Falleció hace 50 años y se cree que podría estar en un mausoleo militar o que murió en Estados Unidos
El paradero de los restos de Camilo Torres, cura guerrillero del ELN, se desconoce
El cura Camilo Torres, una de las figuras emblemáticas de la lucha revolucionaria en Colombia y en América, vuelve a ser protagonista casi 50 años después de su muerte.
Esta vez el nombre del sacerdote ha salido a flote tras el pedido del Ejército de Liberación Nacional (ELN) al Gobierno colombiano para que diga dónde están sus restos.
El propio presidente de la República, Juan Manuel Santos, ordenó su búsqueda. “Le dije al señor ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, que busquemos los restos de Camilo Torres para que en un gesto simbólico podamos continuar ese proceso de terminar esa guerra”, comentó el jefe de Estado.
El mandatario afirmó que espera que esto colabore con el proceso de diálogo con el ELN, del cual ya ha venido adelantando la fase exploratoria. “Yo espero que pronto podamos sentarnos con el ELN a iniciar ese proceso de paz, igual al que hemos venido avanzando con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y podamos terminar totalmente el conflicto armado en Colombia”, señaló Santos.
Camilo, como popularmente le decían los más necesitados al sacerdote, ha sido objeto de toda una leyenda que gira en torno a saber el lugar de su ubicación. La agrupación, sectores de izquierda, la Iglesia católica y el mismo Ejército se han dedicado a especular sobre su paradero.
Algunas versiones sostienen que el Ejército todavía tiene los restos y que les fueron entregados a sus familiares, incluso, que están enterrados en una casa religiosa.
Uno de los hombres clave para conocer el paradero del cadáver era el general Álvaro Valencia Tovar, quien ya falleció y comandaba la Brigada V, que abatió a Torres en el departamento de Santander, en un combate en 1966.
Tovar, quien también fue amigo del cura guerrillero, afirmó que cuando se cumplieron 3 años de la muerte de Camilo exhumó sus restos y los depositó en una urna funeraria que había comprado en Bucaramanga.
Agregó que los sepultó en un mausoleo militar, junto a los soldados de la brigada que comandaba, en la capital santandereana. “Sus restos fueron los primeros que se depositaron en el mausoleo, en la primera fosa para osarios”, dijo el general, que explicó que después, en 2001, se los entregó a Fernando Torres, hermano del guerrillero, y que nunca volvió a saber nada más. Lo último que se supo es que Fernando murió ese año, en Estados Unidos; y así las cosas, no se conoce de nadie que tenga en este momento certeza del paradero de los despojos.
El analista León Valencia, antiguo militante del ELN, dijo que esa guerrilla no da crédito a esas versiones, y que ese grupo siempre ha sostenido la tesis de que el cuerpo de Camilo sigue en poder del Ejército.
Valencia dice que, dado que Camilo Torres es el ícono más importante del ELN, el Ejército nunca reveló su ubicación para evitar que la tumba se convirtiera en un sitio de proselitismo.
Un símbolo del ELN
“Camilo llenaba plazas en todo el país, era un símbolo de rebeldía y protesta, por lo que sacar el cadáver de él era sacar un emblema, un punto de referencia para el pueblo que acompañaba”, aseguró Valencia.
Joe Broderick, autor del libro Camilo, el cura guerrillero, explicó que lo último que se supo del cuerpo de Torres “era que había sido entregado a Fernando, hermano de Camilo, y él ya murió, entonces va a ser complicado encontrar los restos”.
Afirmó que es poca la familia que queda del cura Camilo Torres: “Ya la mayoría ha muerto, y los que deben estar vivos han de estar muy viejos, no creo que puedan ayudar mucho”.
Reveló que, pese a haber escrito un libro sobre Torres, nunca supo dónde estaban sus restos. “De hecho, eso siempre ha sido un mito; se han tejido muchas historias alrededor de dónde estaba el cuerpo”.
Aplaudió los esfuerzos del Gobierno Nacional de intentar realizar la búsqueda del cuerpo de Camilo Torres “con el fin de iniciar los diálogos con la guerrilla del ELN”.
Por su parte, el escritor Enrique Santos Molano dijo que lo que se piensa es que el cuerpo continúa en Santander, en la zona en donde murió Camilo combatiendo.
Dijo que lo más seguro es que esté en el corregimiento de Patio Cemento, municipio de San Vicente de Chucurí, y que es allí en donde podría comenzar la búsqueda.
Para el padre Darío Echeverry, secretario de la Comisión de Conciliación Nacional de la Iglesia, encontrar los restos de Camilo, que en algún momento se pensó que estaban en una casa curial, es clave para la reconciliación del país.
“La figura de Camilo se ha reducido simplemente a la del guerrillero, y se han olvidado cosas bien importantes: él fue un buen cura, fue un buen político y un buen académico; estuvo en la creación de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional (...), dar a conocer esto vale la pena”, manifestó Echeverry. (I)
DATOS
El Ejército de Liberación Nacional (ELN), fundado en 1964 e inspirado en la Teología de la Liberación y la Revolución Cubana, sostiene conversaciones preliminares de paz con el Gobierno colombiano desde enero de 2014. Estos diálogos se desarrollan de forma paralela a los que se mantienen con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en La Habana.
El objetivo de esas pláticas es definir una agenda para iniciar negociaciones de paz formales, aunque los diálogos aún no han tenido éxito.
El grupo rebelde, con 1.500 combatientes, según cifras oficiales, es el segundo movimiento armado del país que vive un conflicto de más de 50 años y en el que, además, han participado paramilitares de derecha y fuerzas militares, con el narcotráfico como trasfondo.
Renunció al sacerdocio para unirse a guerrilla
Camilo Torres, quien moriría como guerrillero del ELN en un enfrentamiento con el Ejército colombiano en 1966, nació en Bogotá, en una familia de clase alta y de tradiciones liberales, el 3 de febrero de 1929.
En 1947, cuando estudiaba abogacía en la Universidad Nacional, decidió hacerse sacerdote. Como seminarista mostró una temprana preocupación por los asuntos sociales; ordenado en 1954, viajó a la Universidad Católica de Lovaina a estudiar sociología. Tenía el deseo de influir en el conjunto de la sociedad y su voluntad de vincularse a los problemas de los grupos sociales más pobres.
Sus debates con un amigo marxista se convirtieron en el libro Conversaciones con un sacerdote colombiano, de Rafael Maldonado Piedrahíta, en el que se advierte un pensamiento de avanzada, pero todavía firmemente anclado en las doctrinas católicas.
En 1959 fue nombrado capellán de la Universidad Nacional, donde comenzaba a afianzarse el pensamiento radical influido por el marxismo y la Revolución Cubana. Buscó acercarse a los universitarios, estimuló los trabajos sociales en áreas marginadas y enseñó sociología en las facultades de Economía y Sociología.
Los conflictos con las autoridades eclesiásticas y civiles, empeñadas en reprimir la protesta social y controlar toda forma de disidencia, lo acercaron a los grupos radicales de la universidad y lo llevaron a la conclusión de que los cristianos que quisieran el cambio social debían trabajar al lado de socialistas y marxistas. En marzo de 1965, en Medellín, el cura Camilo lanzó la plataforma de un movimiento que debería unificar los distintos grupos populares y revolucionarios: el Frente Unido. La acogida a sus tesis por parte de sectores descontentos y el clima político agitado y algo insurreccional lo llevaron a aceptar la presión de sus amigos y decidió quedarse, aquello lo llevó a una ruptura definitiva con la jerarquía y a su retiro del sacerdocio.
El 7 de enero de 1966 anunció su compromiso con la guerrilla. Apenas un mes después, el 15 de febrero, tropas de la Quinta Brigada, dirigida entonces por su amigo, el coronel Álvaro Valencia Tovar, dieron muerte al cura guerrillero, cuando trataba de apoderarse del fusil de un soldado. El Frente Unido no había sobrevivido a su ingreso en la agrupación, roto entre tendencias divergentes.
A pesar de que su influencia inmediata fue efímera, su impacto sobre la Iglesia latinoamericana fue amplio y prolongado. Influyó en la opción militante de muchos sacerdotes y religiosos durante los 15 años siguientes, y sus ideas marcaron la mentalidad de los teólogos de la Liberación y de los grupos rebeldes. (I)