¿Uribe deja de ser intocable?
El periodista Mauricio Pombo, de diario El Tiempo de Bogotá, cuenta que en el libro “El olvido que seremos”, el autor colombiano Héctor Abad Faciolince, que escribe la novela sobre su padre, narra que para su hermana Vicky no eran importantes las serenatas de un tal Álvaro Uribe, muy bajito, que se moría por ella, pero ella no por él, porque le parecía muy serio.
“Como usted no me hace caso -le dijo una vez- la voy a cambiar. Y le puso Vicky a su mejor yegua porque a él le gustaban los caballos sobre todas las cosas y decía: “Ahora monto en Vicky todas las semanas”.
La anécdota dibuja la compleja personalidad del político colombiano más influyente de las últimas décadas, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, abogado y empresario de 68 años, nacido en Medellín, que gracias a una reforma constitucional promovida por él mismo gobernó el país dos periodos (del 7 de agosto del 2002 al 7 de agosto del 2010) y que es un importante senador a quien la Corte Suprema ordenó este martes 4 de agosto el arresto domiciliario por "riesgos de obstrucción a la justicia".
El hombre más poderoso de Colombia, aparentemente intocable, autoritario, intolerante, conservador radical, mentor del actual presidente de la República, Iván Duque, enemigo mortal de la izquierda, tenaz adversario de la prensa crítica, es quien ha dividido su país en dos, sin matices.
Y ahora que la Corte Suprema ha tomado una decisión para unos histórica y para otros efectista, se ha agudizado esa profunda división entre los que lo consideran un salvador o que justifican sus acciones cuando logró debilitar a la guerrilla de las FARC, y los que lo creen culpable de que la posibilidad de una convivencia pacífica sea imposible a pesar de la firma de los acuerdos de paz entre el excompañero ideológico de Uribe, el presidente Juan Manuel Santos, y las guerrillas de las FARC, el 26 de septiembre del 2016.
Carismático, popular y siempre polémico, situado siempre en el extremo de las opiniones y las ideas, acostumbrado a nunca perder, ni partidarios ni opositores de Uribe habrían imaginado que algún día ocurriría un hecho de estas dimensiones.
Pero esta historia jurídica y política no acaba ahí. “Aunque privado de la libertad, podrá seguir defendiéndose con todas las garantías del debido proceso”, según la Corte Suprema.
Lo sucedido con Uribe parece un boomerang. En 2012, el expresidente acusó al senador izquierdista Iván Cepeda de armar un complot para vincularlo falsamente con los paramilitares.
Pero la vida da vueltas y en febrero de 2018, el tribunal que investiga asuntos penales sobre legisladores determinó que Cepeda simplemente recopiló información y que no había pagado ni presionado a exparamilitares, en tanto la Corte aseguró que Uribe presionó a testigos por medio de terceras personas.
Mientras Uribe está acusado de soborno y fraude, delitos castigados con prisión de hasta 12 años, Cepeda respondió a la opinión pública que “no hay personas que en Colombia estén por encima de la ley, por muy influyentes que sean”.
Aunque parecería que no hay relación entre el libro y la realidad, Abad es emblemático y hasta podría resultar profético: cuando habla de su padre, conocido médico de Medellín, cuenta que este dedicó su vida a la defensa de los derechos humanos, hasta la noche en que, en el centro de la ciudad, fue asesinado presuntamente por paramilitares.
Por eso, cuando Abad Faciolince escribe: “Sin justicia no puede ni debe haber paz”, habrá que ver si algún día se conocerá la verdadera historia de las últimas décadas en Colombia.