Como me encanta festejar la realidad del fútbol, me pondré de pie y con un aplauso cerrado y lleno de admiración homenajearé al grupo de jugadores comandado por el persuasivo Sampaoli. Lo más difícil de conseguir en un equipo es el convencimiento de la idea madre, y que los encargados de ejecutarla tengan la humildad de dejar los egos en el baúl y poner por sobre su nombre la camiseta de todos. Hoy Chile cosecha los frutos que plantó Bielsa hace unos años gracias al trabajo de hormiga de Sampaoli. ¿Sorprendido por lo que pasó?... Para nada. No lo digo con el resultado puesto, sino con la certeza de que este plantel trasandino, más allá de lo que el destino le diga en esta Copa del Mundo, será recordado por ser valiente, y jugar siempre de la misma manera, aferrándose a los genes culturales de luchar y salir siempre adelante.

Hijos, amigos, parientes de muchos damnificados de terremotos, tsunamis y demás tragedias, estos jugadores dignifican su profesión y logran con cada gota de sudor que la mayoría de sus compatriotas se sientan identificados con ellos. Hoy el rival de turno entró al estadio Maracaná con la corona de campeón, la cual lucirá hasta el próximo 13 de julio, siendo esto un detalle no menor para estos gladiadores hambrientos de gloria. Los equipos transmiten la personalidad de su entrenador, y en el partido del miércoles pude acentuar esta situación al observar los gestos y sentimientos que transmitía cada banco de suplentes. Hablando de detalles futbolísticos que fueron bastantes para que el tanteador marque una diferencia entre el laureado equipo ibérico con el sudamericano, rescato la osadía chilena para disputar el primer balón como si fuera el último, situación que en el análisis final inclina la balanza y se transmite en goles. Los estilos son opuestos y no por eso uno mejor que el otro, eso simplemente hace que este deporte mantenga la atención de todos gozando sus preferencias en cada partido. Internamente el equipo comandado por Del Bosque, que sin dudas ya ingresó entre las mejores generaciones del fútbol mundial, solo se puede reprochar el hecho de no haber aceptado en el núcleo de la delegación que los momentos individuales de sus integrantes no son los mejores, y en casos marcados especialmente, la curva descendente se acentúa demasiado. Este es un error que ya pasó con varios equipos al no tener el recambio necesario para batallar con las mismas ilusiones en nuevas citas. Por eso me aferro a lo más destacado que nos brindó esta histórica eliminación de España, señalando que los ojos de tigre que tuvieron la mayoría de sus jugadores en Sudáfrica 2010 hoy se reflejaron en el conjunto trasandino. El fútbol vive de realidades, y el balón volverá a rodar.