2014, un año decisivo en la crisis de Siria
A menos de un mes de las previstas conversaciones de Ginebra II, en las que algunos suponen pueda lograrse una hoja de ruta hacia la paz en Siria, se abre un 2014 lleno de interrogantes para el país árabe.
La guerra en Siria, desatada desde el exterior hace más de tres años, cierra 2013 bajo varios logros en regiones clave del territorio nacional por parte del Ejército del país sobre los grupos de mercenarios y extremistas islámicos opuestos al gobierno del presidente Bashar al-Asad.
Ante todo se cuenta con el control de localidades que bordean la capital por el oeste y sur, así como el freno de intentos de ofensivas en el este capitalino, lo cual posibilita eliminar el peligro militar estratégico sobre Damasco.
A ello se suma la reconquista, por las Fuerzas Armadas, de las ciudades Qara, Deir Atiye y al-Nabek, situadas en la importante carretera que une la capital con Homs y los puertos de la costa mediterránea, como parte de una ofensiva en curso en pos del control de la zona de Qalamoun, fronteriza con Líbano.
Por otra parte, el balance de fuerzas entre los llamados opositores armados se inclina decididamente hacia los grupos de orientación islámica más extrema, principalmente el Estado Islámico en Irak y Siria (EIIS), el Frente al-Nusra, rama de la red Al Qaeda en Siria, y en menor medida Harakat Ahrar al-Sham al-Islamiyya y Suqor al-Sham.
Parte de las ganancias territoriales de las dos primeras agrupaciones se ha hecho en detrimento del Ejército Sirio Libre (ESL), organización armada en la cual estaban depositadas las esperanzas de las naciones de Estados Unidos, Reino Unido y Francia.
De hecho, esa formación es hoy en día solo una sombra de lo que pudo haber sido meses atrás y corre, incluso, el riesgo de desaparecer.
Batida por el Ejército gubernamental, sus principales bases han sido también atacadas por facciones rivales (principalmente el EIIS), sus arsenales saqueados, y pueblos bajo su control pasaron igualmente a manos del EIIS y el Frente al-Nusra.
Por si ello fuera poco, su principal jefe, Selim Idriss, huyó al exterior y en estos momentos, como alguien sin ningún poder real, se encuentra en Turquía, incómodo de manejar por los propios patrocinadores.
Además, fuerzas del EIIS capturaron y decapitaron al secretario general del Ejército Sirio Libre, Ammar al Wawi, cuando regresaba desde Turquía, literalmente descabezando así parte del mando del ESL.
Insistencia en la guerra
No obstante, a pesar de cierto discurso público internacional sobre la imposibilidad de una solución militar al conflicto sirio, algunas de las naciones que desde un inicio apoyaron a los opositores armados no han renunciado a la vía bélica.
La ONG canadiense Global Research denunció que en Catar funcionan a plenitud varios centros de formación de “yihadistas” de diferentes nacionalidades, los cuales, una vez adoctrinados y adiestrados en el manejo de las armas, serían enviados a Siria para engrosar las fuerzas de extremistas islámicos.
En esos campos de entrenamiento, bajo la supervisión de los servicios de seguridad cataríes, de acuerdo con Global Research, hay nacionales de Afganistán, Pakistán, la república rusa de Chechenia, y Yemen.
Asimismo, se ha conocido de planes de Arabia Saudita de comprar a Estados Unidos más de 15.500 misiles antitanque TOW (Tube-launched, Optically tracked, Wire-guided), supuestamente para sus Fuerzas Armadas.
Sin embargo, la situación geopolítica del reino saudita descarta por sí sola semejante necesidad “defensiva”, pues ninguno de sus vecinos posee una flota de blindados suficientemente poderosa como para amenazarlo.
Si a ello se suman declaraciones públicas de Riad, según las cuales ya ha suministrado a los irregulares armados en Siria modernos cohetes antitanque de fabricación rusa, el destino de parte de los TOW norteamericanos es evidente.
Tal pareciera que tanto Catar como Arabia Saudita se preparan con antelación para el caso, previsto por muchos analistas, de que Ginebra II no logre ningún avance real en la senda política incluso si tuviera algún éxito.
Futuro de interrogantes
De cara a Ginebra II, que se realizará el 22 de enero en la ciudad suiza de Montreux, por el momento predominan las incertidumbres sobre las esperanzas, así como hay más patrocinadores y países invitados, que representantes del Gobierno sirio y la oposición, quienes en definitiva serán los verdaderos protagonistas.
De un lado, Damasco confirmó su asistencia sin precondiciones, salvo la elemental de que no irá a Suiza a entregar “las llaves del gobierno”, pues, sostiene, el futuro del país depende de la elección que el pueblo realice en las urnas.
Por otro lado, la oposición interna no termina de consensuar posiciones, de integrar una delegación coherente, mientras que las diferentes facciones opuestas al Gobierno sirio desde el exterior insisten -al igual que Washington- en la previa renuncia del presidente Bashar al-Asad y su desaparición de la escena política.
Sin embargo, el futuro en el terreno podría estar relativamente desvinculado a cualquier desenlace de ese diálogo ante la aparente independencia operativa de los miles de yihadistas de 83 países que guerrean dentro de las fronteras sirias, quienes, desde ya, han cerrado ojos y oídos a cuanto se debata en Suiza. Incluso, si los países que apoyan pública o solapadamente a los extremistas islámicos llegaran realmente a cortarles el soporte financiero y logístico, no está claro hasta qué punto ello mermaría a corto y mediano plazo sus capacidades militares y poder de reclutamiento de mercenarios extranjeros.
En el escenario de difícil pronóstico, un elemento de peso por considerar es el control que actualmente tienen agrupaciones, como el EIIS, sobre zonas ricas en petróleo y gas en las nororientales provincias sirias de Hassakeh y Deir Ezzor.
Por ello, y al contrario de la opinión de varios políticos internacionales, analistas locales estiman que la solución definitiva a la guerra pasa necesariamente por la derrota total de la “oposición armada” a manos del Ejército sirio. Se eliminaría así, además, el peligroso rebote mundial del terrorismo si eventualmente los miles de mercenarios y extremistas islámicos que hoy en día desangran al pueblo sirio optan por regresar a sus países de origen, esta vez armados, desencantados con quienes les dieron la espalda, y con experiencia en el combate.