Carrera contrarreloj para salvar al euro y a Grecia
La zona euro trabaja contrarreloj en el diseño del segundo rescate griego para discutirla en la cumbre de líderes que se celebrará el próximo jueves, en Bruselas, y así enviar una señal clara a los mercados que no cesan de presionar.
Los dirigentes de la Eurozona tienen que superar todavía importantes divergencias, en particular entre el Banco Central Europeo (BCE) y Alemania, para cerrar el acuerdo y evitar que la crisis de la deuda se propague a las economías mayores dentro de la unión monetaria.
El Gobierno alemán afirmó que trabaja con todas sus fuerzas en el desarrollo del segundo plan de ayuda a Atenas y aseguró que se situará claramente del lado de Europa cuando llegue el momento de adoptar decisiones, explicó el ministro germano de Exteriores, Guido Westerwelle.
Sin embargo, el portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Seibert, rebajó cualquier gran expectativa creada en torno a la cita al considerar que la cumbre no aportará una solución a todos los problemas que ocurren en la zona euro.
Esta mezcla de paños fríos y calientes ha caracterizado las declaraciones que han provenido de Berlín en los últimos días, que ha fomentado la incertidumbre sobre el resultado de una cumbre proyectada para terminar con la crisis de la deuda soberana, pero que Alemania ha sido reticente a convocar ante la duda sobre su éxito.
La canciller alemana, Ángela Merkel, declaró este fin de semana que condiciona su presencia en la cumbre del jueves a un resultado concreto, sin excluir una reestructuración de la deuda. Indicó que solo participará si percibe que será posible tomar decisiones, aunque agregó que era optimista.
En el corazón del problema se encuentran las diferencias entre Alemania y el Banco Central Europeo sobre la aportación del sector privado al segundo rescate de Grecia, cuantificado en unos 110.000 millones de euros (alrededor de 140 mil millones de dólares).
Incluso se baraja la creación de una tasa bancaria para obligar a participar a las entidades de crédito en el nuevo plan de ayuda, confirmó el ministro francés de Asuntos Europeos, Jean Leonetti.
“Es una de las soluciones que se contemplan, presentaría la ventaja de no hacer intervenir directamente a los bancos y por lo tanto de no crear potencialmente una suspensión de pagos de Grecia”, explicó.
El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, se opone frontalmente a cualquier idea de impago de la deuda griega, incluso parcial. Esta opción obligaría al BCE a no aceptar los títulos de Grecia como garantía para prestar dinero a los bancos y empujaría a los gobiernos a inyectar dinero al sistema bancario en Grecia y a la propia Unión Monetaria.
“No podríamos aceptar sus títulos como garantías normales”, declaró Trichet al diario Financial Times Deutschland.
Para allanar el camino, funcionarios de alto nivel de la Eurozona se reunirán mañana en la capital europea para limar las últimas asperezas. Llegar a un acuerdo se hace urgente para evitar el contagio a otros países, como Italia y España, que se encuentran cada día más acosados por los mercados.