Barack Obama busca superar las diferencias con China
El presidente estadounidense Barack Obama y su par chino Xi Jinping tenían previsto reunirse ayer en un oasis del desierto californiano (oeste de Estados Unidos) en una cumbre inusualmente distendida para generar química personal entre ambos líderes.
Las acusaciones de hackeo y espionaje informático por parte de China, el desafío nuclear de Corea del Norte y las constantes quejas comerciales entre las dos economías más grandes del mundo, socios obligados y rivales a la vez, iban a ser los temas dominantes de las conversaciones. La tensión con Norcorea ha disminuido notablemente, mientras que los problemas económicos se mantienen.
Pero Obama -que ya se había encontrado con Xi a principios de 2012 cuando éste era vicepresidente- tiene un propósito más amplio: intentar deducir la visión estratégica del hombre que guiará a la creciente China más allá de su propia presidencia, por lo que los resultados del encuentro no tendrán tanto un efecto inmediato como en el largo plazo.
Analistas consideran esta reunión como la más importante en los últimos años en
la relación bilateralXi realiza su primera visita como presidente a Estados Unidos, tres meses después de asumir el control de la maquinaria del Estado chino, y los expertos consideran que ésta será la reunión chino-estadounidense más significativa en años.
Obama buscará asimismo un nuevo intento por lograr avances en una relación geopolítica que probablemente definirá en parte su legado, y que ha causado frustración en la Casa Blanca en las conversaciones poco distendidas con el ex presidente chino Ju Juntao.
No se esperaba que Obama y Xi se reunieran hasta la cumbre del G8 en Rusia, en septiembre de este año, pero ambas partes, sintiendo la incertidumbre de su complicada y en ocasiones difícil relación, valoraron los beneficios de un encuentro temprano.
Los mandatarios dejarán de lado la formalidad y las convenciones de los encuentros chino-estadounidenses, normalmente programados minuto a minuto, en su encuentro en el suntuoso retiro de Annenberg, en el desierto de la soleada California.
“Desde el albor de los mandatos de ambos presidentes, sentimos que tener este tipo de encuentros para conversaciones abiertas e informales entre ambos líderes permitiría cubrir la agenda más amplia posible”, dijo un funcionario estadounidense, bajo condición de anonimato.