Michelle Bachelet, alta comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, le pidió este jueves 28 de mayo de 2020, al Gobierno de Estados Unidos que tome medidas frente al asesinato del hombre afroamericano, George Floyd, cometido por un oficial de la Policía de Minnesota.

"Las autoridades estadounidenses deben tomar medidas serias para poner fin a estos asesinatos, y asegurarse de que se hace justicia cuando ocurren", señaló Bachelet.

La alta comisionada afirmó, además, que la muerte de George Floyd hace parte de una larga serie de asesinatos de afroamericanos desarmados cometidos por policías en Estados Unidos.

"Lamento tener que sumar el nombre de George Floyd al de Breonna Taylor, Eric Garner, Michael Brown y tantos otros afroestadounidenses desarmados que murieron en los últimos años a manos de la policía", sostuvo Bachelet.

Floyd, 46 años, fue arrestado el pasado lunes luego de que supuestamente intentara usar un billete falso de $ 20 en una tienda local. Unas imágenes de video en la red social Facebook lo mostraron esposado y cooperando con los agentes.

La Policía, sin embargo, afirma que el hombre se resistió al arresto. Uno de los oficiales se arrodilló sobre su cuello, a pesar de las repetidas súplicas de Floyd explicando que no podía respirar. Poco después, Floyd pareció perder el conocimiento, según se observa en el video, pero el oficial mantuvo su posición sobre la víctima.

Cuatro oficiales fueron despedidos por el incidente, que provocó protestas masivas e indignación contra la brutalidad policial.

Las masivas protestas se convirtieron en disturbios el martes, después de que los manifestantes rodearan el Tercer Precinto del Departamento de Policía de Minneapolis. Las ventanas del edificio y los vehículos de la Policía fueron destruidas.

Varios políticos y celebridades han condenado la muerte de Floyd en Twitter, calificando el evento como el resultado del “racismo y brutalidad policial”.

La muerte de Floyd marca un fuerte paralelo con la de Eric Garner, quien murió durante un brutal arresto en Nueva York en 2014, después de que éste en varias ocasiones suplicó a los policías diciendo: “No puedo respirar”.

La frase se convirtió en un símbolo para los manifestantes que protestan en contra de los asesinatos de mujeres y hombres negros no armados a manos de la Policía. Esta misma frase sigue resonando casi seis años después.