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Punto de vista

El crack del sistema

El crack del sistema
24 de junio de 2014 - 00:00

Está claro que si Sabella no tenía razón con su sistema 5-3-2, tampoco la tenían sus jugadores, con Messi a la cabeza, al exigir la vuelta al 4-3-3. No hay sistemas que garanticen triunfos, ninguno es lo suficientemente decisivo y determinante. La prueba es que se ha ganado con todos los dibujos. Lo importante, como siempre, es lo de adentro, y no el envoltorio. A ver: un sistema puede ayudar a que los jugadores se sientan más cómodos, a explotar mejor sus características, pero lo primordial es lo que puedan hacer los intérpretes. No parece posible –por más que el fútbol se haya equilibrado- que un mix de los mejores valores de EL TELÉGRAFO pueda hacerle frente a la Holanda de Van Gaal. Sí, en cambio, es altamente probable que los jugadores alemanes se junten un rato antes del partido, sin concentración ni técnico, y le ganen al seleccionado de Jamaica, por citar un caso.

A Argentina la salvó Messi con una de sus apariciones estelares, pero estuvo bien cerquita del empate. Y ni siquiera había hecho tantos méritos como para que se hubiera considerado una soberana injusticia que no hubiera ganado el partido. De hecho, a los efectos de lo que sigue, Sabella debe estar tan preocupado con este 1-0 como lo hubiera estado con el 0-0. No desde el resultado, por supuesto, que le garantiza días de tranquilidad como para preparar los próximos compromisos. Sí desde el rendimiento: algún día Messi va a resfriarse o va a tener una tarde apática como frente a Irán, y su tiro del final dará en el palo, como pasaba a menudo en Sudáfrica. Y si eso ocurre en un partido decisivo, Argentina se irá del Mundial con la cola entre las patas, como un perro apaleado, aun contando entre sus filas con el mejor jugador del mundo.

Esto último también merece una revisión. Tener al mejor no garantiza el triunfo. Siempre será necesaria una estructura de compañeros en donde pueda apoyarse –al cabo esto no es tenis-, sobre todo en un caso como el de Messi. Leo es, digamos, el mejor delantero del mundo. Juega en una posición decisiva, es el cerrajero que tiene la llave del triunfo en sus manos. Pero, cuidado: su influencia sobre el resultado no es la misma que sobre el resto del equipo.

Messi no es Maradona, un tipo capaz de contagiar a sus compañeros y de llevarlos a rendir por encima de sus posibilidades armando juego, cargándose el equipo al hombro, creando fútbol para el resto. Pongamos otro caso, para exagerar: Courtois, el arquero de Bélgica, es probablemente el mejor del mundo en su puesto. Y será decisivo para que a su selección no le hagan goles.

Pero hay además una gran parte que no puede resolver.

Maradona en el 86, Zidane en el 98, Iniesta-Xavi en el 2010, fueron casos de jugadores que eran los mejores en sus puestos. Todos ellos al servicio del equipo. Messi –por personalidad, también por el lugar que ocupa dentro del campo- solo responde por sí mismo. Si las cosas no le salen al resto, incluso si la pelota no le llega, es poco lo que podrá hacer. Mientras pueda meter uno de esos zurdazos letales dentro de los 95 minutos que suelen jugarse, será el salvador. Y si no…

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