FIN DE AÑO
A pesar del ‘No’ a la independencia británica, Escocia avanza hacia una mayor autonomía
El 2014 fue el año del histórico referéndum independentista en Escocia, que no solo marcó un momento clave en la historia política de ese país, sino que estableció las bases para una mayor autonomía y poderes regionales en las naciones que integran el Reino Unido.
El voto del pasado 18 de septiembre, en el que el ‘No’ a la independencia ganó con un 55,3% de las papeletas, contra un 44,7% por el ‘Sí”, llevó además a la renuncia del principal impulsor de esa votación y jefe del Ejecutivo escocés desde 2007, el nacionalista Alex Salmond.
En su lugar asumió la vicejefa del gobernante Partido Nacionalista Escocés (SNP), Nicola Sturgeon, quien prometió en su discurso de inauguración continuar con la “batalla histórica” de los escoceses para poner fin a una dominación de Londres.
Sturgeon, que tras su nombramiento se convirtió en la primera mujer en la historia de Escocia en gobernar el país, subrayó que seguirá haciendo campaña para conseguir la independencia de Escocia, aunque aclaró que trabajará lo mejor posible con una mayor devolución de poderes dentro del Reino Unido para combatir la pobreza y la desigualdad, impulsar el sector de negocios y revitalizar la economía.
Los sondeos dan cuenta de que en los próximos años, las generaciones más jóvenes del país volverán a reclamar por un referéndum con el fin de separarse eventualmente del Reino Unido.
Escocia fue un estado independiente hasta 1707, fecha en la que firmó el Acta de Unión con Inglaterra, para crear el Reino Unido de Gran Bretaña.
La unión no supuso alteración del sistema legal propio escocés, que desde entonces ha sido distinto del de Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte, por lo que Escocia es considerada en el derecho internacional como una entidad jurídica distinta.
La pervivencia de unas leyes propias, y de un sistema educativo y religioso diferenciado forman parte de la cultura escocesa y de su desarrollo a lo largo de los siglos.
Sin embargo, el movimiento independentista escocés, que surgió en el siglo XIX, ha ganado cada vez más influencia y ahora cuenta con niveles de aprobación popular sin precedentes.
En Escocia, el ‘No’ a la independencia ganó en 28 circunscripciones, incluido Edimburgo y Aberdeen, mientras que en Glasgow, Dundee, West Dunbartonshire y North Lanarkshire, las zonas más populares y de familias jóvenes, la mayoría votó a favor de la separación del Reino Unido.
Debido a los fuertes temores del Gobierno británico por una eventual separación, el primer ministro británico, David Cameron, prometió a los escoceses que en caso de decidir continuar dentro del Reino Unido, los retribuiría con mayores poderes y autonomía.
Horas después de esa votación, el jefe del Gobierno británico afirmó que los tres principales partidos unionistas de Westminster, conservadores, laboristas y liberales democráticos, iniciarían el proceso para darle mayor autonomía al Parlamento escocés.
“Nos aseguraremos que esas promesas sean honradas en su totalidad”, dijo Cameron, que se jugó su futuro político al apostar en un Reino Unido con Escocia dentro.
El primer ministro nombró de inmediato al lord Robert Smith, que encabezó la organización de los recientes Juegos del Commonwealth, en Glasgow, para liderar el proceso que eventualmente le dará más poderes a Escocia, incluida mayor autonomía fiscal y de medidas de Bienestar Social.