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Ecuador, 19 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Nuestro cerebro es apenas diferente

Uno de los grandes mitos sobre aquello que nos hace humanos sostiene que nuestro cerebro es absolutamente diferente al de los demás animales. Y aunque eso tiene algo de verdad, también mucho de falso. Porque el cerebro puramente humano es apenas una delgada lámina que envuelve una estructura mucho mas grande que compartimos con los demás animales

El contenido del cerebro humano fue otro gran misterio hasta hace apenas dos siglos. Desde entonces se han ido revelando sus secretos, uno tras otro. Y una teoría con muchas evidencias sostiene que no tenemos uno sino tres, uno arriba del otro. El cerebro humano tiene tres capas que cumplen funciones diferentes y que se fueron acumulando durante el proceso evolutivo. Se parece en algo las muñeca rusas que encajan una dentro de la otra, aunque las tres capas del cerebro están unidas entre sí, así es nuestra mente. En lugar de desechar cerebros anteriores la evolución ha ido guardando ciertas funciones para los cerebros primitivos.

El cerebro básico o reptiliano es el más antiguo de los cerebros, lo compartimos con todos los vertebrados y proviene de nuestros ancestros reptiles. Se remonta a más de 200 millones de años atrás y es el área más profunda y primitiva del cerebro humano. Allí se regula la respiración y el ritmo cardiaco, se guardan el instinto de supervivencia y reacciones de protección como huir o atacar, la territorialidad, el deseo sexual, la búsqueda de comida. Es el instinto puro.

El cerebro medio o sistema límbico apareció hace unos 100 millones de años. Los primeros mamíferos desarrollaron una segunda capa sobre el cerebro reptiliano: el sistema límbico que se ocupa de controlar sentimientos como la alegría, la tristeza, el miedo y la ira. Todo ello es básico para permitir el concepto social de la manada. Esta parte del cerebro que conservamos, la compartimos únicamente con los otros mamíferos, en especial con nuestros parientes más cercanos, los primates superiores. Y cuando finalmente los dinosaurios se extinguieron, el mundo pasó a ser dominado por los mamíferos.

Pero el cerebro más interesante es el que se originó hace apenas siete millones de años atrás. Una capa muy delgada de células que nos hace diferentes a todos los demás animales: el neocórtex. Esta nueva capa es la más delgada de todas pues mide apenas 2 milímetros de espesor, y sin embargo cubre buena parte del cerebro y guarda las funciones más complejas de la mente: el aprendizaje, la memoria, la experiencia, el razonamiento y el lenguaje.

Y aunque tengan funciones específicas, los tres cerebros no trabajan por separado e interactúan entre sí todo el tiempo. Por eso tenemos la capacidad de respirar, sentir alegría o tristeza  y cuestionarnos sobre nuestra existencia, y todo simultáneamente.
 
El complejo actuar del cerebro humano se refleja en nuestra conducta de hoy, que por momentos es gobernada por la razón del neocortex, pero también tiene comportamientos propios del cerebro primitivo. A veces comprensibles, como la lucha por la comida en situaciones de hambrunas y desastres naturales, pero la mayoría de las veces sin el menor justificativo,  como la codicia, la violencia que descargamos sobre los más débiles, los celos exagerados de quien defiende su propiedad, el miedo irracional a poderes sobrenaturales o castigos divinos, la búsqueda de todo lo que nos dé placer, el individualismo, la lucha por el poder y más.

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