Ya sucedió con el volcán Toba (hoy Indonesia) hace unos 70 mil años, y podría volver a suceder.  No son erupciones comunes y corrientes, sino producto de millones de años de acumulación de energía dentro de los volcanes que finalmente se liberan con una erupción gigantesca. Se calcula que sucede una cada 100 mil años y son capaces de modificar el clima, al impedir el paso de los rayos del Sol.

El candidato más firme del planeta parece ser el supervolcán de Yellowstone, en el oeste de los Estados Unidos, que estalla una o dos veces cada millón de años. De suceder, cubriría de cenizas buena parte de Estados Unidos y Canadá y causaría un enfriamiento global durante al menos una década, afectando gravemente la agricultura y la supervivencia de muchas especies de plantas y animales.

Sería cien veces más potente que la erupción del volcán Pinatubo, que en 1991 causó una catástrofe en Filipinas y contribuyó a la destrucción de la capa de ozono. Afortunadamente estudios geológicos recientes indican que en Yellowstone la actividad está disminuyendo y no parece probable que erupcione en los próximos miles de años venideros.

2. Rayos gamma

Son partículas como la luz, pero mucho más fuertes, porque tienen altas concentraciones de radiación. Brotan cuando las estrellas han consumido todo el combustible de su núcleo y explotan, emitiendo al espacio chorros muy potentes de estos rayos.

Hasta hoy han sucedido en lugares lejanos, y las partículas que emite nuestro sol actúan como un repelente para que ingresen al sistema solar. Sin embargo, parte de ellas pasan y son absorbidas por la atmósfera terrestre. Si sucediera un brote de rayos gamma cerca de la Tierra y apuntando en su dirección, podría superar la barrera solar y nuestra atmósfera sucumbiría al desintegrarse la capa de ozono. (...continúa)