propia agenda política", dijo Peter Brown, director asistente de la Quinnipiac University Poll.
"Al parecer hizo un muy buen trabajo explicando quién es realmente", indicó.
Christie, mientras tanto, exhibió algo de su determinación, al señalar que el ex gobernador Mike Huckabee estaba "equivocado" en sus cálculos sobre seguridad social, en tanto atacó a Paul por su postura en materia de seguridad interior. (I)