Nicolás Dujovne, el nuevo "superministro" de Mauricio Macri
Mauricio Macri ya tiene a su “superministro”. Como en los tiempos del todopoderoso Domingo Cavallo, cuya comparación el Gobierno argentino evita a toda costa por el pésimo recuerdo que dejó su paso por la gestión pública.
El presidente aglutinó todo el poder económico en una sola persona: su ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
Este funcionario, de 51 años, que hasta antes de asumir su cargo a fines de 2015 conducía un programa de TV en el Canal Todo Noticias del Grupo Clarín, será de ahora en más quien marque el rumbo económico del país.
Hasta ahora, la estratégica área económica estaba dividida (de hecho el viejo ministerio de Economía se bifurcó entre Hacienda y Finanzas por orden de Macri) y las decisiones se consensuaban en la jefatura de gabinete. Pero algo salió mal.
Dujovne coordinará el trabajo de otros 9 ministerios y gozará de poder de veto sobre las decisiones de sus colegas.
Llevará adelante la negociación ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un préstamo de $ 30.000 millones.
Y todo en medio de una corrida bancaria que la semana pasada puso en jaque al gobierno y llevó al dólar a sobrepasar el récord de 25 pesos con la pesadilla latente de un rebrote inflacionario y una fuerte caída en la imagen presidencial.
Hasta ahora, el “lápiz rojo” con el que se tachaban decisiones económicas estaba en manos de los vicejefes de gabinete Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.
Este triunfo de Dujovne lo convierte en un ministro superpoderoso pero no popular. Muchos argentinos, en especial de la oposición, lo observan de reojo. ¿El motivo?
En un gobierno que pide confianza a los argentinos y a los inversores internacionales, Dujovne tiene la mayoría de sus ahorros en el exterior y es dueño de una empresa off-shore. Él afirma que todo está declarado ante el fisco.
Más allá de aplacar definitivamente el susto cambiario y conseguir dinero fresco en el controvertido regreso de Argentina a los préstamos del FMI, Dujovne deberá reducir el déficit fiscal, apuntalar el crecimiento económico y controlar la ejecución presupuestaria. (I)