El país del Papa vota si despenaliza el aborto
En una histórica y maratónica sesión iniciada este miércoles 8 de agosto en la mañana, con multitudinarias manifestaciones a favor y en contra frente al Congreso, el Senado argentino se encamina a votar la ley sobre el aborto con una clara y al parecer definitiva tendencia a su rechazo, que abriría las puertas a una consulta popular.
La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo venía de lograr media sanción de la Cámara de Diputados el 14 de junio, pero los debates en el Senado comenzaron con 38 de los 72 senadores que integran el cuerpo legislativo (uno más que la mayoría) en contra del proyecto.
Hasta las 16:00 de Ecuador, solo 31 senadores dieron su respaldo explícito a la norma, mientras se aguardaba la opinión de dos indecisos que buscaban imponer proyectos que establezcan solo la despenalización del aborto y no su legalización.
Paradójicamente una legisladora se ausentó al estar de licencia con ocho meses de embarazo.
La legislación argentina permite el aborto solo en casos de violación o de riesgo de vida de la madre. El proyecto sostiene que toda mujer tiene derecho a decidir voluntariamente la interrupción de su embarazo durante las primeras 14 semanas de gestación y abortar en cualquier hospital o centro de salud. Después de ese plazo solo estaría garantizado para los casos de violación, riesgo de vida o salud de la mujer o si se diagnostica la muerte del feto.
La sesión, presidida por la vicepresidenta Gabriela Michetti, encolumnada entre quienes rechazan el proyecto y que decidiría en caso de empate, coincidía con dos movilizaciones multitudinarias y bien diferenciadas frente al Congreso en una jornada fría y lluviosa, como sucedió durante el debate en Diputados. Por un lado, quienes se identificaban con un pañuelo verde (a favor de la ley) y por el otro, quienes llevaban uno celeste (contra el aborto).
Desde el primer minuto del debate quedó en claro que había dos posturas enfrentadas. “El aborto es un fracaso social. No es una política de salud. Es una decisión trágica. Cómo evitamos que una mujer llegue a esta situación debe ser el debate”, manifestó el senador oficialista por Buenos Aires, Esteban Bullrich, contrario a la ley.
Una mujer participa en una manifestación contra la legalización del aborto fuera del Congreso en Buenos Aires.
En la vereda de enfrente, el senador peronista Pedro Guastavino (Entre Ríos, fronteriza con Uruguay) contó que en su WhatsApp recibió “una enorme cantidad de mensajes que, en nombre de Dios, me pedían una serie de cosas y me calificaban de manera irreproducible. Me lo pasé atajando y esquivando crucifijos de un sector de la iglesia que, quizá, sea el mismo sector que cuando nos desaparecían o nos torturaban (durante la dictadura, ndr) daba vuelta la cara”, sostuvo. Guastavino tiene un hermano detenido-desaparecido.
La grieta por el aborto dividió virtualmente en dos al país del papa Francisco: norte y sur. La mayoría de los senadores de las provincias del norte, menos pobladas, mestizas, más pobres, tradicionales y conservadores y con una fuerte presencia de la Iglesia católica, adelantaron su voto por el “no”. El respaldo al “sí”, con algunas excepciones que volcaban la balanza hacia el rechazo, se daba en los distritos del centro-sur, más poblados, de mayor riqueza y tradicionalmente más progresistas.
El Senado argentino está conformado por tres miembros elegidos por cada provincia, dos por mayoría y uno por minoría. El aborto figura solo en la plataforma política de los partidos de izquierda y la mayoría de los bloques del Congreso votaron divididos.
La legisladora de la Ciudad de Buenos Aires del Frente de Izquierda, Miriam Bergman, una de las mayores impulsoras de la ley, dijo que “el país está dividido a la mitad. La mayoría está a favor y los (senadores) que votan en contra representan a una población menor. Pero eso no significa que estén escuchando a las personas”, indicó. (I)