Al menos 32 personas han muerto en los últimos dos días en el ataque lanzado por rebeldes chiíes contra una escuela salafí y sus alrededores en la provincia de Saada, en el noroeste de Yemen, informó este domingo el Ministerio de Defensa yemení.

En un comunicado, el Ministerio señaló que los rebeldes están atacando la ciudad de Demash, donde se encuentra la escuela, con "armamento pesado y una brutalidad sin precedentes en esta provincia", y tachó la ofensiva de "crímenes contra la humanidad".

Fuentes médicas citadas por la nota gubernamental no descartaron que aumente la cifra de víctimas mortales, debido a que las fuerzas chiíes, también conocidas como "hutíes" impiden el traslado de los heridos a los hospitales.

Entre los fallecidos hay cinco extranjeros, dos indonesios, uno estadounidense, un malayo y un francés de origen argelino, todos ellos estudiantes del centro salafí (musulmán suní extremista).

Anteriormente, el portavoz del centro escolar, que se identificó como Abu Ismail, dijo a Efe que hoy habían muerto 14 personas, que se sumaban a los 10 fallecidos ayer.

Abu Ismail señaló que la localidad de Demash sufre "un cerco asfixiante y escasez de medicamentos" y que los rebeldes no permiten trasladar a los heridos a los hospitales.

Estas informaciones no pudieron confirmarse con fuentes del movimiento hutí, que controla la provincia de Saada, en la frontera de Arabia Saudí, desde el año 2010, después de más de cinco años de enfrentamientos con las tropas yemeníes.

Según fuentes tribales, los "hutíes" mantienen un cerco asfixiante desde hace mes y medio contra Demash para obligar a la población a expulsar a los responsables de la escuela y a sus estudiantes.

Esta milicia es seguidora de la secta chií zaydí, que solo se da en Yemen y a la que pertenece un tercio de la población del país, incluido el presidente yemení, Ali Abdalá Saleh.

Los "hutíes" se alzaron en armas en 2004 y aunque acordaron una tregua con el Gobierno el 31 de enero de 2010 los combates han continuado esporádicamente en la zona.

Sin embargo, la provincia de Saada se mantenía relativamente en calma desde el inicio el pasado enero de la revuelta para pedir la renuncia de Saleh.