Las paradojas del viaje en el tiempo
Los viajes al futuro o al pasado podrían tener graves implicaciones. Se las llama paradojas porque aparentemente no tienen ni lógica aparente ni solución posible. La más famosa es la conocida como ‘paradoja del abuelo’: si viajo al pasado y mato a mi abuelo cuando él aún es joven, nunca conocerá a mi abuela, ella no engendrará a mi padre y, por lo tanto, yo no habré nacido. ¿Cómo entonces podría yo viajar al pasado a matar a mi abuelo?
Los físicos imaginan cómo evitar estas paradojas. Una hipótesis acepta que sería posible ir al pasado, pero solo a mirarlo: una irresistible fuerza nos obligaría a hacer lo mismo que ya sucedió y, por lo tanto, no podríamos alterar los hechos.
Otra especula que podríamos cambiar pocas cosas, pero si quisiéramos realizar una acción trascendente -como matar a nuestro abuelo- algo nos impediría hacerlo. Y una tercera va aún más allá: sostiene que podríamos hacerlo, pero con una persona parecida y en un universo paralelo donde la historia ha seguido otro camino.
¿Y qué sucedería si al viajar al futuro y sin saberlo transportamos un virus para el cual el organismo de los humanos del futuro no ha desarrollado defensas? Sin quererlo, podríamos exterminar a buena parte de la humanidad y alterar todo su futuro.
¿O qué pasaría si dos personas viajan a diferentes tiempos en el futuro, por ejemplo, una al año 2100 y la otra al 3500? La primera persona hace algo importante que altera el futuro y de inmediato la persona que está en el siguiente milenio vería cómo se altera por completo la realidad que estaba viendo hasta ese momento.
Se han elaborado ingeniosas soluciones para todas estas paradojas, pero hasta ahora no pasan de ser especulaciones puramente teóricas y bastante complicadas.
Seguramente falta todavía mucho tiempo para que se logre demostrar cuáles teorías podrían estar en lo cierto. Y ahí sí: a subirse a la máquina del tiempo y encender motores.