Armenia palpita la "revolución de terciopelo”
Miles de armenios se tomaron este 2 de mayo las calles de Ereván, bloqueando carreteras y edificios gubernamentales, en señal de protesta por la negativa del Parlamento de elegir a su líder, Nikol Pashinián, como nuevo primer ministro.
En una muestra de fuerza sin precedentes, los manifestantes paralizaron la capital de Armenia, donde las calles, la mayoría, estaban cerradas al tráfico.
Según responsables armenios, los servicios de trenes suburbanos estaban perturbados y la carretera que va al aeropuerto fue cortada.
La multitud en las calles de la ciudad ondeaba banderas armenias, sonaban bocinas y gritaban “¡Armenia libre, independiente!”.
“El metro y los ferrocarriles fueron paralizados, la carretera al aeropuerto capitalino de Zvartnots también fue cortada”, informó Pashinián a sus seguidores y agregó que varias universidades y escuelas se sumaron al movimiento de protesta.
Los manifestantes aseguraron que permanecerán en las calles el tiempo que sea necesario para expulsar a las élites gobernantes del poder y conseguir que el líder opositor Pashinián sea elegido primer ministro.
“La gente no abandonará, las protestas no se apagarán”, afirmó Serguéi Konsulian, empresario de 45 años.
El 17 de abril Pashinián proclamó el inicio de una “revolución de terciopelo” (no violenta) contra la designación del presidente Serge Sargsián como primer ministro en Armenia.
El martes Pashinián llamó a una huelga general indefinida después de que el Partido Republicano bloqueó el martes su intento de ser investido primer ministro tras dos semanas de protestas contra el gobierno que llevaron a la dimisión de Sargsián.
El Parlamento armenio votó el martes por 45 votos a favor y 55 en contra de Pashinián. El Partido Republicano de Sargsián afirmó que no era un candidato adecuado para el cargo.
Perpetuarse en el poder
Según la reforma constitucional aprobada en 2015 y que entró en vigor este año, Armenia dejó de ser una república presidencial para convertirse en una parlamentaria, en la que el poder político está en manos del primer ministro, mientras que el presidente y jefe del Estado tiene un papel meramente representativo. (I)