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El Telégrafo

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Punto de vista

Un técnico diferente

Todo el mundo del fútbol esperaba que Louis Van Gaal perdiera. Más allá de la simpatía lógica por Costa Rica. Todos, aunque sea en un rinconcito, esperábamos verlo caído, víctima de su propio complejo de superioridad, de la constante sobrevaloración de su papel. El holandés no es un personaje querido en el mundo del fútbol justamente por sus maneras despectivas y por las clases que dicta desde el púlpito. Pero hay que reconocer que lo del cambio de arquero antes de los penaltis, inédito, fue extraordinario. Y, desde el resultado, quedó plenamente justificado.

La decisión de Van Gaal provocó un vuelco anímico en un momento clave, justo cuando los jugadores más necesitan de sus nervios. Hay que estar en la piel de un futbolista cuando recorre los 50 metros, desde la mitad de la cancha hasta el punto penal. Hay una carga de tensión, una preocupación lógica por la responsabilidad, el temor natural a arruinar la ilusión de un país entero que depende de ese disparo. A todo eso, el técnico de Holanda le agregó un elemento adicional de presión: la presencia de un especialista enfrente. El cambio de Krul por Cillessen fue más importante por lo que generó desde lo psicológico que por las aptitudes del arquero suplente, cuyos números no eran especialmente temibles. Los costarricenses, por supuesto, no tenían un reporte estadístico de Krul a la hora de patear. Simplemente lo vieron entrar, llamado a responder en ese momento donde no hay revancha, y su imagen se agigantó. ¿Cuánto más debieron ajustar sus tiros los jugadores de Costa Rica, temerosos de que ese monstruo verde fuera un imán para la pelota?

Alguna vez, consultado por su secreto después de ganar varios de sus títulos como entrenador en definiciones por penaltis, Carlos Bianchi –técnico de Boca- sorprendió con su respuesta: no había secreto. Simplemente sus equipos no ensayaban penaltis porque él consideraba que son, antes que una cuestión técnica que pudiera pulirse, un hecho anímico. “No es lo mismo patear en un entrenamiento que frente a 60.000 personas”. Así de simple.

Holanda pasó por penaltis, si bien mereció hacerlo antes y no pudo por otra tarde formidable del portero ‘tico’, Navas. Para los penaltis se había instalado una paridad que no existía en la cancha durante el partido. Peor: Holanda tenía toda la presión contra una Costa Rica que, grata revelación, había hecho más de lo que se esperaba de ella. Van Gaal cambió esa ecuación: no le importó la carita de Cillessen cuando salió, no le interesó que se dijera que estaba minando la confianza de su arquero titular y asumió el riesgo de una jugada que podía convertirse en un hito para la posteridad o en un fiasco que lo condenara para siempre. Cambió donde los demás nunca cambian. Y allí hizo la diferencia.

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