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Punto de vista

1976 (3)

1976 (3)
24 de marzo de 2015 - 00:00

En la nueva Argentina -decía Perón- los únicos privilegiados son los niños. Este apotegma se quiebra alevosamente. La dictadura cercenó este privilegio en materia de inclusión educativa que era uno de los íconos/baluartes de la política peronista que posicionaba al país en términos cualitativos al frente de los avances sociales en el continente. La lesión de la trama socioeconómica generó un retroceso gradual en el espectro educativo marcado por la intervención institucional, la vigilancia marcial y la represión ideológica. Elementos que constituyen la etapa pre-neoliberal de la educación.

Las reivindicaciones conseguidas por el pueblo en décadas de lucha y resistencia fueron consideradas como ‘subversivas’, siendo identificadas como un mal al que había que eliminar para salvaguardar los destinos de la patria y la santa trinidad que corría peligro: ‘Dios, familia y propiedad’. Las Fuerzas Armadas tomaron como misión salvar a la patria y a sus tradiciones de la subversión marxista que amenazaba con teñir de rojo la realidad tanto argentina como latinoamericana. De esta manera construyeron un enemigo interno. Lo instalaron en el seno de la sociedad. A este enemigo había que combatir. A este enemigo había que declararle la guerra sin cuartel. A esto se enfrentaban. A este demonio imaginario construido desde el poder imperial para justificar su injerencia y su dominación.

El genocidio a lo largo del continente caracterizó el accionar de las dictaduras del Cono Sur. La razón de ser que condensaba en sus entrañas desapariciones, torturas, vuelos de la muerte, represión obrera y estudiantil. La vejación humana puesta al servicio de la maquinaria del terror de la dictadura bajo la consigna de salvar al país de sus enemigos internos. El dispositivo de muerte escondía los intereses reales de la dictadura. La sangre derramada era el premio al sacrificio de dejar un país destruido económicamente y con profundas heridas sociales que tardarán en cicatrizarse.

Un país subordinado a los intereses de la clase dominante que lograron imponer un proyecto, que lejos de ser nacionalista, representaba al imperialismo norteamericano. Un proyecto de entrega y sumisión que transformaría el modelo económico, abriendo el juego al mercado y generando las condiciones para el arribo del neoliberalismo como sistema económico y político. La primer gran puntada hacia la sociedad de libre mercado, cuya consecuencia estructural será el surgimiento de núcleos duros de pobreza y desigualdad, la privatización del patrimonio nacional, la destrucción del pleno empleo y la pauperización de la fuerza de trabajo y la concentración de la riqueza en manos de los sectores dominantes. Esto llevó a la fractura del entramado social alcanzando su consolidación en la década del 90. Una herencia infame que ha sido refutada por los gobiernos populares en la primera década de este siglo XXI.

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