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Punto de vista

Magia en los pies

Magia en los pies
12 de junio de 2014 - 00:00

En todo el mundo, y en la Argentina en particular, el fútbol es un ambiente proclive a creer en la magia. En la buena estrella o en las piedras del camino, en los ekekos, los talismanes y los paratrenes. Cuenta Carlos Bilardo, y contaron muchos de sus jugadores unos cuantos años después, que en el 86 las cábalas se habían vuelto enfermizas: siempre el mismo micro, siempre la misma canción camino a los entrenamientos o al estadio, siempre los mismos policías en la custodia. En el 90, la cuestión se exacerbó, y el técnico obligó a Goycochea a hacer pis en pleno campo de juego antes de los penales contra Italia porque frente a Yugoslavia había hecho lo mismo -no tenía tiempo de ir al baño- y había dado resultado.

Para este Mundial, las ‘costumbres’ -los cabuleros nunca las llaman cábalas- vuelven a tener un lugar especial. Bilardo sigue cerca de la selección y Alejandro Sabella, el entrenador, es un alumno de su escuela. Tal vez por eso, hicieron acondicionar especialmente Cidade do Galo, el predio donde el Atlético Mineiro se entrena: es el mismo lugar al que fue Sabella con Estudiantes para enfrentar a Cruzeiro y salir campeón de la Copa Libertadores 2009. Y seguramente por eso, también, un importante dirigente de la AFA recibió su reprimenda luego de mandar a hacer carteles que decían ‘Bienvenidos, futuros campeones’ en la entrada del centro de entrenamientos. Cuando en el cuerpo técnico vieron eso por fotos, los mandaron a quitar inmediatamente. Y no faltará el que les eche la culpa si a Argentina no le va bien en Brasil 2014.

Sin embargo, la cuestión es bastante más compleja, y tiene que ver no ya con el esoterismo sino con fútbol. Y si Argentina falla, los principales responsables serán, por supuesto, el técnico y los jugadores. En especial, Lionel Messi. Como pocas veces -acaso la última experiencia haya sido el Maradona jugador, apañado por Bilardo-, un equipo se armó alrededor de un hombre. No bien llegó a la conducción, Sabella dejó claro que Messi iba a ser su líder, le quitó la capitanía a Mascherano y se la dio al 10 del Barcelona. Y lo rodeó de su gente. Por eso en ataque estará el Kun Agüero y no Carlos Tévez, por ejemplo. Nadie quiere una sombra en sus ojos. Nadie debe disputarle el liderazgo, y mucho menos alguien con el carisma de Carlitos.

El técnico argentino va incluso en contra de sus convicciones y de su forma de entender el fútbol, donde equilibrio es la palabra sagrada, y armará de arranque un equipo con 4 ases ofensivos -Messi, Agüero, Di María, Higuaín- porque sabe que así le gusta a su capitán. Eso eleva la vara con la que se lo medirá, reduce el margen de error, simplifica el reparto de responsabilidades. Por edad, por su demostrada capacidad, por ambición -es lo que le falta para entrar definitivamente en la galería de los más grandes-, éste debe ser el Mundial de Messi. El deberá encerrar a las brujas en los libros de cuentos.

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